ECONOMíA › OPINION
› Por Raúl Dellatorre
La disputa es seguida de cerca, por lo menos, desde cuatro capitales: Madrid, Roma, México D.F. y Buenos Aires. Pero en otros puntos geográficos también estarán atentos a los resultados de esta batalla, un capítulo más en esta prolongada guerra de monopolios en el negocio telefónico.
Telefónica de España fue denunciada ante la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC) en Argentina por Carlos Slim, titular de América Móvil (CTI en Argentina, ahora Claro), y por el grupo Werthein. Slim, por considerar que su compañía celular en Argentina podría resultar perjudicada con el ingreso de Telefónica de España en Telecom Argentina, conformando un monopolio en el mercado de las telecomunicaciones local.
Es interesante ver la evolución histórica de la confrontación entre el mexicano Slim y la firma española, teniendo como escenarios a lo largo de los últimos cinco años en distintas capitales del subcontinente. No hay misterios ni intereses ocultos en esto, ambos pelean por un mismo botín: apropiarse de la parte más sustancial posible del mercado de telecomunicaciones de Latinoamérica. El presente capítulo argentino puede inscribirse en ese contexto.
Hasta ahora, la disputa más feroz entre ambas compañías se había dado en territorio brasileño. La española llegó primero, cuando en los ’90 y bajo el gobierno de Fernando Henrique Cardoso logró posicionarse fuerte en las compañías que iban pasando a manos privadas. Slim llegó mucho más tarde, dio batalla directa contra Telefónica por la operadora de larga distancia Embratel y finalmente debió admitir la superioridad de Telefónica en un mercado que cuidó con la inteligencia de un estratega de guerra. Marcó diferencias sobre su rival tanto en telefonía fija como en celular.
Las inversiones multimillonarias del grupo mexicano apenas le sirvieron para obtener ventajas en la innovación tecnológica (servicio 3G en San Pablo y Río), pero no para acortar distancias en participación de mercado. La última gran derrota de Slim fue, nada menos, frente a la entidad reguladora brasileña, Anatel, cuando ésta resolvió que el ingreso de Telefónica a Telecom Italia no afectaba sus participaciones en Brasil, un resultado que no se puede trasladar automáticamente a la Argentina porque se trata de mercados diferentes.
Pese a la derrota en Brasil, Slim sigue dando pelea. Ahora, en Argentina. Aunque el interés de los Werthein, como socio de Telecom Argentina, aparece como más directo que el de Slim, éste tiene en juego valores estratégicos. Prácticamente no hay analista que dude de que Telefónica de España y América Móvil serán, dentro de una década o dos, los únicos proveedores de importancia en la región. Entre ambas, hoy suman el 65 por ciento de los dos mercados principales, Brasil y México. Pero mientras que la española domina en la mayoría de los mercados medianos y grandes de la región, el grupo Slim sólo lo hace localmente, en México. Es por eso que la batalla por el mercado argentino es tan vital para sus intereses.
Telefónica de España tiene un largo recorrido en Argentina. Llegó primera, dominó con sus ofertas la licitación de Entel e hizo la mejor oferta en las dos zonas, sur y norte, debiendo optar por una. Luego, extendió sus negocios a los medios de comunicación, con suerte dispar pero jugando fuerte, siguiendo una estrategia internacional que luego abandonó. Ahora volvió a concentrar sus fuerzas en las telecomunicaciones, en particular en Latinoamérica. Con audacia, pero con paciencia. Argentina no es un objetivo en sí, sino una pieza más en el tablero.
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