Los Juegos de Munich, en 1972, marcaron la relación entre deporte y terrorismo. En la madrugada del 5 de septiembre un comando palestino irrumpió en la Villa Olímpica, ocupó el sector en el cual se alojaba la delegación israelí e inmediatamente asesinó a dos atletas, Moshe Weinberger y Josef Romano, tomando como rehenes a otros nueve deportistas. La policía encabezó una operación de rescate que resultó un desastre: todos los rehenes murieron junto con cinco de los ocho terroristas. Tres de los atacantes fueron capturados y luego liberados en un intercambio de prisioneros. Años después, el servicio secreto israelí, Mossad, los identificó y los ejecutó en distintas operaciones.