DEPORTES • SUBNOTA › LOS JUGADORES ARGENTINOS NECESITAN TANTO A MESSI COMO A UN PSICóLOGO
Todo el respaldo que les brinda el entrenador se va deshilachando en la medida en que no llegan los resultados positivos. El Flaco Pastore es el caso paradigmático. Tevez y Romero, en cambio, rompen el molde y marcan el rumbo.
› Por Juan José Panno
Ya se sabe que los factores psicológicos juegan un papel preponderante en el fútbol. Hay jugadores y equipos que se agrandan y se deprimen al compás de los resultados y de las distintas contingencias que se dan en el juego o en torno de él. Después de lo ocurrido en la primera fecha de las eliminatorias, aunque no lo declararan públicamente, tanto Ramón Díaz como Gerardo Martino sabían que el empate era un resultado que podían firmar tranquilamente. Argentina porque el golpe provocado por la caída ante Ecuador había sido muy duro; Paraguay, porque sumaba un punto más, contra un rival que técnicamente es muy superior. Así, el cero a cero dejó de ser la nada misma para convertirse en un mal menor. La derrota podría haber provocado un incendio en el plantel argentino y Martino habría necesitado una buena provisión de buzos antiflama para seguir en carrera. Lo que no podrá evitar son las críticas porque el equipo otra vez no marcó goles, otra vez no jugó bien, otra vez mostró falta de ensamble y otra vez atacó sin elaborar el juego mínimo, vital e imprescindible.
Los factores psicológico influyen, claro, y por eso los hinchas perdieron la sensación de que en cualquier momento llega un gol propio, como pasaba cuando jugaba Lionel Messi. No juega Messi y está claro que es otra cosa. Los propios pierden referencia y tranquilidad y los contrarios, aunque sean inferiores, se agrandan y sienten que la cosa va a ser de igual a igual. No juega Messi, no hay doble marca, los contrarios no tienen que extremar las precauciones y dentro de la cancha se nota.
Ayer a los paraguayos también les pasó algo parecido con Néstor Ortigoza. Cuando está en la cancha el volante de San Lorenzo, el equipo de Ramón Díaz tiene freno, pausa, salida más limpia, más prolija. Y cuando no está, es otra cuestión. Ayer Ortigoza se fue lesionado, en un momento en que Argentina parecía muy confundida y sus rivales manejaban mejor la pelota. Se fue Ortigoza y se sintió demasiado.
El que necesita un psicólogo es el Flaco Javier Pastore. Tenía el diez en la espalda, el DT lo había respaldado, aunque mucho se habló de su posible reemplazo y cuando iba a empezar el partido, con esa pinta de crack que tiene, con la pelota bajo la suela y las manos en la cintura, parecía dar el mensaje de que la iba a romper. Y sin embargo lo suyo se limitó a un par de buenas jugadas. No fue el único que anduvo mal, pero esta vez sonó lógico que Martino lo reemplazara. Habrá que ver qué pasa con él o esperar que explote como en algunos pasajes de la Copa América. A Pastore le faltó la rebeldía que tuvo Carlos Tevez para buscar los espacios y encontrar una posición más cómoda. No es que haya jugado un gran partido, pero el de Boca sí dio muestras de sus posibilidades. Pudo hacer un gol de cabeza y metió una par de pases profundos que pudieron haber terminado en gol, además de participar en el circuito de toque en los pocos momentos en los que el equipo construyó algo de juego asociado.
Un factor psicológico que quedó expuesto en el partido de ayer fue la seguridad que siente el arquero Sergio Romero. Está afirmado en el puesto (Martino le da todo el respaldo) y transmite su seguridad a sus compañeros. Es cierto que el doble cinco de Mascherano-Kranevitter reduce las posibilidades ofensivas, pero también es verdad que refuerza el andamiaje defensivo. Y cuando los paraguayos probaron de media distancia o buscaron con centros aéreos ahí lo encontraron a Romero.
Los factores psicológicos siempre pesan en el fútbol. Ayer se notaron mucho. ¿Será porque era el día del psicólogo?
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