Se suele decir, el tiempo es tirano. Y a menudo, sus víctimas son la mayoría de los directores técnicos. A los que se desempeñan en clubes, generalmente no les tienen paciencia sus hinchas. Y a esa subespecie que son los que trabajan al frente de selecciones nacionales, el tiempo los condena a cumplir un papel que, según palabras de Pekerman, es más de oficinistas que de entrenadores.
–Uno no puede resolver en las prácticas determinadas situaciones, las resuelve en las oficinas. Tratando de pensar cuáles son los jugadores que están en mejores condiciones físicas. Ni siquiera los que podrían rendir en un nivel superior o pudieran motivar algún cambio específico para el equipo.
–¿Cuáles son sus principales preocupaciones en ese sentido?
–Pasan por detalles que un equipo los termina acomodando, entrenando y jugando. Que es justamente lo que no podemos hacer nosotros. Acá los jugadores llegan un día lunes, incluso el lunes a última hora y casi a las 48 horas está el partido, como pasó contra Venezuela. En ese tiempo no se puede resolver un entrenamiento.
– Esto puede determinar que no jueguen los mejores, sino los que lleguen en mejores condiciones desde Europa.
–Sí, es lógico...