Mié 31.12.2008

ECONOMíA  › UN AñO DE FUERTES PéRDIDAS EN EL VALOR DE LOS ACTIVOS FINANCIEROS

El año en que perdieron todos

Tomados de punta a punta del año, los indicadores bursátiles registraron bajas del 30 al 70 por ciento, aquí y en el mundo.

Fue un año esquivo para el “dinero fácil”. En un mundo muy acostumbrado en las últimas décadas a las ganancias rápidas, este año los activos financieros marcaron caídas del 30 al 70 por ciento. La crisis subprime arrastró a todos los indicadores bursátiles a pérdidas históricas y la plaza local no fue la excepción: el panel de acciones líderes Merval cerró 2008 con una caída en dólares de 54 por ciento, el peor desbarranque desde su creación. En la última parte del año la caída careció de lógica y los rojos no hallaron sustento en las ganancias millonarias ni en los dividendos pagados en el año por esas mismas compañías. El dólar sufrió tres sacudones en el año que lo llevaron a apreciarse 31 centavos, el equivalente a 9 por ciento por encima de diciembre de 2007, hasta finalizar en los 3,47 pesos. La estabilización de la moneda implicó una pérdida para el Banco Central de unos 4000 millones de dólares en reservas internacionales.

“En una crisis sistémica, pierden todos”, justificaron a Página/12 desde una sociedad de Bolsa. Con el agravamiento de la crisis hipotecaria de alto riesgo en Estados Unidos y su impacto directo en el sector real, los indicadores bursátiles comenzaron a deslizarse por la pendiente. A mediados de septiembre, las pantallas de Wall Street mostraban las peores caídas de su historia, convirtiéndose en el epicentro del hundimiento de un sistema sin control estatal.

Los bancos de inversión norteamericanos recibieron varios salvavidas por parte de la administración Bush, pero esos rescates “billonarios” no evitaron que la crisis se cobrara varias víctimas, como la desaparición del Lehman Brothers, y se trasladara a otros sectores, como el automotor.

El Citigroup, Bear Stearns, Fannie Mae, Freddie Mac, AIG, Merrill Lynch, Washington Mutual y Wachovia encabezaron la lista de gigantes financieros víctimas de malas inversiones. “Lo paradójico es que el único activo con rendimiento positivo en el año haya sido el bono del Tesoro estadounidense”, señaló un inversor. El resto de los activos se derrumbaron.

El Dow Jones, de papeles industriales, cayó en Nueva York 35 por ciento. El índice Nasdaq, donde cotiza gran parte de las empresas de tecnología e Internet, retrocedió un 42 por ciento. Del otro lado del océano, las Bolsas europeas perdieron en promedio más de 40 por ciento. La Bolsa de Tokio, la más importante del mundo después de Wall Street, cerró el peor año de su historia con un rojo de 42 por ciento, arrastrada además por la apreciación del yen.

En el país se sumaron conflictos internos que le imprimieron volatilidad al mercado local. El lockout granario y la estatización de las administradoras de fondos de pensión generaron una ola especulativa que desencadenó en una corrida hacia el dólar. Ambas situaciones generaron dos movimientos alcistas en la cotización de la divisa, de los cuales el primero logró ser neutralizado por el Central. En la primera corrida, el Central jugó fuerte en el mercado de dólar futuro y obtuvo un rendimiento de entre 150 y 200 millones de dólares que les ganó a los especuladores en la pulseada.

En el cuarto trimestre la fuga de capitales se intensificó y el Gobierno debió extremar sus controles en el mercado informal. Tanto desde el Central como desde la Comisión Nacional de Valores se implementaron trabas a la operatoria de contado con liquidación, mediante la cual se fugaron unos 700 millones de pesos. No obstante, sobre el cierre del año el organismo monetario fue permitiendo subas escalonadas para el dólar, con el objetivo de mantener la competitividad con Brasil. “Hubo un antes y un después de la quiebra del Lehman”, reconoció a este diario una alta fuente del Central.

La moneda brasileña sufrió en el año una devaluación del 23,2 por ciento luego de haber obtenido una apreciación de 14 por ciento en la primera mitad del año. Esto provocó varios planteos de los industriales argentinos para que se eleve el valor del dólar. Sin hacer explícito el guiño al sector fabril, el Central llevó el dólar a 3,47 pesos, su mayor valor desde que comenzó la recuperación de la actividad, en 2003. La recuperación en el valor de los commodities agropecuarios –pasaron de un record histórico a precios por demás deprimidos– permitió también que se equilibrara el mercado y que el Central recuperara parte de sus reservas. El stock cerró el año en 46.374 millones de dólares.

Como siempre, los inversores locales siguieron la tendencia mundial, sin percatarse de los resultados operativos de las empresas. A diferencia de lo que sucedía en Estados Unidos y Europa, 94 sociedades que cotizan en el mercado local registraron al tercer trimestre una ganancia de 11.869 millones de pesos, lo que representó un aumento de 36,9 por ciento contra el acumulado de 2007. Durante el trimestre hubo 17 sectores con resultados positivos, mientras que sólo cuatro registraron pérdidas.

Sin embargo, el Merval finalizó con un deterioro histórico. Cerró el año con un derrumbe de 49,8 por ciento. Firmas emblemáticas como Tenaris perdieron 48,4 por ciento; Petrobras, 77,6 por ciento, y Pampa Holding, un 60,2 por ciento.

Los títulos públicos tampoco pudieron evitar el recorte, a pesar incluso de la intervención oficial del Central y la ANSeS apuntalando algunos precios. El Descuento en pesos cedió 49,6 por ciento; el Par, 64,4 por ciento; el Boden 2012, 33,1 por ciento; y el Boden 2014 cerró con una baja de 61,2 por ciento.

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