Uno se sumó al oficialismo de River en diciembre de 2005. Es el licenciado Antonio Caselli, representante diplomático de la Soberana Orden de Malta en la Argentina e hijo del embajador en el Vaticano durante el gobierno de Carlos Menem. El otro ya acompañaba a Aguilar desde que ganó la primera elección. Se trata del contador Carlos Ferreyra. Los dos renunciaron el martes a los cargos que tenían porque están en contra de muchas decisiones de la comisión directiva. Caselli afirmó que se alejó de la Secretaría de Actas porque no comparte que “se respalde a Daniel Passarella con una comida, cuando yo vengo pidiendo su renuncia desde antes del clásico con Boca. Quiero, sí, que termine este campeonato, pero que después se vaya. Quedamos eliminados en la primera ronda de la Copa y el técnico sólo pone excusas. Me fui de la conducción porque no tenía sentido que siguiera”. Consultado por Página/12, Ferreyra justificó su alejamiento en “la poca colaboración de la comisión directiva para responder a las demandas legítimas de los padres cuyos hijos van al Instituto”. Este dirigente presidía el área educativa hasta su renuncia. Junto a Caselli ya venía votando en contra de distintas iniciativas, como el negociado con la venta de distintos porcentajes de 16 futbolistas –profesionales y juveniles– a un inversionista llamado Ricardo Hardoy, procesado en una causa por quiebra fraudulenta. Esa operación finalmente no se concretó, pero sí la de Gonzalo Higuaín, quien antes de llegar al Real Madrid pasó por el Locarno de Suiza en una triangulación que despierta sospechas. Después de Caselli y Ferreyra, del oficialismo se desprendieron Norberto Alvarez y Juan Miguel García, también cuestionaron su política Darío Santilli y Santiago Poblet Videla y, todos sumados a los vocales Rodolfo D’Onofrio, Andrés Ballotta (h) y Juan Manuel Lanas –partidarios del ex presidente Alfredo Davicce– completan el coro de voces opositoras.