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Métodos de protección
› Por Gustavo Veiga
Las entradas que utiliza la AFA en sus torneos oficiales cuentan con lo que se denomina un triple mecanismo de seguridad para evitar las falsificaciones o, al menos en la teoría, para hacerles más difícil la tarea a los estafadores. El primer elemento es el papel llamado tricapa, que conforma una localidad con tres niveles de material. Las capas son de color blanco, negro y nuevamente blanco. Además, poseen un reborde que las distingue de una entrada falsificada.
La segunda característica es el holograma o hot stamping, que la AFA va variando de acuerdo con sus gustos. Sobre los boletos que salen a la venta se imprimen pelotas, jugadores o hasta la Copa del Mundo, que se perciben con nitidez porque además poseen un relieve.
El tercero de los controles se apoya en la utilización de una tinta flúo que se aplica a las entradas y que, si un inspector quisiera, con el uso de una linterna especial –similar a los aparatos que se emplean para detectar billetes falsos– registraría la autenticidad de una popular o una platea.
Los boletos que se comercializan en los encuentros de Primera División tienen una diferencia sustancial con respecto a los que se venden en partidos de la “B” Nacional, donde figuran nada más que los números de serie. En el fútbol de la máxima categoría se imprimen sobre el papel los nombres de los equipos que juegan. En el ascenso, las entradas sobrantes se vuelven a vender y en el fútbol de los domingos, no.
La AFA imprime todas las generales sobre las que sus clubes afiliados le pagan un porcentaje –en la temporada 2002-2003 se utilizaron 1.869.352–, aunque también se ocupa de las entradas para socios, jubilados, pensionados y damas y las de menores, con las que en muchas ocasiones ingresan las barra bravas para pagar menos.
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