Lun 24.08.2009

DIALOGOS  › RICHARD STALLMAN, EL EX HACKER DEL MIT, AHORA GURú DEL SOFTWARE LIBRE

“Donde no hay seguridad nadie puede romperla”

Creador del concepto de “software libre”, inventor del “copyleft” contrapuesto al “copyright”, Stallman recorre el planeta pregonando la libertad en el mundo de la informática: que el desarrollo tecnológico no esté regido por los parámetros del mercado capitalista sino por la democratización y un acceso sin restricciones. Esta semana estará en Argentina para difundir sus ideas. Aquí su historia y propuestas, explicadas por él mismo.

› Por Verónica Engler

–Se cuentan muchas historias románticas, aventureras y hasta heroicas de la movida hacker de los años ‘70 y ‘80. ¿Cómo fue esa etapa para usted en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT)?

–Primero habría que decir qué es un hacker. Para mí un hacker es alguien que suele divertirse usando su inteligencia con un espíritu juguetón y no necesariamente utilizando computadoras. Pero si le interesan las computadoras puede escribir programas y enfrentarse a tareas difíciles, desafíos, sólo por placer y no necesariamente para lograr que algo resulte útil.

–¿En esa época estuvo en contacto con otros grupos de hackers, como el Chaos Computer Club de Alemania? (Antes de la caída del muro de Berlín algunos de los integrantes de este grupo conseguían software para el KGB, hackeando computadoras de Occidente, para ayudar a la URSS a equipararse tecnológicamente con Estados Unidos.)

–Nunca he tenido contacto con ellos, ellos solían romper la seguridad o hacer cosas relacionadas con la seguridad. Pero para noso-tros, el hacking usualmente no tenía nada que ver con la seguridad. Una cosa que se puede hacer con inteligencia y un espíritu juguetón es romper la seguridad de una computadora, pero lo que más me gustaba a mí era diseñar el sistema para no tener seguridad. Por ejemplo, algo que no comencé yo pero en lo que participaba, el Incompatible Timesharing System (ITS, revolucionario e influyente sistema operativo desarrollado principalmente en el Laboratorio de Inteligencia Artificial del MIT). En ese sistema no había seguridad, no había claves, no había protección de archivos, cualquier persona podía entrar en la computadora bajo cualquier nombre y hacer cualquier cosa, y nos gustaba que fuera así, deliberadamente implementábamos el sistema sin seguridad. Mi trabajo en el laboratorio era mejorar el sistema. Si hubiéramos querido tener seguridad nos tendríamos que haber dedicado, entre otras tareas, a implementar la seguridad, que era lo que no queríamos. Entonces, donde no hay seguridad nadie puede romperla.

–¿Es factible sostener un sistema (informático) sin ningún tipo de seguridad?

–Aunque muchos pueden pensar que es imposible, es algo que todavía puede ser posible. Pero con esto no quiero decir que no tiene que haber seguridad en los bancos, por ejemplo, no estoy a favor de robar las cuentas bancarias. Pero nuestro laboratorio no era un banco, no teníamos datos personales, no teníamos datos financieros, fue un laboratorio para colaborar en la investigación y el desarrollo. Pero hoy en día es algo diferente, porque habitualmente usamos computadoras personales, pero en los años ’70 una computadora era demasiado cara, era casi imposible tener una computadora personal. Y en ese período el laboratorio tenía dos computadoras principales que todos teníamos que compartir. Cuando la gente comparte una computadora, tener seguridad entre los usuarios exige imponer un estado policíaco, pero no es igual con las computadoras personales, porque fácilmente se puede excluir a los demás de tu computadora, sin imponerse a uno mismo un estado policíaco. Pero en las computadoras compartidas nosotros no deseábamos tener seguridad, no fue sólo un capricho, fue por motivos racionales, porque queríamos vivir en libertad, no queríamos desarrollar un arma para los administradores para someternos.

–¿De qué manera se modificó su concepción de la informática desde su etapa como hacker en el MIT durante los años setenta hasta hoy, que se dedica a difundir el software libre?

–La informática era la mayor parte de mi vida en esa época. Trabajando con software libre, en una comunidad de software libre, aprendí a valorar la libertad que nos ofrecía, aprendí a querer vivir en libertad, pero nuestra comunidad murió más o menos en el año 82. Luego de que dejaron usar el sistema ITS pusieron otro sistema privativo (que tiene vedado el acceso al “código fuente” con el que está hecho el programa), que no podíamos cambiar y fue horrible. Fue como ver tu país ocupado por un dictador, entonces tuve que decidir cómo reaccionar ante ese desastre y luchar por crear una nueva comunidad de libertad, y para tener una comunidad de software libre hace falta un sistema operativo libre. Por lo tanto, decidí de-sarrollar uno, es el sistema operativo GNU. Desde entonces he trabajado para desarrollar y luego para promover este sistema libre y del software libre en general.

