ECONOMíA › DE MENDIGUREN ELOGIó EL MODELO DE DESARROLLO Y DESLIZó CRíTICAS HACIA SUS PARES EN LA UNIóN INDUSTRIAL
El flamante titular de la UIA se identifica con el modelo de desarrollo nacional “que existe por primera vez en muchos años”. Y marca diferencias con otros sectores de la dirigencia empresaria. “Todavía hay quienes no creen que esto llegó para quedarse.”
› Por Roberto Navarro
“Tenemos un modelo de de-sarrollo nacional después de muchos años”. La frase es del flamante titular de la Unión Industrial, Ignacio de Mendiguren, durante la entrevista exclusiva que concedió a Página/12. Pero también hay reclamos. “Es necesario solucionar el problema de los juicios por accidentes laborales y dar un marco a las negociaciones salariales, que, en algunos casos, son irracionales”, sostuvo. De Mendiguren, que volvió a la presidencia de la UIA en medio de una lucha interna que casi termina dividiéndola, asegura que podrá comandar la entidad. En la charla, el empresario alabó la convocatoria al diálogo, pero se manifestó remiso a propuestas del Gobierno como el reparto de utilidades con los trabajadores y el nombramiento de nuevos directores en las empresas en representación de la Anses.
–Usted fue presidente de la UIA. ¿Qué cambió en ese tiempo?
–Lo primero que encontramos es una sociedad que hoy debate política. Hoy está absolutamente garantizada la gobernabilidad política y económica. Antes no teníamos ni política y había un desbande o descontrol absoluto en lo económico.
–¿Esta visión es sólo suya o es compartida por la UIA?
–A veces la gente no tiene memoria. El argentino no hubiese vivido lo que ha pasado si hubiéramos aprendido de los errores. No hacen el click de la diferencia. No se puede negar que estamos mejor. Pero no hay recuerdo, no queda eso en el imaginario. Lo que queda es que siempre se va por más, que hay una tendencia a las soluciones mágicas. Hoy, si bien tenemos que corregir cosas y agregar un salto cualitativo a lo que estamos haciendo, jamás podemos pensar en tentarnos con políticas pendulares.
–En el marco de las diferencias que mantiene con actores importantes de la UIA, ¿tiene la fortaleza y la representación para negociar en los términos que plantea en su discurso?
–Yo creo que sí. Y aquellos que queden todavía con algunas dudas, tienen que sacárselas: uno no puede quedarse quieto, en el mismo lugar. Hay que tener en cuenta que entre 1976 y 2001 la Argentina fue el país del mundo con mayor volatilidad macroeconómica, que no solamente no creció, sino que se des-desarrolló. Fue un país que ensayó cinco, seis modelos económicos esotéricos. Un industrial, que vive esencialmente del largo plazo, ¿cómo sobrevive a eso? Todavía hay quienes no creen que esto que hoy pasa vino para quedarse. Todavía piensan si no se cambiarán las reglas de juego nuevamente.
–¿Cuál es su opinión sobre la gestión del Gobierno?
–El Gobierno tiene una definición del rumbo muy clara. Cuando uno escucha a la Presidenta diciendo que el eje es el crecimiento, el mercado interno, sostener el agregado de valor, cambiar la matriz productiva, que es en definitiva la única forma de lograr la redistribución del ingreso en forma sustentable, es evidente que existe un modelo nacional por primera vez en muchos años. No tengo recuerdo de otro momento en el que hayan coincidido tanto las políticas de un gobierno con lo que obtuvieron los industriales.
–¿En qué discrepa con el Gobierno?
–A veces veo que el Gobierno se enoja porque no hay inversiones en la medida en que debería haber. Más que enojarse deberían preguntarse ¿por qué será? ¿Qué le pasa al empresario, qué le preocupa? ¿Por qué no se juega más? Yo creo que hay que mandar señales más claras de que esto viene para quedarse. Y esas señales no las veo cuando hay cosas fáciles de resolver que aún no resolvimos. Por ejemplo, el tema de las pymes y las ART. Hoy en día hay dos mil millones de dólares en juicios sobre la cabeza de todas estas pymes. Esto pasó por dejarlo en manos de los abogados y no tomarlo nosotros, empresarios y trabajadores. Cuando ven que todavía, después de tanto tiempo, no pudimos resolver cosas como el financiamiento también se genera incertidumbre. Las pymes siguen sin acceso al financiamiento. Otro tema sin resolver es la disputa salarial. Hay un alto grado de incertidumbre por no haberle dado un cierto marco a la puja. Uno ve que un gremio que busca posicionarse pide lo que el otro sector no puede; esto no tiene racionalidad. De lo único que hay certeza es sobre el tipo de cambio. Con el resto de las cosas hay incertidumbre: la puja, los costos laborales.
–¿Qué opinión tiene sobre el rol del Estado en la actualidad?
–Yo soy un desarrollista y creo que se necesitan medidas concretas para saber a dónde queremos ir. En esto el rol del Estado es clave, es el que fija ritmos, prioridades. Sobre todo cuando tenemos que arbitrar en un mercado donde la redistribución del ingreso tiene que ir acompañando el crecimiento. Es este proceso que Argentina va a profundizar, va a pasar del crecimiento al desarrollo. Muchas de las cosas que se lograron en este período no hubieran sido posibles sin la intervención del Estado. Pero en algunos sectores no es buena la intervención, por ejemplo en el control de precios, que sólo sirve en el corto plazo. En eso creo que nos pasamos de vuelta y en el tiempo.
–¿Está de acuerdo con que la Anses tenga los directores que le corresponden en las empresas en las que tiene acciones?
–Es una discusión muy válida. Cómo garantizar las inversiones, la plata de los jubilados, que tengan todos los derechos y garantías que necesitan. Pero hay un tema puntual: al momento de establecerse las reglas para esas inversiones, había un límite, que era el cinco por ciento: algo razonable. Buena o mala, esa era la condición. Que el empresario, después de eso encuentre que porque cambió el régimen cambiaron las condiciones, me parece que no es bueno.
–¿Cómo es su relación con Hugo Moyano?
–Me ha tocado la figura del titular de la CGT más duro de la historia del sindicalismo argentino. Nunca un secretario general perteneció a uno de los sectores más fuertes, como lo es ahora. Es una persona que por sus características siempre va por todo, defiende fuertemente a los trabajadores. Es el que me ha tocado. Tengo con él una relación de muchos años. Tenemos diferencias, sobre todo metodológicas. Pero es con quien yo tengo que construir y así lo voy a hacer.
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