DEPORTES • SUBNOTA › EL COLOR DEL CLáSICO RIOPLATENSE ANTES, DURANTE Y DESPUéS
› Por Facundo Martínez
Desde Montevideo
Tan entusiasmado estaba el pueblo uruguayo con el partido que dos horas antes de su inicio, mientras Diego Maradona se peleaba con los periodistas que lo asediaban cuando la Selección ingresó al mítico estadio Centenario –verdadero “Monumento del fútbol”, como reza en su fachada principal–, estaba colmado y teñido con banderas celestes y uruguayas, que en la cercanía del estadio se vendían a unos 200 pesos locales (40 pesos argentinos), una muestra más de los precios que se manejan en estas latitudes, casi un 40 por ciento más altos que en la Argentina para un mismo producto.
Sólo en una pequeña parte lateral de la tribuna Colombes, ubicada detrás de uno de los arcos, poco más de mil hinchas argentinos alientan al equipo de Diego Maradona agitando globos y banderas con los colores nacionales.
En un palco, junto a Víctor Hugo Morales, el candidato presidencial José “Pepe” Mujica sostiene una animada charla con el relator. “Seis de cada diez de los hinchas que ves en las tribunas son del Frente Amplio”, le dice a Página/12 el diputado por Montevideo Gastón Silva, que está sentado junto a su esposa, infaltable mate en la mano, en las bancas que el estadio tiene reservadas para la Junta Departamental, que vendría a ser algo así como la Legislatura porteña.
En las tribunas los locales ganan por goleada: hacen la ola, chiflan hasta aturdirlo al arquero Romero, que es el único futbolista argentino que hace el precalentamiento dentro del estadio junto a sus preparadores. Desde la inmensa tribuna Olímpica los hinchas bajan una gran bandera con cuatro estrellas blancas y una más grande, vacía: dos corresponden a los campeonatos olímpicos, otras dos a los campeonatos mundiales, y la quinta, más grande pero vacía, está relacionada al porvenir: “La historia debe continuar”, se lee al pie de la misma.
El entusiasmo se fue apagando con la actuación del equipo. Recién cuando en el arranque del segundo tiempo llegó la noticia del gol del chileno Suazo en Santiago, el estadio volvió a tomar temperatura al calor del aliento de sus hinchas que, no conformes con asegurarse el repechaje, le pedían a sus jugadores la victoria. Pero el gol de Bolatti, sobre el arco de la tribuna Amsterdam, que da al Río de la Plata, hundió al estadio Centenario en un silencio prácticamente absoluto. El griterío de los hinchas argentinos hacía pensar, por primera vez en la noche, que la Selección era otra vez local...
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