–¿Cómo se terminó la comunidad que usted formaba en el MIT?

–Fue bajo presión comercial. Habíamos desarrollado una computadora, especialmente para el lenguaje LISP, que se usa mucho en Inteligencia Artificial, y deseábamos producir un tipo de máquina para que otros pudieran usarla. Por lo tanto, varios hackers pensaban lanzar empresas para fabricar estas máquinas, pero había una disputa y se crearon dos empresas que competían y el laboratorio se volvió su campo de batalla. Fue muy triste.

–Desde hace algunos años, la palabra Linux es, cada vez más, entendida como sinónimo de alternativa a Windows. Sin embargo, usted siempre aclara que hay un error conceptual al nombrarlo de esa manera, ya que lo correcto es decir GNU/Linux, porque Linux es sólo una parte (el núcleo) del sistema operativo. ¿Podría explicar por qué le parece tan importante resaltar esta diferencia?

–Comenzamos el desarrollo del sistema GNU en enero del ’84 y convoqué a otros (programadores) para desarrollar otros componentes del sistema. En el año ’92 teníamos listo casi todo el sistema, pero faltaba aún un componente esencial, el kernel (el núcleo), y en el ’92 el señor (Linus) Torvalds liberó el kernel Linux que había comenzado (a desarrollar) en el ’91. Entre los componentes del sistema Linux es grande e importante, pero el trabajo que habíamos comenzado casi una década antes es mucho más. No es justo darle todo el crédito y no reconocer nuestro trabajo. Al llamar al sistema GNU/Linux se reconoce nuestro trabajo también. Pero ¿por qué es tan importante? No sólo es un asunto de crédito, aunque el crédito vale algo, hay otro asunto más importante en esta elección de nombres, porque hemos desarrollado el sistema GNU para establecer la libertad para los usuarios. Pero el de-sarrollador de Linux, el señor Torvalds, no está por la libertad, no piensa que el usuario debe tener esta libertad, y se opone a nuestras ideas. Tiene el derecho de expresar su opinión, pero no tiene derecho a usar nuestro trabajo como una plataforma para condenar nuestras ideas. Este sistema es el resultado, el producto de un gran esfuerzo que hemos hecho para estar en la libertad. Los usuarios necesitan saberlo, porque necesitan reconocer qué quiere decir la libertad de un usuario de un programa, necesitan defender su propia libertad para no perderla.

–Usted también suele hacer referencia a otra distinción importante: entre quienes aprecian el software libre como un asunto ético y político, y quienes sólo citan los beneficios prácticos y presentan al software libre como un eficiente modelo de desarrollo por permitir el acceso al código fuente. ¿Podría ahondar un poco en las diferencias entre estas dos concepciones?

–Los que toman el concepto “open source” (código abierto) no plantean ningún asunto ético, entonces no es un movimiento en el mismo sentido. Para nosotros, un programa privativo es un problema social, porque priva de la libertad a los usuarios. Quienes promueven el código abierto no plantean este asunto y tienen derecho a su opinión, pero lo que no me gusta es que su opinión me es atribuida. Hay cuatro libertades esenciales para el usuario de software libre: la libertad cero es la libertad de ejecutar el programa como quiera; la libertad uno es la libertad de estudiar el código fuente del programa y cambiarlo para que el programa haga lo que el usuario quiera; la liberta dos es la libertad de ayudar a su prójimo, es la libertad de redistribuir copias, y la libertad tres es la libertad de contribuir a su comunidad, es la libertad de distribuir copias de sus versiones cambiadas. Con estas cuatro libertades, los usuarios tienen el control del programa, pero si el programa no lleva estas cuatro libertades, es un instrumento del poder del desarrollador sobre los usuarios, es injusto, algo que no debe existir.

–¿Usted cree que estas cuatro libertades del software libre son entendidas por usuarios no expertos?

