ECONOMíA
› EN EL 2003 EL GASTO PUBLICO REAL SERIA UN TERCIO MENOS QUE EN EL 2001
Para bajar el gasto, la inflación
Resuelto el problema del déficit, bancos, FMI y privatizadas presionan para aumentar servicios públicos y liberar el cambio.
› Por Claudio Scaletta
En el FMI dejaron de preocuparse por el ajuste fiscal. La inflación ya hizo su trabajo y el proyecto de Presupuesto 2003, que cuenta con el consenso del Congreso, muestra una caída del gasto primario del 33 por ciento con respecto al del 2001. Solucionado el problema de la Corte, las exigencias del Fondo, en línea con las demandas de bancos y privatizadas, se concentran ahora en el ajuste de las tarifas de los servicios públicos, tema de especial sensibilidad para los países europeos y que desvela al ministro Roberto Lavagna. A un paso del magro acuerdo para refinanciar vencimientos, sólo resta el ajuste fino. En el centro del debate se encuentran las “restricciones cambiarias”, uno de los pocos instrumentos de política económica que el Gobierno intenta retener.
Fuentes del Ministerio de Economía dijeron a este diario que el borrador de carta de intención traído de Washington por el secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, “no será la última versión”, pues “tras la devolución que hicieron a nuestra presentación de agosto, ahora se comienza a trabajar en producir un tercer documento que, esperamos, será el definitivo”. De acuerdo con la fuente, el tema sería tratado hoy mismo por Lavagna y sus colaboradores más íntimos.
Si bien todavía existe la exigencia formal de una pequeña corrección en la metas de superávit tanto de la Nación como de las provincias, la presión del FMI está puesta ahora en satisfacer las demandas de sus integrantes europeos. Esto es, ajustar las tarifas de los servicios públicos, algo que Lavagna repitió la semana pasada a quien quisiera oírlo.
En el Fondo tampoco se olvidan de las demandas de los bancos locales para dar marcha atrás con las tibias medidas de control cambiario, uno de los pocos instrumentos de política monetaria que desde el Palacio de Hacienda intentan retener. Según pudo saber Página/12, el organismo se conformaría en principio con la promesa de una “liberalización gradual”, es decir, la posibilidad de una mayor liquidación de exportaciones en los bancos y no en el Central, y menores restricciones a la salida de divisas.
Lo que definitivamente parece haber quedado atrás es el tic nervioso del ajuste fiscal, un tema que también abandonaron los economistas del establishment. La razón es sencilla: la tarea más dolorosa ya fue consumada por la inflación.
Un trabajo realizado por el economista Claudio Lozano sobre los números del Presupuesto 2003 muestra que, medidos en pesos del 2001 –es decir, sin considerar los efectos de la inflación producida tras la devaluación-, el total de recursos presupuestarios, 39.774 millones, serán 606 millones superiores a los del 2002, pero casi 9500 millones inferiores a los del 2001 (-19,2 por ciento).
En tanto, la recaudación esperada será el 10,7 por ciento menor que la del último año de Cavallo en el Ministerio de Economía. Y esto a pesar de que los recursos del 2003 incluyen ingresos por retenciones, que no existían en el 2001, que serán equivalentes al 21 por ciento de los ingresos públicos esperados. En este marco, las contribuciones a la Seguridad Social, por ejemplo, serán el 41,6 por ciento menores que las del 2001.
Así, la gran preocupación de los economistas ortodoxos durante los últimos años, el gasto primario, resultará en el 2003 un 7,9 por ciento inferior al 2002 y un 33,3 por ciento menor que en el 2001. Y lo que más importa a los acreedores internacionales: el superávit primario del próximo año será de 5600 millones, siempre en pesos del 2001, 384 por ciento más que en dicho año.
Por último, el economista de la CTA destaca que el 43 por ciento de incremento en los recursos fiscales que se prevé para el 2003 –a valores corrientes comparados con los del 2001– provienen de las retenciones. El resto lo hace por la suba de precios, es decir, a costa de la profundización de la distribución regresiva del ingreso. Estos números dejan claro por qué, aunque no hayan existido mejoras en la recaudación real, los funcionarios del FMI dejan trascender que la Argentina realizó avances en el terreno fiscal. En el 2003, el gasto público habrá caído respecto del 2001, y a valores de dicho año, en 17.040 millones.