ECONOMíA › OPINIóN
› Por José Ignacio de Mendiguren *
De ritmos y prioridades está compuesto el camino hacia un desarrollo sustentable e inclusivo. El sector productivo nacional aprendió traumáticamente los desacoples que se impusieron externamente a la Argentina cuando los esquemas macroeconómicos priorizaban la especulación financiera frente al terreno de lo productivo. Con todos esos años de aprendizaje sobre el lomo, y con la actual conformación geopolítica regional-mundial reafirmándolo, queda más que claro que será solamente a través de un modelo de agregación de valor con eje en la producción que podremos ocupar un rol preponderante en la economía que se viene. Para ello dos variables son claves para apalancar el círculo virtuoso: un sistema financiero sólido y orientado al crédito y la inversión.
Un poco de historia reciente. Es importante hacer foco en que el crecimiento de la inversión post-crisis de 2001 fue posible por la capacidad ociosa existente en nuestro país. Asimismo, la reinversión de utilidades dada una demanda pujante permitió sostener el proceso con más producción e inversión. Pero estos elementos no generan per se los mecanismos necesarios para dar el salto hacia el desarrollo, para ello resulta fundamental la puesta en marcha de mecanismos de financiamiento acordes con las exigencias del momento histórico.
En ese sentido, la Unión Industrial Argentina bregó durante muchos años por acercar a las PyMEs de Argentina una de las herramientas esenciales a la hora de pensar cómo desarrollarnos manteniendo los faros altos direccionados hacia la competitividad sistémica: el acceso al crédito. Fue así que en 2012, luego de la presentación de estudios y propuestas que atacaran directamente este desafío, el Banco Central lanzó la Línea de Crédito para Inversión Productiva (LCIP). El sector productivo nacional respondió con creces a la iniciativa, y el primer tramo de la LCIP superó la meta de financiamiento prefijada de 15.000 mil millones de pesos, empujando el límite hacia los 16.700 millones de pesos. Un dato aún más importante, la participación de las PyMEs en los fondos asignados fue del 53 por ciento, siendo la industria manufacturera el principal sector demandante de crédito (35 por ciento del total). Y la LCIP, en su segundo tramo, en el primer semestre de 2013, volvió a completar el cupo de 17 mil millones de pesos fijado por el BCRA, mostrando que el sector productivo demanda crédito sostenidamente para inversión de mediano y largo plazo.
Hoy esta iniciativa retoma impulso, y el nuevo fondo de préstamos que deberán ser de-sembolsados por los bancos participantes ascendería a 20.086 millones de pesos durante el segundo semestre de 2013. Es importante que se haya decidido incorporar la posibilidad de que las micro, pequeñas y medianas empresas destinen hasta un 20 por ciento del dinero a financiar capital de trabajo, asociado a la inversión productiva a realizar. En un mundo donde la desocupación se constituye e instituye como el daño más nocivo para cualquier economía, es sustancial que se le dé al sector más dinámico en la generación de empleo la posibilidad de seguir invirtiendo para ir por más. Desde el Departamento PyMI de la UIA hemos realizado un relevamiento a empresas que da cuenta de la demanda de crédito insatisfecha –que es el reflejo del cumplimiento de los cupos asignados–, con lo cual esperamos que esta medida contribuya a ampliar el crédito a aquellas empresas que manifestaron querer acceder y no poder, que representan un universo productivo muy importante si tenemos en cuenta que esa situación es la del 50 por ciento de las empresas relevadas en el estudio en la muestra.
La confianza es un capital que se construye mediante la reciprocidad en el tiempo. Es un camino de doble vía, donde el posicionamiento mutuo debe corresponderse virtuosamente para incrementar ese acervo común: la confianza. El fortalecimiento de esa virtud colectiva, en parte, está directamente vinculado con un instrumento como la LCIP. Nuestro sector productivo ha respondido a estas iniciativas y seguirá haciéndolo en virtud de una Argentina productiva. Porque sin este tipo de herramientas, sin crédito, es decir, sin confianza, el deber se vuelve entelequia. De ritmos y prioridades hablamos: crédito y confianza para el desarrollo.
* Secretario de la Unión Industrial Argentina. @dmvasco
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