La Mesa de Enlace aprovechó los festejos por el Bicentenario para volver a protestar contra la política agropecuaria oficial. Alfredo De Angeli lo hizo el domingo en Gualeguaychú y ayer Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) llamó a manifestarse este 25 de Mayo “renovando la convicción de ser libres de gobiernos opresores”. Los reclamos son casi los mismos que vienen sosteniendo los dirigentes rurales desde que se rebelaron contra la Resolución 125 en marzo de 2008, pero, a diferencia de lo ocurrido entonces, el presente los encuentra con menos poder de movilización y más internas. La extraordinaria rentabilidad que están obteniendo con la soja, la carne y la leche sin duda influyó para que ello ocurra.

De Angeli sostuvo el domingo que “el campo se encuentra igual o, en algunos casos, peor que en 2008”. Si se toma en cuenta que durante ese año, el propio De Angeli afirmaba que los productores perdían plata, ahora la situación debería ser desesperante. Sin embargo, ni en 2008 ni en los primeros meses de este año han tenido que enfrentar problemas de rentabilidad. Lo que han buscado en todo momento es maximizar su ganancia y lo vienen consiguiendo con creces.

Sólo el año pasado, los chacareros tuvieron que enfrentar en algunas zonas dificultades, pero no fue por la política agropecuaria sino por la mayor sequía que se registró en los últimos cien años. Los datos que suele citar el dirigente federado sobre la caída en la cosecha de trigo y la disminución de cabezas de ganado se explica por esa sequía y por la rentabilidad de la soja, que desde mediados de los ’90 no sólo desplazó al trigo y a la ganadería sino a todo lo que se le puso enfrente.

Según el Ministerio de Agricultura, este año la cosecha de soja llegará a 53,5 millones de toneladas, un nuevo record histórico, superando en un 12,7 por ciento el volumen de la campaña 2006/07. Eso es por la expansión de la superficie cultivada (18,5 millones de hectáreas) y por la mejora en la productividad promedio (31 quintales por hectárea, contra 19 del año pasado y 26,5 de los últimos tres años). Esta situación es la que mantiene tranquilos a los sojeros pese a las retenciones, aunque la CRA haya distribuido la semana pasada un insólito comunicado en el que aseguró que los beneficios de la cosecha de soja son para el Gobierno porque los productores “tuvieron márgenes ajustados”. Incluso llegaron a decir que “si los rindes hubieran sido el promedio de las últimas campañas, el productor medio habría tenido dos años consecutivos de quebranto”. La pregunta que surge en ese caso es por qué la soja cosechada creció 76 por ciento luego de la sequía si finalmente los productores lograron obtener un “margen ajustado” que sólo se explicaría por una productividad record. Además, no aporta nada y resulta obvio decir que alguien que ganó mucho hubiera ganado menos si su ingreso hubiese sido menor.

También mejoró notablemente la situación de los ganaderos. Desde el 30 de noviembre, hace menos de seis meses, el precio del kilo vivo de novillo en Liniers aumentó 84,8 por ciento (3,49 a 6,45 pesos), mientras que el de novillito subió 84 por ciento (3,83 a 7,05), el de vaquillona 60 (3,93 a 6,29) y el de ternero 71 por ciento (4,11 a 7,04 pesos).

En el caso de la leche el repunte fue similar. En junio de 2009, la industria les pagaba a los tamberos 76 centavos por litro en promedio con picos de 82 centavos, sin contar las compensaciones. Ese monto era equivalente a 22 centavos de dólar, mientras que los productores de Uruguay, Nueva Zelanda e Irlanda cobraban entre 17 y 20 centavos. Igual el lobby lechero se mantuvo y logró que en agosto el Gobierno elevara la compensación de 10 a 20 centavos por litro para los 3000 primeros litros de quienes producen hasta 12.000 litros por día (el 90 por ciento de los tambos). Poco tiempo después la industria mejoró su retribución debido a la escasez de leche y el aumento del consumo. Actualmente las usinas pagan entre 1,15 y 1,25 peso por litro, con picos de hasta 1,40 peso, y además Agricultura mantuvo las compensaciones de 20 centavos por litro.

Lo que no queda claro en este contexto es cuál es el “gobierno opresor” que preocupa tanto a la CRA.

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