DIALOGOS › ENTREVISTA A EMILIO VILLAFAñE, CERAMISTA Y DOCENTE

“Creo que el oficio es hacer algo pensando en los demás”

Rector y docente del Instituto Municipal de Cerámica de la ciudad de Avellaneda, Emilio Villafañe construyó una forma de enseñar y compartir con otros los saberes de un oficio ancestral. Se crió en un mundo donde los artistas dejaron huella en su formación inicial. Hijo de los escritores y titiriteros Javier Villafañe y Elba Fábregas, su vida es una continuación renovada de lo que absorbió en esa atmósfera bohemia y mágica de la niñez.

 Por Sergio Kisielewsky

–¿Cómo fue la experiencia de trabajo en el Cementerio de Avellaneda en el sitio donde se encontraron restos de militantes populares en la época de la represión?

–El año pasado a través de una ex alumna de la Escuela de la comunidad diaguita de Tucumán que es un caso muy conocido ella es Nancy Chocobar sobrina del cacique Chocobar que fue asesinado por un terrateniente hace seis años en Salta en el paraje La Higuera, ella quería que ese lugar que es una mina de lajas de la comunidad diaguita tuviera un referencia que enmarcara lo que pasó, que no quede invisible. Así fue que toda la Escuela trabajó en unos monumentos y así iniciamos un proyecto anual donde todos los cursos tenían la propuesta de hacer obras de dos metros de alto compuestos por diez cajas y cada cubo relataba distintas secuencias de los lugares, de la simbología, sobre la vida de Javier Chocobar, se instalaron en noviembre del año pasado, en el proyecto trabajaron cerca de 300 alumnos y la experiencia se difundió entre sus familias y vecinos. Este año se va a hacer toda la señalización del sector del cementerio de Avellaneda, antes había un muro que tapaba la fosa común más trágica de América latina, hay cerca de 200 personas reconocidas por el trabajo del Equipo de Antropología Forense y otros que están en estudio, vinieron hijos, familiares. Lo que queremos hacer es la señalización para que ese lugar sea visible para que la gente que va al cementerio sepa que en ese sitio enterraron en una fosa común los genocidas del proceso militar a tantas personas y sobre todo para los estudiantes y jóvenes que en muchos casos no tienen información sobre lo que pasó en la Argentina y empiezan a preguntar y como tienen que documentarse empiezan a buscar material de la época y empiezan a enterarse, este es un trabajo con la comunidad.

–¿Cómo se inició su pasión por la docencia en la cerámica?

–Sin saberlo siendo muy pequeño con mi hermano Juano nosotros teníamos una casa en un lugar muy hermoso en Moreno cerca del rio Reconquista donde había un inmenso ombú y una quinta donde pasaba un arroyo, había ranas había una fauna muy maravillosa con pájaros liebres conejos y debajo de ese ombú solíamos hacer unas casas con barro y le poníamos palitos en las ventanas y adentro luciérnagas y a la noche esas casitas parecían iluminadas, un día se nos ocurrió prenderles fuego y tiempo después cuando yo comienzo la escuela de Cerámica a los 14 años producto de una charla con mi madre que era un ser maravilloso e inteligente le dije que quería jugar al fútbol y ella me contestó: “Si, vas a jugar al fútbol pero si estudiás” y pensé en estudiar cerámica y voy a un lugar extraordinario que habían sido los estudios de Argentina Sono Films en Bulnes y Rivadavia y ahí veo un mundo maravilloso, extraño, cosas que no son habituales, máquinas, herramientas, objetos y sentí un placer por estar ahí adentro y cuando me empiezo a dar cuenta qué era hacer cerámica me di cuenta que desde muy pequeño yo ya hacía cerámica sin saberlo.

–Como un juego.

–Que es lo que sigo haciendo ahora y en ese momento se hizo una síntesis, esa cosa de la infancia y de la adolescencia y en ese momento me encuentro con el taller de Roberto Obarrio y Mercedes Burnichon dos ceramistas extraordinarios argentinos que me recibieron en su taller y empiezo como ayudante de ellos y aprendí lo que aprenden los aprendices en los oficios en los talleres, cosas insólitas como por ejemplo en ese taller había ciertas libertades: a las cinco de la tarde preparaban mate y nos juntábamos a charlar de la vida de literatura, Mercedes y Roberto nos aconsejaban libros poesías, nos preguntaban si teníamos relaciones sexuales con profiláctico cosa que para la época era impensada, era gente muy evolucionada y nos permitía a nosotros involucrarnos en un mundo distinto. En esas charlas venía el Cuchi Leguizamón, Ignacio Carpani, venía la hija de Antonio Berni personas que no eran las habituales en el mundo y me doy cuenta que la cerámica está rodeada de un montón de hitos que tienen que ver con las formas de vivir, que no es sólo un oficio sino que es mucho más que eso.

