Mié 24.12.2003

ECONOMíA

“No nos dejaremos presionar ni pagaremos más de lo comprometido”

Tras reunirse con un enviado del Fondo Monetario, Lavagna ratificó la posición del Gobierno frente al organismo, que presiona por más ajuste fiscal y mayores pagos a los acreedores privados.

“No vamos a pagar a los organismos internacionales ni a los acreedores más de lo que ya hemos comprometido en los acuerdos.” Después de reunirse con un enviado del FMI, Roberto Lavagna salió a marcar la cancha al organismo, con un discurso muy similar al que en los últimos días desplegó Néstor Kirchner. Incluso le reclamó al FMI que no se entrometa en la renegociación de la deuda con los acreedores: “Para alguna gente del Fondo está en discusión si hay que aumentar o no el superávit. El Fondo no se tiene que involucrar en la discusión entre el Gobierno y los acreedores”, aseguró.
Off the record, otros integrantes del equipo económico fueron todavía más categóricos a la hora de apuntar contra el Fondo: “El FMI se ha convertido en un lobbista de los acreedores, de los bancos y de otros intereses sectoriales”, afirmó un alto funcionario de Economía. Y agregó: “Si pretende que ofrezcamos algo más a los acreedores, entonces que empiece por revisar su posición de acreedor privilegiado y acepte también una quita en la deuda”.
La nueva pulseada con el FMI estalló hace poco más de una semana. El 12 de diciembre pasado el directorio del organismo tenía que aprobar la primera revisión del acuerdo firmado en septiembre. En los papeles ése era un simple procedimiento burocrático, ya que el Gobierno sobrecumplió las metas fiscales del último trimestre del 2003, las únicas que podían acarrear algún problema a menos de tres meses de cerrado el nuevo acuerdo. Sin embargo, ese mismo día, el secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, se enteró que el staff de economistas, que comanda Anne Krueger, no había elevado su informe al directorio, como estaba previsto. Nielsen se comunicó de inmediato con los principales funcionarios del organismo que se encargan del caso argentino. Pero las excusas que escuchó del otro lado de la línea lo convencieron de que la relación con el Fondo había entrado una vez más en zona de conflicto.
Mientras esa evaluación no sea aprobada, se complican todas las relaciones con los organismos internacionales. Por ejemplo, el país no puede acceder a nuevos créditos del Banco Mundial. El BID destrabó ayer, con el aval del Tesoro norteamericano, un crédito de 400 millones de dólares, pero no podría volver a hacerlo en el futuro sin el visto bueno del Fondo. Más importante aún, a fines de febrero vencen unos 2900 millones de dólares con el propio FMI. Teóricamente, deberían refinanciarse automáticamente. Pero que en estas condiciones se abren toda clase de interrogantes, con un grado de incertidumbre similar al que existía a mediados de este año, cuando Lavagna y Washington no se ponían de acuerdo sobre las características de la nueva carta de intención. La especulación más escuchada en la city dice que si el Gobierno no pagara con las reservas del Banco Central, el país podría caer en default con el Fondo.
Oficialmente, los burócratas del Fondo argumentan que la revisión se demora porque la administración Kirchner incumplió algunas metas previstas para la primera etapa del acuerdo, como ser la compensación a los bancos y un nuevo esquema tarifario para las empresas de servicios públicos. Sin embargo, en el equipo económico aseguran que ninguna de ésas eran metas que debían evaluarse en esta revisión. Y dicen que, en realidad, los burócratas de Washington persiguen dos objetivos. Por un lado, presionan para elevar el superávit fiscal para el año próximo, porque saben que la economía crecería bastante por arriba del amarrete 4 por ciento incluido por Lavagna en el Presupuesto 2004 y en la carta de intención. Por otro lado, quieren que el Gobierno mejore la oferta a los acreedores privados, contemplando la posibilidad de un pago inicial de unos 1500 millones de dólares.
Durante el cóctel para la prensa que ofreció ayer en el quinto piso del Palacio de Hacienda, Lavagna dudó en llevar esa discusión bajo la luz pública. Las principales declaraciones del ministro fueron las siguientes:
- “El gobierno argentino ha cumplido todos los términos incluidos en las metas como para que sea aprobada la revisión del acuerdo”.
- “No nos vamos a dejar presionar por ninguna fecha”, dijo, cuando le preguntaron qué podía suceder si el Fondo no aprobaba la revisión en enero.
- “En una charla con (Hörst) Koehler, él me pregunto qué posibilidad había de tener una relación más armónica con los acreedores. ¿Eso qué quiere decir? Que quieren que paguemos más”.
- “Es evidente que el Fondo tiene sus dudas. Nosotros no tenemos ninguna duda. Ratificamos que no vamos a pagar más del 3% del PBI (de superávit fiscal)”.
- Consultado sobre adónde irían los fondos si Argentina creciera más de lo esperado y tuviera un excedente fiscal mayor, el ministro contestó: “A las Pymes y a los sectores sociales más postergados”.
Un estrecho colaborador de Lavagna habló off the record. Y en términos todavía más duros: “El Fondo se ha convertido en un lobbista de intereses sectoriales. De los acreedores, de las privatizadas, de los bancos.
El director de Finanzas del FMI se la pasa hablando por teléfono con los acreedores privados, y después se quiere meter como un lobbista más en la negociación”, denunció. “Esta revisión está inventada. No había ninguna objeción concreta”, concluyó.

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