ECONOMíA › TRAS EL FRACASO POR IMPONER SUS INTERESES EN LA CUMBRE DEL G-20, EE.UU. EVALUA COMO ENFRENTAR LA CRISIS SIN CONSENSOS
Cualquiera de las dos herramientas podrían ser jugadas en defensa de los intereses de Estados Unidos, si los demás bloques económicos se siguen resistiendo a aplicar las políticas que más le convienen a Washington.
› Por Fernando Krakowiak
Desde Seúl
Luego del estallido de la última crisis financiera internacional, Estados Unidos comprendió que las soluciones no estaban dentro del G-8 y les abrió el juego a las economías emergentes más dinámicas que ya no respondían a los designios del Fondo Monetario Internacional (FMI). Así fue como en 2008 se reflotó el G-20, que había surgido en 1999 pero hasta entonces cumplía un papel casi decorativo. Entonces empezaron a pisar más fuerte China, Brasil, India, México y Argentina, entre otros. En medio del tembladeral, las potencias prometieron el oro y el moro: enterrar el Consenso de Washington, terminar con los paraísos fiscales, correr del centro de la escena a las calificadoras de riesgo y reestructurar el Fondo Monetario Internacional, pero a medida que la situación se fue estabilizando las medidas más radicales comenzaron a ser cajoneadas o fueron suavizándose. A partir de ese momento la intención fue utilizar al G-20 como un espacio para disciplinar a las naciones en desarrollo, en particular a China. El problema de Estados Unidos es que el G-20 no es un instrumento más, sino la expresión de un nuevo orden mundial. Por lo tanto, aunque sepan que el objetivo es presionarlos, los emergentes juegan el juego, se le animan al gigante e incluso de vez en cuando le mojan la oreja, como ocurrió esta semana en Seúl.
Estados Unidos llegó a la reunión de ministros de Economía del G-20 a fines de octubre con una propuesta bajo el brazo que apostaba a transferir el costo de la crisis a las naciones en desarrollo y poder despegar más rápido. El secretario del Tesoro estadounidense, Timothy Geithner, propuso limitar los superávit y déficit al 4 por ciento del PBI y forzar al mismo tiempo a que las economías con monedas supuestamente “subvaluadas” tuvieran que concretar una apreciación. El combo le fue rechazado en la previa y también en la cumbre de presidentes.
El documento final no habla de límites cuantitativos para el déficit y el superávit y la crítica a las “devaluaciones competitivas” es una herramienta a futuro, pero de ninguna manera obliga a China a revaluar. El presidente chino, Hu Jintao, se encargó de quitar del borrador el término “subvaluación competitiva”, que trabó la negociación hasta el final porque dejaba instalada la idea de que el yuan debe apreciarse. Este freno fue posible porque los emergentes jugaron fuerte y de manera articulada. El presidente brasileño, Lula Da Silva, cuestionó en muy duros términos a Estados Unidos en la conferencia de prensa que dio el jueves pasado. Dijo que el dólar no puede ser la única moneda de referencia y que los BRIC (Brasil, Rusia, India y China) van a dejar de comerciar con la divisa estadounidense. A Cristina Fernández de Kirchner se la vio “apagada” por la reciente muerte de su esposo, pero igual la posición argentina fue coherente con su historia reciente, aunque con menos fuegos de artificio.
Del otro lado, Estados Unidos no paró, en cambio, de sumar complicaciones. Su decisión de inyectar 600 mil millones de dólares a través de la Reserva Federal para forzar una devaluación del dólar le costó las recriminaciones de Alemania, un aliado para embestir contra China, que esta vez se mostró distante.
En este contexto, los emergentes lograron colar la defensa de sus propias políticas proteccionistas frente al embate de los fondos especulativos, como quedó plasmado en la propuesta de Brasil en favor de las restricciones al ingreso de capitales golondrina, que también aplica Argentina (ver recuadro).
Igual la cancha no estuvo tan inclinada. El gobierno de Obama también logró incorporar algunos puntos en el documento final para volver a la carga en el futuro. Uno es el fragmento en el que se remarca que “los grandes y persistentes desequilibrios evaluados en comparación con lineamientos indicativos a ser acordados justifican una evaluación de su naturaleza y de las causas fundamentales de los impedimentos a su ajuste, reconociendo la necesidad de tomar en consideración las circunstancias nacionales o regionales incluyendo a los grandes productores de commodities”. Una medida pensada para China.
Luego hay otro párrafo que habla de expandir el proceso de evaluación mutua con pautas a ser acordadas. Y afirma expresamente que es necesario desarrollar esos lineamientos indicativos con el apoyo técnico del FMI para elevárselo a los ministros de Finanzas y gobernadores de los bancos centrales para la asamblea del FMI de 2011. Fuentes argentinas dijeron a este diario que les genera preocupación el papel que está cumpliendo el Fondo a las órdenes del G-20. Otros emergentes como Brasil y China también lo saben, pero apuestan a dar la pelea desde adentro del organismo multilateral. Con la reforma aprobada esta semana, que recién se efectivizaría en 2012, los BRIC tendrían poder de veto (más del 15 por ciento de los votos) si operan en conjunto.
En ese plano, lo que disputan es casi una partida de ajedrez. Las otras cartas que se terminen jugando dependerán de cómo evolucione la economía internacional. Si se estanca nuevamente a raíz de un estallido puntual, como podría ser el de Irlanda, Estados Unidos podría borrar con el codo lo que escribió con la mano en Seúl y promover un mayor proteccionismo comercial, como lo hizo en la década del ’30. Si, en cambio, todo permanece estable, volverán con el Fondo, que está siempre listo.
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