–¿En qué sentido?

–Hay trabajos donde vos te encontrás con otras personas y las conversaciones pueden ser si el expediente es el número 23 o el 94, por aquí circulaban las charlas sobre el color la textura de la temperatura, de fenómenos que eran mágicos y uno genera una forma una química que uno hacía que entrara a investigar y es inagotable.

–¿Cómo llegó a ejercer la docencia?

–Llego por un exclusivo error de la naturaleza, militaba en el Centro de Estudiantes de la Escuela de Cerámica eran épocas donde los centros eran estigmatizados y en ese entonces pensaba que la docencia no era lo que me interesaba porque veía la docencia y no veía pasión hasta que conozco a Luis Pardini un gran maestro que nos estimulaba hacia la reflexión y el pensamiento y me ofrece unas horas en la escuela de Avellaneda pero hubo un hecho anterior, una charla con Roberto Obarrio donde me preguntó:¿Te gusta lo que hacés? Le contesté que era muy feliz y me dijo:”Si podés enseñale a una persona lo que vos sabés para que esa persona pueda hacer lo que quiera “. Empiezo la tarea con la docencia me empiezo a entusiasmar que esto de pensar con los alumnos es crecer, no de repetir fórmulas o modelos sino generar un espacio propio de debate.

–Enseñar para que cada uno encuentre su propio estilo para crear. ¿qué particularidades tiene enseñar cerámica?

–Estimular a los alumnos que confíen en sus convicciones, que las fortalezcan, que sean conscientes que pueden modificar su propia historia y la de los demás a partir de elegir lo que les gusta, a romper con el estigma de hacer las carreras tradicionales que son las que dan plata. Yo soy multimillonario tengo mucha gente muy querida amiga, lugares donde puedo ir en cualquier momento a quedarme, eso me lo dio la cerámica y eso es muy valioso para mí, hay otros que se encargan de juntar dinero pero yo tengo más preponderancia en juntar afectos y sobre todo generar proyectos.

–¿Cómo fue la experiencia de fundar escuelas como la de Esquel?

–Estoy en la Escuela de Cerámica de Avellaneda desde 1975. En ese proceso viajábamos todos los fines de semana a Carhué, provincia de Buenos Aires, y armamos el taller municipal, ahí trabajamos tres años todos los fines de semana con cinco amigos y nos repartíamos para atender a niños y adultos todo el día sábado, armamos una carrera, una especie de tecnicatura. En el año 1988 me fui a vivir a Esquel y armé en la Polivalente de Arte la Carrera de Cerámica y luego nos fuimos a vivir a El Bolsón para continuar con una obra que había hecho un gran amigo, Carlos Liporace, que de alguna forma rescató una escuela de Cerámica que había en El Bolsón. En Esquel descubrí la arcilla más hermosa del mundo en la localidad de Piedra Parada que está en el centro de Chubut y pasa el Río Grande, la arcilla estaba en un cerro muy alto y aunque el viaje para rescatarla fue accidentado fue la mejor arcilla que usé en mi vida, roja, intensa, muy plástica.

–¿Y desde el punto de vista del encuentro con otros colegas?

–El Encuentro Argentino de Ceramistas que sigue funcionando y es una maravilla, es el proyecto más democrático y horizontal que conozco, se hace en distintas provincias, ahí no manda nadie manda el sentido común, todo es por votación, las cosas se elijen se debaten, se analizan, el crecimiento a partir de la experiencia del Encuentro Nacional de Ceramistas creo que es un proyecto que habría que divulgar en otras disciplinas.

–Y su experiencia en Villa Gesell ¿Cómo fue?

–Durante trece años viajé todos los fines de semana a colaborar al Taller Municipal de Cerámica que funciona en el bosque de la Villa, hay muchísimos alumnos, ya es una escuela con una tecnología propia y hubo que luchar con directores y secretarios de cultura que salvo excepciones son bastante ignorantes no en lo académico sino ignorantes de la sensibilidad de un mundo donde uno trabaja con seres humanos, no es que somos mejores o peores, es distinto. En Gesell los jóvenes salen a estudiar las carreras tradicionales y yo les planteaba hagamos una carrera, la formación en un oficio que les permita mantener su raíz. Por allí pasan cincuenta mil turistas por año hay que hacer producción de objetos artesanales para que ese turismo compre y que los jóvenes puedan desarrollar su oficio en su propio lugar y sobre todo generar trabajo, entre 1997 y 2002 era dramático, había familias donde todos estaban desocupados.

