ECONOMíA
› EL GOBIERNO CAMBIO SU ESTRATEGIA COMUNICACIONAL ANTE LA DUREZA DEL FMI
Vivir sin el Fondo ya no es tan terrible
Diversos voceros oficiales coincidieron ayer, no por casualidad, en dejar en claro que las dificultades para un acuerdo con el organismo ya no le quitan el sueño al Gobierno. Lavagna viaja a Europa para tratar de sumar aliados en la dura etapa que se avecina.
Todo el entusiasmo del Gobierno por el resultado de la cumbre con gobernadores y líderes parlamentarios del último lunes parece haberse esfumado. La destemplada respuesta del portavoz del FMI, Thomas Dawson, al documento de los 12 puntos pegó con dureza en las expectativas oficiales. Cinco altos funcionarios coincidieron ayer en describir un panorama oscuro en las negociaciones con el organismo. Con matices, cada uno de ellos reconoció que difícilmente habrá acuerdo mientras Eduardo Duhalde ocupe la presidencia y que hay que ir pensando en “vivir con lo nuestro”.
Al secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, le consultaron en un seminario en Brasil si existe la posibilidad de que las negociaciones culminen el mes que viene. Su respuesta fue la siguiente: “No hay razón para especular sobre la necesidad de llegar a un acuerdo en diciembre. Nosotros tenemos una firme vocación negociadora y si tenemos que continuar las conversaciones en los primeros meses del próximo año, no tenemos problemas. Para eso no hay plazos”.
El apuro por firmar en diciembre es por los próximos vencimientos con los organismos internacionales. Después del default con el Banco Mundial, el Gobierno estará otra vez el mes que viene frente a la decisión de extender o no la cesación de pagos al BID y al FMI. El dilema quedaría salvado si hubiera acuerdo. Sin embargo, Nielsen le restó importancia a la cuestión y prácticamente anticipó que el Gobierno se prepara para seguir negociando en el verano. Otros funcionarios destacaron que la prioridad es cuidar las reservas.
A medida que pasan los días, va quedando claro que el Gobierno está dispuesto a caer en default con el FMI y el BID antes de afectar las reservas del Banco Central. El secretario de Política Económica, Oscar Tangelson, reconoció que hay posibilidades de que se frustren las conversaciones con el FMI. En ese caso, “deberemos procurar crecer con los recursos disponibles y no se podrá pagar la deuda incumplida al Banco Mundial”.
Otra pregunta recurrente es si el tema de fondo no es que el FMI no tiene voluntad de acordar con este gobierno. “Es un planteo que habría que hacerse”, respondió el secretario general de la Presidencia, José Pampuro. “Las disidencias ya llegan al límite”, se quejó el funcionario y enfatizó que “la Argentina está recibiendo demasiados castigos por esta situación”. El tono de lamento que utilizan los funcionarios para referirse a las discusiones con el Fondo contrasta con expresiones del tipo “el acuerdo está más cerca que nunca” o “el acuerdo es cuestión de horas” a las que apelaban semanas atrás. La estrategia de comunicación del Gobierno pasó de un extremo a otro.
Por caso, el ministro de la Producción, Aníbal Fernández, aseguró que en su cartera se manejan como si el convenio estuviera descartado. “Nuestro ministerio realiza todas las políticas de producción y de reactivación en términos pesimistas, es decir sin tomar en cuenta la posibilidad de un acuerdo”, mencionó. En rigor, expresiones tan terminantes parecen fuera de sintonía. Así como era poco creíble que el acuerdo fuera cuestión de horas, tampoco se sostiene que el Gobierno esté dando por agotadas las chances de pactar con el FMI. En todo caso, seguirá negociando hasta el final. Lo que es cierto es que evidentemente las perspectivas no son las mejores.
Nielsen expresó en un seminario con empresarios en Río de Janeiro que “el Gobierno se mantiene muy optimista, pero no podemos hablar de plazos”. En cambio, el presidente provisional del Senado, Juan Carlos Maqueda, expuso su malestar por la respuesta del FMI al documento que firmaron gobernadores y legisladores. Criticó el “continuo desafío de la línea burocrática del Fondo, que no se compadece con la posición de los integrantes de los países desarrollados como Francia, Italia y España, y también de Brasil que están bregando para que se le acepte a la Argentina todas las acciones posibles para acordar con el FMI”. La posición del Gobierno es seguir discutiendo, pero si el organismo persiste en su intransigencia no utilizará las reservas para cubrir vencimientos ni modificar la política económica. Nielsen subrayó que “no cambiamos ninguno de los puntos centrales de nuestra política y no vamos a cambiarlos, por el simple detalle de que están funcionando bien”.
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