ECONOMíA › ENTREVISTA EXCLUSIVA A LA MINISTRA DE INDUSTRIA, DéBORA GIORGI
La funcionaria sostuvo que el pedido de una devaluación no está en la agenda de los empresarios, y remarcó que para mejorar se debe incrementar la inversión, la innovación y la tecnología. Aseguró que Brasil repuntará el año que viene.
› Por Javier Lewkowicz y David Cufré
“La Argentina llegó a un estado de desarrollo industrial tal que requiere mejorar la competitividad para acercarla a los estándares internacionales adecuados.” Así definió la ministra de Industria, Débora Giorgi, el principal desafío para la industria nacional, en una entrevista concedida a Página/12. La funcionaria aseguró que el pedido de una devaluación no está en la agenda de los empresarios y que Brasil repuntará el año que viene, lo que también mejora la perspectiva para la industria local. Además respondió a las críticas del titular de la Unión Industrial, Héctor Méndez, y anticipó que buscará introducir software nacional en los celulares ensamblados en Tierra del Fuego.
–¿Cómo analiza la dinámica industrial reciente?
–En junio, la industria creció 4 por ciento interanual, y el acumulado en siete meses da un 2 por ciento. Es un buen nivel de crecimiento, en un contexto internacional muy complicado, donde se conjuga el no repunte de la Unión Europea y de Estados Unidos, desaceleración en China, en muchos países de la costa del Pacífico y Brasil. De todas maneras, en lo que va del año se otorgaron aumentos salariales que más que recompusieron el poder de compra de los trabajadores, cualquiera fuere el indicador que se utilice, bajó el desempleo, mantuvimos un nivel de exportaciones razonable, subieron las importaciones y pusimos en marcha un programa de inversión pública que impactó positivamente en la construcción.
–¿A qué responde la heterogeneidad en el crecimiento este año, donde avanzan autos, siderurgia y química, pero no lo hacen los demás?
–En primer lugar cabe aclarar que cuando el indicador baja, también lo hace con heterogeneidad y muchas veces eso no se menciona. Hay un bloque de sectores que tienen un nivel de actividad muy bueno, cerca del máximo histórico de 2011, y que no están mostrando un crecimiento, digamos, del 5 por ciento. Son sectores que crecen al 1, al 2 o tienen alguna baja de 0,5 por ciento. Hay un proceso de bajas de stocks, pero son puntuales. No tengo hoy sectores en situaciones de riesgo. Despidos no hay.
–¿En qué consiste el “salto de calidad” que la Presidenta planteó días atrás como una necesidad para la industria nacional?
–La Argentina llegó a un estado de desarrollo industrial que exige un esfuerzo para mejorar la competitividad y acercarnos a los estándares internacionales adecuados, que no son los precios de remate, pero sí son costos que hagan posible la salida de la industria argentina al mundo. En la Argentina se ha invertido, hemos tenido record de inversión bruta fija, pero realmente el esfuerzo que hay que hacer es mucho mayor. Y ese esfuerzo es público-privado.
–¿Qué iniciativas del Gobierno puede haber en ese sentido?
–Desde el Estado seguiremos trabajando y mejoraremos lo que haya que mejorar en términos de infraestructura productiva, energética, financiamiento y capacitación. Es destacable la dimensión cada vez mayor que toman las líneas de crédito blando para inversión. Con la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central, que permitió exigir a los bancos que presten más, ya se alcanzaron créditos por más de 35 mil millones de pesos. También es necesario tener una sintonía fina en la asignación de los subsidios a la industria, para ecualizar las situaciones entre una empresa grande y una pyme, pero también pagar el esfuerzo del que invierte, del que tiene última tecnología y del que se da cuenta de que tiene que tener una planta de escala internacional. Por otro lado, como dijo la Presidenta, las herramientas de administración de comercio no son eternas. Y además tienen que tener su intensidad y caracterización para cada etapa de la industrialización. Si no, corrés el riesgo de equivocarte y de que haya más pecadores que justos.
–¿Qué espera que pase en la economía de Brasil el año próximo?
–Espero que Brasil pueda reeditar el año que viene el crecimiento que tenía previsto para este año, del 4 por ciento. Creo que va a ser así, porque un conjunto de políticas activas debería comenzar a madurar. Para nosotros es muy importante que Brasil crezca.
–¿Y la evolución de la industria nacional en 2014?
