Tango, mucama, milonga, candombe, mandinga, bochinche, quilombo, maní. Estas palabras son una mínima fracción de los vocablos de origen africano que utilizamos habitualmente. Lo negro está en los cimientos mismos de nuestro cultura, aunque pocas veces se lo reconozca. Con el modelo hegemónico de hombre-blanco-europeo, lo negro ha venido siendo degrado aquí y allá por lo menos desde la época en que se dio el proceso de conquista-colonización en América, cuando llegaban de a miles para vivir como esclavos en estas tierras.

“Desconocer a los afrodescendientes en el país es no reconocer nuestra identidad”, sentencia la doctora en filosofía Dina Picotti, una de las personas que más han estudiado y difundido el tema de la presencia afro en nuestro país. Doctorada en la Universidad de Munich (Alemania) con una tesis sobre la superación de la metafísica en Martin Heidegger, Picotti volvió al país a comienzos de la década del ’70, casada con un ingeniero guineano (negro él) y con la inquietud acerca de cómo desarrollar su tarea académica con una visión que tuviera relación con la historia propia de su país.

Parte de sus investigaciones sobre la temática se encuentran plasmadas en obras como: A los 500 años del choque de dos mundos 1492-1992, El descubrimiento de América y la otredad de las culturas, Pensar desde América y La presencia africana en nuestra identidad.

Ha sido decana de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Morón y actualmente es directora del doctorado de filosofía de dicha universidad. También es directora del Instituto de Pensamiento Latinoamericano de la Universidad Nacional Tres de Febrero y profesora en la Universidad Nacional de General Sarmiento. Investiga en temas de filosofía contemporánea, filosofía de la historia y pensamiento latinoamericano.

Dina Picotti conoció personalmente a Martin Heidegger mientras realizaba su doctorado en Alemania y obtuvo su anuencia para traducir algunas de sus obras, entre ellas, Aportes a la filosofía, Meditación y Sobre el comienzo. Afirma que este autor le resulta sumamente fructífero a la hora de pensar la cuestión de la negritud. “Yo dialogo con Heidegger porque entiendo que sólo si parto de ese plano más originario que es lo que acaece puedo apreciar estas culturas, pero si yo parto de un ‘yo pienso’ (cartesiano), voy a discriminar, porque voy a querer entender desde ahí lo otro que es diferente.”