ECONOMíA › LA DESOCUPACIóN SUBIó A 7,9 POR CIENTO POR LA DEMANDA NO SATISFECHA DE PUESTOS DE TRABAJO
El primer trimestre del año cerró con un desempleo que fue 0,8 punto porcentual superior al de igual lapso del 2012. No fue por una destrucción de puestos de trabajo, sino porque el mercado no pudo absorber a quienes buscaron incorporarse.
› Por Tomás Lukin
El desempleo aumentó hasta 7,9 por ciento en el primer trimestre del año. Representa una suba de 0,8 punto porcentual frente al mismo período del 2012, cuando la desocupación había llegado a 7,1 por ciento. Se trata de un alza considerable, aunque los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec no evidencian una destrucción de puestos de trabajo, sino que el incremento del desempleo se explica por un aumento de la población que busca trabajo pero no logra conseguirlo, lo que engruesa las filas de desocupados. Más allá de la argumentación estadística, desde el equipo económico destacan la estabilidad del mercado laboral y la relevancia de las políticas públicas para su sostenimiento en un escenario de crisis económica internacional. Sin embargo, desde los ministerios de Trabajo y Economía reconocen que la creación de empleo no logra despegar. El Gobierno viene desplegando diferentes medidas desde el año pasado para apuntalar el nivel de actividad y la creación de puestos de trabajo.
En total, 925 mil personas están desocupadas sobre una población económicamente activa de 11,6 millones de individuos en los 31 aglomerados urbanos que releva el Indec. En el primer trimestre de 2013, la tasa de actividad subió hasta 45,8 por ciento, un aumento interanual de 0,3 punto, reflejando la incorporación de individuos al mercado de trabajo. Por su parte, la tasa de empleo se mantuvo prácticamente estable en 42,2 por ciento, una baja de 0,1 punto, indicando que esos individuos que ingresan al mercado laboral no consiguen empleo. En cuanto a la subocupación, las personas que trabajan menos de 35 horas a la semana y están dispuestos a trabajar más, aumentó de 7,4 a 8,0 por ciento.
Los efectos negativos del menor dinamismo local y la mala situación externa sobre el mercado de trabajo prevalecen, pero son significativamente más moderados que durante el último período contractivo que atravesó Argentina, durante el estallido de la crisis del sistema financiero internacional. En aquel momento, el tercer trimestre del 2009, el desempleo trepó hasta 9,1 por ciento.
No obstante, las condiciones necesarias para reactivar el mercado de trabajo no presentan la magnitud deseada. Los principales socios comerciales, Brasil y China, no muestran signos de regresar a los niveles anteriores de crecimiento y el impacto del programa de construcción de viviendas Pro.Cre.Ar es más lento que el esperado. Positivamente influye la continuidad de las políticas de ingresos –jubilaciones, asignaciones y salario mínimo– y el Gobierno apuesta a relanzar la construcción, un sector fundamental en el comportamiento del empleo, a través de la inversión de los fondos provenientes del blanqueo de capitales.
En ese escenario, la desocupación más elevada se registró en Gran Córdoba, donde llegó a 10,8 por ciento, un aumento de 1,4 punto porcentual frente al mismo período del 2012. En la ciudad de Buenos Aires el desempleo se disparó de 4,1 a 7,3 por ciento en términos interanuales, mientras que en Gran Paraná, Entre Ríos, el salto fue de 8,5 a 10,6 por ciento. También mostraron mediciones por encima de la media localidades como Ushuaia (10,1), el conurbano bonaerense (9,4) y Mar del Plata (9,0).
A su vez, los datos de la EPH evidencian la continuidad de problemas laborales y productivos estructurales en algunas regiones del país, como en las provincias del nordeste y noroeste. En Formosa y Chaco el desempleo es del 1,5 y 1,2 por ciento respectivamente, mientras que en Posadas llega al 3,4 por ciento. Las cifras no reflejan una situación de pleno empleo en esas provincias ni la existencia de manipulación de los datos estadísticos, sino que son un indicio de la dimensión del desaliento, de la emigración y la existencia de actividades de subsistencia por fuera del mercado laboral. En esas localidades, la tasa de actividad –la relación entre la población económicamente activa y la total– y la tasa de empleo –el porcentaje entre la población ocupada y la total– no supera el 35 por ciento, mientras que el promedio para los 31 aglomerados urbanos llega al 45,8 y 42,2 por ciento respectivamente. A pesar de las indudables mejoras sociolaborales de la última década y la relevancia de la inversión estatal en infraestructura y programas sociales, las estructuras productivas de esas provincias siguen siendo incapaces de generar una demanda de trabajo creciente y sostenida.
Otro indicador que permanece en niveles elevados es el empleo no registrado. Los últimos datos del Indec señalan que el 34,6 por ciento de trabajadores argentinos está empleado informalmente. Si se contempla al sector agrario y a los trabajadores de cooperativas, el número sería mayor. Desde Trabajo confirmaron a Página/12 que para cuando concluyan el grueso de las negociaciones paritarias del año, están terminando de delinear los detalles de un “plan integral” para comenzar a atacar en forma directa la problemática estructural.
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