Hace ya una década que conocí y entrevisté al padre José María Di Paola, más conocido como el “padre Pepe”, en la pequeña iglesia de la Virgen de Caacupé, en la calle Osvaldo Cruz, de la Villa 21 Barracas (nota en “Diálogos”, 23 de febrero de 2004), estaba presente en el almuerzo que le siguió a la charla el padre Lorenzo de Vedia, más conocido como el padre Toto. Toto estuvo poco y partió rápido a otras labores. Quizás algo importante de esa reunión fue que Página/12 proporcionó así amplia cobertura por primera vez a la labor del grupo de curas villeros. A ese encuentro de mediodía (milanesas con ensalada mixta y Vasco Viejo tinto) le siguieron otros. Si bien nos veíamos a veces en Barracas, el contacto se interrumpió cuando el padre Pepe fue trasladado a Santiago del Estero a raíz de una serie de amenazas originadas en algún grupo de narcotraficantes. El padre Toto llegó hace quince años a la Villa 21. De ahí fue trasladado a una iglesia algo gris y tristona cerca de Constitución. Luego de la partida del padre Pepe, Toto regresó a la más colorida y concurrida parroquia Nuestra Señora de Caacupé. La sensación de actividad y movimiento surge en parte de los orígenes de la santa en la provincia de Corrientes y en Paraguay y de la nutrida migración que llega desde el norte a la villa. Esa sensación de intensidad que transmite la Villa 21 Barracas surge de su gente, a la que la sociedad porteña le atribuye todo tipo de delitos y crímenes. Siendo vecino del lugar muchas veces siento más temor caminar por el Barrio Norte o Palermo que transitar por esa zona del sur porteño. La buena impresión naturalmente la da su buena gente, que estudia, trabaja, produce, o como Julio Antonio Arrieta, cineasta y actor más conocido como el Payaso Arrieta que siempre animaba algún corso pero también hacía cine documental, actuó en la tira Tumberos y era autor de una espeluznante historia acerca de cómo la Villa 21 salva al mundo de una invasión de extraterrestres. El tema lo llevó al cine un director italiano. Arrieta participó en un “Diálogo” para Página/12 (publicado el 3 de febrero de 2003). Murió hace un año, a los 62. Hace algunos meses, a poco de la elevación del cardenal Jorge Bergoglio a papa Francisco I, el 13 de marzo pasado, la villa y su iglesia cobraron notoriedad, por la protección que el ex arzobispo le había dado al padre Pepe y la amistad que ya de antes se había generado. Pasaron casi diez años desde aquellos Diálogos en la Villa. Era más que hora de volver a ver al padre Toto para una actualización. Aun apurado el padre Toto, hoy de 47 años, trata de atender a todos los que golpean a su puerta solicitando la más diversa ayuda y trámites. En ese correr, logramos desarrollar este Diálogo.