–¿Qué cambió en la forma de enseñar cerámica?

–Hay más docentes, hay más escuelas, hay más actividad y talleres, hay una producción de tanto de autor como producción artesanal y además hay un desarrollo de una propuesta cerámica más contemporánea americana. Nosotros fuimos formados por las escuelas europeas creo que lo que se hizo en los últimos años es otra forma de ver la cerámica y saber que es un medio de vida un oficio, ya podés proyectas una vida y empezás a notar en ciertos lugares donde no se hacía cerámica porque no hay material en cambio en la Patagonia argentina tiene la mejor materia prima de Latinoamérica en arcilla. Si creás donde hay arcilla un taller de cerámica estás haciendo algo muy ingenioso tenés la materia prima al lado de tu taller eso da una serie de vínculos culturales, en Gesell armamos para varios barrios números de las casas y con el tiempo se lo llamó “el barrio de los números de cerámica”. También todas las placas con los nombres de los detenidos desaparecidos en la Avenida San Juan fueron hechas en la Escuela, se convocó a los amigos, familiares y ellos pusieron el nombre, los nombres están hechos por cada uno de los participantes se involucran cosas que son afectivas, técnicas, culturales, eso es lo que hace que la cerámica tenga un desarrollo en muchos lugares significativo.

–La cantidad de tiempo de un taller de cerámica permite también generar vínculos y nuevas propuestas.

–La cerámica requiere de tiempo en ese ir y venir de los procesos cerámicos como por ejemplo una horneada, hornear pueden ser diez horas y también hay asado, una guitarra, cosas compartidas. El primer Encuentro Nacional de Ceramistas se hace en Puerto Madryn en 1987 asistimos 88 ceramistas y nos parecía una enormidad porque no era habitual juntarse (sólo lo hacíamos en el taller de los grandes maestros) en el segundo Encuentro en El Bolsón ya éramos 120 y se fueron haciendo encuentros cada dos años en distintos lugares de la Argentina ,Litoral, Norte, Patagonia y el próximo se hace en Córdoba y se estima que van a ir 500 ceramistas, el crecimiento se dio no tanto por lo numérico sino por lo que se construye, es un espacio donde se difunden técnicas y aprendizajes, se analizan por qué los ceramistas no podemos luchar para tener una obra social, qué pasa en las escuelas de arte y el recorte en la educación, como se desatienden la infraestructura de los lugares en contraste con el Municipio de Avellaneda donde tenemos en los últimos ocho años un gran proyecto de actividad cultural y edilicia, se hicieron ocho edificios nuevos, ocho institutos de arte, se está haciendo un espacio en lo que es el Museo Contemporáneo con obra de los ceramistas que van a los simposios a hacer sus trabajos y durante esa semana la gente va a mirar como 25 artistas plásticos construyen su obra y la gente pregunta cómo se hace, todo es abierto.

–Usted llegó a la Escuela de Cerámica como docente y llegaste a Director ¿Cómo fue ese proceso?

–En 1975 llegué como docente dos años después me nombran director y en 1985me nombran Rector. Cuando volvés a tu casa luego de siete horas y volvés feliz es un dato único en realidad, nunca trabajé, hace sesenta años que estoy de vacaciones (risas) y encima me pagan y además hago mi producción como ceramista. A la escuela llegan jóvenes y no tan jóvenes que empiezan a modificar la estructura de su vida, empiezan a pensar en armarse un taller a compartir con otros compañeros de vida amistades y también me estimuló para trabajar fuera de la Escuela en los barrios.

–¿Cuáles son los ejes del debate estético en el mundo de los ceramistas?

–Los ejes son ideológicos, tiene que ver con la concepción que se aborda el arte con la mirada del artista que sólo hace su obra o está la otra postura que la cerámica es un arte popular y para que lo sea tienen que tener acceso mucho más amplio del que tiene y hay que llevar adelante una lucha en relación a eso. Una de las posturas que hay es la pérdida del oficio y eso es algo deliberado, muchas personas dejan de hacer algo y se empiezan a formar “habladores de arte” y ahí está el debate cuando se empiezan a juntar distintas corrientes y para muchos es un trabajo diario, constante que muchas veces está vinculado con otras disciplinas, creo que el oficio es hacer algo pensando en los demás, la cerámica tiene esa posibilidad se puede hacer una obra intimista obra de autor, se puede hacer una cerámica utilitaria, popular, artesanal. Si yo le hago un cuenco a mi nieta para que ella coma su arroz con leche tiene una serie de valores, el carpintero que le hacía la cuna a su hijo no es lo mismo que el que la tiene que ir a comprar. Cuando hablo de las rupturas de los oficios en las escuelas de arte hablo de eso. En la escuela en dos meses los estudiantes construyen un objeto para otro, en el taller de alfarería se fabrican tazas para los chicos de los jardines de infantes de Avellaneda, se fabrican números para los vecinos del barrio de la Escuela, macetas para los chicos de primaria que hacen su experiencia en germinación. Aprendés una técnica determinada hacés un producto pero no es para vos, hacer algo pensando en el otro. Hace veinte años el debate era si la cerámica era arte o artesanía.

