Jueves, 5 de mayo de 2016 | Hoy
ECONOMíA › OPINIóN
Por Carlos Masotta *
De la metáfora al silogismo, de la poética a la lógica, la transición conservadora de la Argentina puede observarse en un movimiento coherente de su lenguaje. En el escenario mediático de las descripciones que los argentinos se hacen de sí mismos, “la grieta” dejó un lugar a “si al gobierno le va bien, al país le va bien”. Encadenadas, la segunda proposición con su carácter reflexivo llega como el bálsamo a la herida abierta en el drama de cartón pintado que supo montar la primera.
El bienestar del gobierno como condición del bienestar colectivo pareciera una propuesta razonable y razonada. Más aún, un llamado a la reflexión. Pero la serpiente se muerde la cola. Los discursos conservadores propugnan el debate mediante fórmulas que en verdad lo ocluyen. Si “la grieta” se presentaba como la imagen incontestable de ruptura que algunos se animaban a remontar a los mismos orígenes de la Argentina, la frase “si al gobierno le va bien…” se despliega con la contundencia de un principio moral disfrazado de máxima lógica. Para rebatirlo, basta recordar dictaduras, regímenes corruptos o gobiernos ineptos. Pero su problema fundamental se encuentra en el orden de los factores que coloca al bien del gobierno como condición del bienestar general. Se trata de una fórmula que invierte hábilmente el principio republicano de soberanía que entiende que el gobierno debe ser expresión de la voluntad popular. No parece casual que el momento en el cual se crea este juego del lenguaje coincida con uno de los ataques más graves a la clase trabajadora de los últimos tiempos. Son fórmulas de inmunización que inhiben toda crítica. El bienestar colectivo debería ser la condición del bien de todo gobierno y no a la inversa.
* Antropólogo UBA.
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