–No, usualmente no. Pero a veces no hace falta ser programador para apreciar la libertad. Estuve en La Paz (Bolivia, unos días antes de llegar a la Argentina) y he tenido reuniones con altos funcionarios del gobierno que aprecian estas libertades aunque no son programadores. Porque éste no es un asunto técnico, es un asunto ético, social y político. Puede ser que quien use software libre no sea un programador, hay muchas otras cosas que hacer en la vida, pero cuando un programa es libre tiene entre sus usuarios a programadores y esos programadores con la “libertad uno” pueden estudiar el código fuente, y si encuentran algo malévolo, pueden cambiarlo. Y con su “libertad tres” podrá publicar su versión mejorada, diciendo: “he descubierto y he quitado esta funcionalidad malévola”, y todo el mundo podrá migrar a esa versión mejorada. Tuve una reunión en mi primera visita a Ecuador con el presidente (Rafael) Correa y le expliqué la filosofía del software libre, y lo comprendió y decidió migrar (los sistemas informáticos de) el Estado ecuatoriano al software libre, algo que ya está haciendo. Es muy fácil comprender este asunto sin ser programador, porque si usa un programa privativo uno queda a merced del desarrollador, está indefenso. El desarrollador puede imponerle al usuario cualquier cosa y no es inusual que los programas privativos contengan funcionalidades malévolas, deliberadamente, “puertas traseras” (que permiten redirigir la información de una computadora hacia otra, sin que el usuario pueda advertirlo, con el consiguiente riesgo para la privacidad de sus datos) para molestar o dañar. Por ejemplo, Windows tiene una puerta trasera con la cual Microsoft puede imponer cualquier cambio de software cuando quiera sin pedir la aprobación del supuesto dueño de la máquina. Otro ejemplo es el de Kindle, un sistema de Amazon (para comprar y leer libros electrónicos) que vigila la usuario, porque es imposible comprar un libro anónimamente y también lo restringe porque el software está desarrollado para que no se puedan hacer copias. Además tiene una puerta trasera con la cual Amazon, hace más o menos un mes, borró remotamente todas las copias de unos libros. ¿Y puede adivinar de qué libros borró todas las copias?... De 1984 (se ríe).

–¿Sigue usando una OLPC? (One Laptop Per Child, “Una Laptop Por Chico” es una computadora portátil muy económica que se basa en una plataforma GNU/Linux. Fue lanzada en 2005 por Nicolas Negroponte, quien se retiró del proyecto el año pasado.)

–No, porque en la misma semana en que empecé a usarla, después de meses de preparaciones, el señor Negroponte nos traicionó, porque hasta ese momento había sido diseñada para correr el sistema GNU/Linux. Luego Negroponte decidió hacerlo correr también con otros sistemas, y algunos dimitieron del proyecto por esa decisión. De hecho yo había empezado a usar esa máquina porque fue la única manera de evitar un BIOS privativo (El BIOS es el sistema básico de Entrada/Salida de datos que, cuando se enciende la computadora, localiza y carga el sistema operativo en la memoria para que la computadora pueda funcionar). En esa época todas las computadoras portátiles tenían un programa privativo de inicialización y la OLPC fue la primera excepción, por lo tanto empecé a usarla. El problema es que ahora se van a producir las máquinas de manera que es totalmente fácil instalar Windows. Entonces, me puse muy contento de descubrir otro tipo de computadora que también evite el BIOS privativo y en la cual Windows nunca pudo funcionar. Es la Lemote, de una empresa china, es una netbook (es una subportátil, una computadora de bajo costo y más pequeña que una notebook, utilizadas principalmente para navegar por Internet y realizar funciones básicas como procesador de texto y de hojas de cálculo).

–Usted usualmente no navega por Internet ni utiliza celular, ¿verdad?

–Es verdad, por motivos diferentes. No navego con mi computadora, pero no pienso que es algo malo, es sólo una penitencia personal, digamos, pero no digo que deban hacer lo mismo. En cuanto al teléfono celular, no quiero tener uno porque son instrumentos de vigilacia y seguimiento. Hasta un punto es inevitable para hacer o recibir llamadas, el sistema necesita saber donde está uno, pero no me gusta que algo sepa dónde estoy siempre, entonces prefiero no tenerlo.

–¿Me puede contar cómo surge San IGNUcio, esa segunda personalidad suya que lo muestra ante el público como un santo hereje de la informática?

–Es una broma. Siempre tuve la ambición de ser un actor cómico, y una vez alguien que no estaba de acuerdo con el movimiento de software libre me acusó de ser un imán loco, entonces decidí burlarme de él y de mí mismo. Pero en realidad, la primera vez que lo personifiqué fue en una fiesta de disfraces en California. Había olvidado llevar un disfraz y en la casa de una amiga en la que estaba había un viejo disco duro y tuve la idea de usarlo como aureola y presentarme como santo, y fui a la fiesta como San IGNUcio. Luego, la semana siguiente tuve que ir a México a unas conferencias y decidí presentar a San IGNUcio y la audiencia se río mucho. Y a través de los años he añadido más bromas a mi rutina cómica.

Richard Stallman en el Auditorio del Congreso, Buenos Aires, 3 de noviembre de 2008.

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