–El crecimiento industrial del año que viene podría estar en el 5 por ciento. Muchas inversiones que hicimos, el Estado y los privados, motivados en parte por la línea del Bicentenario que movilizó inversiones por 6800 millones de pesos, van a ayudar en ese sentido.
–¿Apareció la cuestión cambiaria en las mesas de diálogo entre la Presidenta, los integrantes del gabinete y los empresarios?
–Ni en las mesas de diálogo, ni en las de competitividad que luego armamos, los empresarios plantearon la cuestión de la devaluación como herramienta en un mundo que se cae, para una industria que viene de estar bajo cero y que necesita dar un salto cualitativo. Ninguno. No es una demanda de la industria. El ajuste del tipo de cambio que hace el Banco Central es el adecuado respecto de las distintas variables internas y cierto seguimiento del real. Los problemas de competitividad pasan por la inversión, la innovación y la tecnología. El que piensa solucionar esos temas con una devaluación, está pensando en generar una caída de la actividad del 15 por ciento y llevar el desempleo a un nivel socialmente insostenible. Los industriales no piden eso, tal vez sí los oportunistas, exportadores que dan poco trabajo o especuladores. ¿Por qué en 2002 hubo una megadevaluación y no se trasladó a precios de la misma manera? Porque había una tasa de desempleo del 25 por ciento. Hoy, con una economía pujante, querer solucionar las desavenencias de la competitividad con un ajuste de tipo de cambio es recaer sólo sobre el salario y el empleo. El tipo de cambio debe acompañar, pero no puede ser la herramienta para ganar competitividad cuando una economía está creciendo. Hay una caída de la rentabilidad, pero es muy distinta por sector y por región. Y además obedece a un contexto internacional y responde a la necesidad de dar ese salto de competitividad que estamos planteando.
–¿Qué factores que impactan sobre la competitividad sí se discutieron?
–Surgieron cuestiones de logística, donde claramente tenemos que trabajar juntos. Tenemos una matriz de transporte donde más del 95 por ciento va por camión. Eso no es eficiente. De ahí el gran esfuerzo para poner en marcha el Belgrano Cargas. Hasta los 300 kilómetros el camión es rentable, de 300 a 700, el tren, y de 700 en adelante, la hidrovía, a la que también tenemos que sacarle el máximo provecho.
–¿Qué se está realizando en el Plan 2020?
–El Plan 2020 hace el trabajo de arremangarse. En el sector de construcción, hace 20 años teníamos los mismos reglamentos, eso lo pusimos en el foro. Hicimos un laboratorio en el INTI para homologar a autopartistas. Es construir la competitividad día por día. En calzado y textil, software, también hubo avances con un trabajo de hormiga.
–En el régimen de Tierra del Fuego, la producción de aires acondicionados, computadoras o televisores involucra un proceso con mayor contenido tecnológico que los celulares. ¿Cuál es el objetivo en el caso de los teléfonos?
–Hay productos que están hace mucho en la isla, son menos sofisticados y tienen más posibilidades para la integración local. Ahora, los aires acondicionados van a tener control remoto nacional y vamos a ver si podemos hacer las carcasas. Celulares recién empezó en 2009, así que su proceso productivo cambia el año que viene. El tema central pasa por el software embebido en el celular. El desafío es hacer el software.
–Los metalúrgicos se quejaron del alto precio interno de la chapa.
–Sí, dentro de una misma cadena hay sectores que ven que su competitividad se ve afectada por el precio de un insumo muy distinto de los valores internacionales. También planteaban una participación del costo laboral mayor al promedio internacional, pero ahí hay que ver su función de costos para ver si usan la tecnología adecuada. Por eso se les pidió a 38 empresas detalles de sus costos y la comparación internacional con el que compite, para ver en dónde estamos más lejos y dónde no.
–¿Cómo se conjuga el trabajo en conjunto en esas mesas con declaraciones como las que realizó el titular de la UIA, Héctor Méndez, sobre una supuesta fortaleza de la Presidenta, pero no de sus ministros?
–Esas declaraciones fueron tremendamente desafortunadas. Los ministros somos el equipo que eligió la Presidenta y que está a su disposición. Méndez imagina un ministro de Economía súper fuerte para que, junto a los intereses que lo acompañan, definan los designios del país. Ese no es nuestro proyecto político. Por lo menos me hubiera gustado que Méndez dijera eso en las reuniones, porque en ninguno de los últimos encuentros lo hizo.
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