–¿Cuáles fueron sus referentes en el oficio?

–Roberto Obarrio y Mercedes Burnichon fueron mis maestros, yo me formé entre los 14 y los 19 años y después el maestro Luis Pardini un maestro importante con un perfil muy bajo que no quiso figurar nunca en nada y creo que figuraba en todo. Y otros ceramistas como Guillermo Manié, Carlos Liporace, ceramistas que uno va compartiendo la vida, son referentes, trabajamos el mismo material pero con distintas imágenes y propuestas pero todos nos identificamos con esta cuestión de trasmitir los conocimientos de buscar espacios democráticos y gratuitos donde se pueda difundir lo que nosotros hacemos. En el encuentro en Puerto Madryn se armó un horno en papel descartable, hay un mito de que los hornos son muy complicados y quisimos mostrar que para hacer cerámica no hace falta algo muy complejo, lo que hace falta es tener ganas, este horno con papel descartable que se hace papel y barro húmedo y se iban apilando capas de papel se hacía una cáscara y ahí dentro se hacía fuego y se llegaba a mil grados, ese horno fue utilizado en varios lugares. Si hay algo que identifica a la Escuela de Avellaneda si vos preguntás lo que quieras vas a recibir una respuesta, se acabaron los secretos en el oficio.

–¿Qué cáscaras faltan romper para que la enseñanza de cerámica se jerarquice?

–Nosotros en la Escuela hacemos un Simposio de Cerámica donde van 25 ceramistas argentinos y extranjeros invitados y en una semana hacen su obra, hay charlas conferencias, pasan por la Escuela diez mil personas es un hecho popular en cambio yo hago una exposición personal en la mejor Galería de Buenos Aires pero sirve de argumento a los marchands pero no fue nadie. Es una trampa mortal creer que las galerías de arte que son sólo un negocio es sólo para generar un tipo de marketing y establecer valores económicos pero ¿cuánta gente vio tu obra? Las obras que se hacen en el Simposio trascienden porque mucha gente saca las fotos y llegan a las redes sociales, cada dos años se hace el simposio y hay patrimonio de 25 años de Simposio y hay obra de los mejores artistas argentinos y están a la vista de todo el mundo, eso nos falta que la cerámica sea popular, generar muestras itinerantes en los barrios para que mucha gente que no tiene idea que la cerámica existe empieza a tener presencia. La pregunta siempre es para quién es la obra de arte, quién la produce y cómo hacemos para que el acceso sea cada día mayor. Ahora parece que los curadores son más importantes que los expositores y leés lo que dicen y es una mirada superficial, las estéticas que maneja el poder valora ciertas cosas. Hay una película que hizo Gabriel Pujía el hijo de Antonio Pujía en 2009 que se llama La mostra y se lo muestra a Antonio buscando un buen lugar para hacer una exposición y el hijo filma cómo se organiza una muestra, la Galería X se queda con el cuarenta, cincuenta por ciento de la venta y se ve como él no acepta esas condiciones, él quería que lo inviten y terminó haciendo su muestra en el Sívori un lugar del estado, en esa película se ve cómo funciona el sistema.

–¿Cómo afecta la política económica del gobierno de Cambiemos al conjunto de los ceramistas?

–En los últimos diez años muchos estudiantes e pusieron su taller y se incorporaron al mercado laboral y esto tiene que ver con la supresión de importaciones, se generaba trabajo desde la Escuela y nos venían a pedir trabajos, hicimos círculos a partir de un sistema cooperativo para la compra de tornos alfareros, generamos muchos talleres de producción y hoy muchos alumnos cierran el taller, piden trabajo, estamos hablando de las ilusiones y los sueños de estudiantes que trabajaron años de su vida para encontrarse en un medio donde otra vez sus productos no son necesarios y si se importan zanahorias y limones ¿por qué no cerámica? Y las escuelas tienen una doble tarea, seguir formando y hacer un frontón en lo afectivo para contener estas cuestiones que empiezan a aparecer, alguien tiene que hacerse cargo de esta situación.

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Imagen: Guadalupe Lombardo
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    “Creo que el oficio es hacer algo pensando en los demás”
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