ECONOMíA › CAIDA SALARIAL DEL 30% TRAS LA DEVALUACION
Pocos empleos y los pagan mal
No eran pocos los que pronosticaban que el mercado laboral iba a sufrir por la devaluación, pero la realidad fue peor de lo imaginado por los más pesimistas. Un trabajo de la Sociedad de Estudios Laborales, que dirige Ernesto Kritz, demuestra que más que el desempleo –pese a un aumento considerable–, lo que golpeó más duramente al mercado laboral en este año fue la caída en el salario real. Incluso considerando el aumento transitorio de 100 pesos para los trabajadores formales y un aumento promedio del 20 por ciento en los salarios en empresas líderes, el deterioro del costo laboral promedio en el sector privado alcanzaba al 30 por ciento en agosto, con respecto al nivel previo a la devaluación.
Según el análisis de SEL, “la caída pronunciada del costo laboral evitó que el desempleo fuera aún mayor”. Y el empleo no cayó poco, por cierto. La tasa de ocupación (proporción de la población que trabaja) cayó en mayo a su nivel más bajo desde el inicio de la crisis laboral. Entre mayo de 2001 y el mismo mes de este año, la cantidad de desocupados creció en 660 mil personas y al mismo tiempo se retiraron del mercado cerca de 170 mil personas, presuntamente desalentados por no conseguir trabajo o por las bajas remuneraciones ofrecidas.
La suposición inicial era que la devaluación iba a producir una transferencia intersectorial de ingresos, favoreciendo a los sectores productores de transables. Sin embargo, en un contexto fuertemente recesivo y con severas restricciones financieras, “para muchas empresas, especialmente las más pequeñas”, la reducción salarial en términos reales “se ha convertido en el eje de un precario equilibrio”, destaca el trabajo de SEL. “Es posible que en el futuro inmediato esto frene el aumento del desempleo”, apunta el informe, “la contrapartida es que extiende el costo del ajuste a los que conservan la ocupación”.
El otro factor que incidió a favor de la caída en el costo laboral es la notable y persistente precarización del empleo subsistente. Más del 90 por ciento de los empleos destruidos entre el 2001 y 2002 son formales. Entre los empleos asalariados privados estables en blanco, la destrucción al mes de mayo (en comparación a la medición del año anterior) alcanzó al 13,5 por ciento. Considerando los no asalariados (empleadores e independientes con capital propio), la pérdida agregada de empleo del sector privado formal superó el 15 por ciento con respecto a 12 meses atrás.
“Esto significa –concluye SEL– que la destrucción de empleo se concentró en el segmento de mejor calidad laboral, más moderno y más competitivo.” En oposición, la modalidad de trabajo informal que crece es la de más baja productividad y mayor precariedad. “Se trata de empleo intermitente, de ingresos muy bajos y de gran variabilidad, siempre en negro”, reza el informe, que además señala que para esta calificación el ingreso promedio es de apenas 267 pesos mensuales, “un tercio de lo que ganan los asalariados formales”.