ECONOMíA › SI DESEMBARCA EN LAS REPRESAS DE SANTA CRUZ SE UBICARíA EN LOS PRIMEROS LUGARES
Las firmas del gigante asiático presentan condiciones financieras imbatibles en un mundo que tiene en crisis a los países desarrollados. Su inversión en el exterior es un fenómeno reciente, pero en franco ascenso.
› Por Javier Lewkowicz
La posible inversión de unos 5 mil millones de dólares de la empresa china Gezhouba para la construcción de las represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic sería el principal desembarco del país asiático en la Argentina y lo llevaría a los primeros puestos como inversor, junto a otros fuertes desembolsos que realizó recientemente. El avance forma parte de una tendencia de aumento de la presencia de las empresas chinas en el escenario internacional. Esas firmas presentan condiciones financieras imbatibles en un mundo que tiene en crisis a los países desarrollados. China está sedienta de recursos naturales, tecnología y mercados donde colocar su producción, para consolidarse como uno de los centros de hegemonía mundial. Su inversión en el exterior es un fenómeno reciente, pero en franco ascenso.
Días atrás el Ministerio de Planificación informó que la UTE conformada por Gezhouba Group, Electroingeniería e Hidrocuyo salió primera en el orden de prelación que estableció la comisión técnica evaluadora para la construcción de las represas en Santa Cruz. China no está entre los inversores más calificados en esa materia, pero las condiciones financieras que el Estado chino ofrece a través de su banco de desarrollo es inigualable para la competencia. Y Argentina no se trata de un caso aislado. En los últimos siete años la Inversión Extranjera Directa (IED) desde China hacia el exterior creció más de veinte veces, hasta un flujo superior a los 70 mil millones de dólares, aunque sobre una base muy reducida, dada por el aislamiento que caracterizó al país hasta hace poco.
La presión de las empresas chinas sobre economías pobres como Africa, de desarrollo medio de América latina y Asia e incluso en los países industrializados, en especial de Europa, crece vertiginosamente. Lo hace en el marco de la crisis internacional, con países sobreendeudados y necesitados de recursos frescos, que China tiene de sobra.
No es fácil seguir el rastro de las inversiones chinas. El 75 por ciento del stock de IED está en Hong Kong, Islas Vírgenes e Islas Caimán, paraísos fiscales desde donde se expanden a todo el mundo. A nivel sectorial, casi la mitad de las inversiones va a las finanzas, para fondear la compra de bienes fabricados en China. El 14 por ciento se destina al sector minero, para abastecer a su gigantesca industria, que consume más de la mitad del cemento en todo el mundo y alrededor del 40 por ciento del cobre, el hierro y el aluminio. En ese segmento se destacan inversiones para extraer hierro y carbón de Australia y cobre de Afganistán. En el stock de IED le sigue el comercio (13 por ciento), transporte (7) y manufacturas (6 por ciento).
El sector petrolero es una prioridad para China, dado que el país perdió el autoabastecimiento años atrás. Tiene intereses estratégicos en Rusia, Kazajistán, Turkmenistán, Irán, Irak, Sudán, Venezuela e Indonesia. En Argentina, el petrolero es el sector donde los chinos más presencia tienen. La Corporación Nacional de Petróleo Submarino (Cnooc) compró la mitad de Pan American Energy por mil millones de dólares y Sinopec Group, productor estatal, adquirió empresas por 2 mil millones de dólares.
En la actualidad 30 empresas chinas operan en el país. El país asiático ya es la tercera fuente de inversión, detrás de Estados Unidos y España, sin contar todavía las represas. Otro importante desembolso fue el del Banco Industrial y Comercial de China, también de propiedad estatal, que adquirió el 80 por ciento de las acciones del Standard Bank Argentina por 600 millones de dólares. China provee además el material rodante para la renovación del sistema ferroviario y del subterráneo de Buenos Aires.
China también incrementó en forma exponencial sus inversiones en Europa. Antes de 2004 no registraba operaciones, entre ese año y 2008 invirtió un promedio anual de 800 millones de dólares, en 2009/10 fueron 3 mil millones y en 2011 el valor trepó a 10 mil millones de dólares. El stock de IED no llega al 5 por ciento, muy lejos de la presencia que tienen en el Viejo Continente los países industrializados. Sin embargo, en 2010 los chinos protagonizaron el quinto mayor flujo inversor en la Unión Europea. Las mayores adquisiciones fueron en Francia, Reino Unido y Alemania, y se destaca la dinámica china en Hungría, Rumania y Grecia.
La inversión extranjera puede impulsar el desarrollo económico o en cambio cristalizar la dependencia, en función de dónde se aloje y bajo qué parámetros lo haga. La discusión en torno del control de la IED de China se está dando en la periferia europea, donde no se ignora que el rol del Estado en esa materia es crucial. La OCDE confecciona un índice de restricción formal a la IED: una economía cerrada es 1, y una completamente abierta, cero. China dio 0,4, el promedio de los países en desarrollo, 0,15, Brasil 0,10 y Estados Unidos, 0,10. La Argentina está entre los últimos lugares con un 0,05, fruto del lastre heredado del neoliberalismo.
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