ECONOMíA › OPINION

El origen sombrío del empleo en negro

Por Daniel Kostzer *

La modalidad de créditos sobre la nómina salarial que anunció el Gobierno constituye una iniciativa novedosa que atiende a varios flancos de la actividad económica de manera simultánea. Por un lado constituye un reconocimiento a las empresas que cumplen con sus obligaciones legales, al mismo tiempo que apoya a la producción de las mismas, privilegiando a aquellas que son más trabajo intensivas en un momento en el que la lucha contra el desempleo es una prioridad.
La evidencia empírica muestra la fuerte relación que existe entre las variaciones en el nivel de empleos formales y los créditos asignados a las empresas del sector privado entre 1995 y el 2001 cuando colapsó el sistema financiero. Una política crediticia acertada puede favorecer la creación de empleo fundamentalmente en la recuperación donde las firmas requieren algún apoyo para encarar más firmemente su actividad.
A partir de la mitad de los años ‘80s, mientras ciertos sectores ensayaban un discurso de supuesta modernización de las relaciones laborales, comenzó un rápido crecimiento del empleo no registrado que no se ha detenido hasta la fecha, pasando de una cantidad de menos del 20% de los asalariados, a valores que superan el 40%
La existencia de trabajo no registrado trasciende el marco de la mera evasión previsional. Si bien implica un lucro cesante a las arcas públicas, su gravedad reside en la precariedad a la que suma a los trabajadores, la falta de cobertura de seguridad social actual y futura que impone, y las presiones sobre la capacidad de negociación de los trabajadores, que adiciona vulnerabilidad inclusive a los asalariados registrados.
Si bien todos los gobiernos manifestaron su preocupación en erradicar el trabajo no registrado, y se implementaron numerosas medidas en esta dirección, es interesante analizar las mismas y ver porqué no cumplieron con ese objetivo.
La reforma del sistema previsional fue afectada por la intermitencia en la condición de empleo cada vez más frecuentes que no aseguró el mínimo de aportes regulares, anulando con ello la expectativa de acceder a las prestaciones previsionales, desalentando así la presión que los trabajadores podían poner para exigir su registración.
Otra herramienta de política que se implementó fue la reducción de las cargas sociales, en un ejercicio de aritmética elemental, que ignoró el real peso de las mismas en los costos totales de las firmas. En este sentido el trabajo informal fue indiferente a las mayores deducciones impositivas sobre los salarios.
Esto nos lleva a la necesidad de identificar claramente las causas del empleo no registrado para diseñar políticas y programas eficientes para erradicar este problema.
Sin dudas el primer factor que facilitó su crecimiento hay que buscarlo en el desmantelamiento del Estado, la erosión de sus tareas básicas de contralor y la transferencia de muchas de las funciones hacia otras jurisdicciones, las que tienen agendas a veces contradictorias. La coordinación entre éstas en las tareas de fiscalización merece ser reformulada para imponer el peso de la legislación a los evasores que juegan con el futuro de los trabajadores. En este sentido la enérgica tarea de la policía del trabajo se convierte en una necesidad imperiosa. La inspección del trabajo, continua y constante reducirá las oportunidades de evasión.
El otro factor que tiene central importancia lo constituye el esquema impositivo basado en los impuestos indirectos, el que se fue consolidando y acrecentando a lo largo de los últimos 20 años.
Las empresas que no registran trabajadores no lo hacen por el magro incentivo de evadir las cargas del trabajo, cada vez más bajas, ni siquiera por la voluntad de disponer el despido de trabajadores sin condicionamientos sino que lo hacen en un contexto de evasión del IVA, los impuestos provinciales y municipales que gravan las ventas de las firmas. Estas altas alícuotas, además de imponerse con mayor peso sobre los sectores de menos ingreso y por lo tanto de menor capacidad de ahorro, generan un incentivo monetario importante para la sub-declaración de ventas. Obviamente esta sub-declaración debe ser acompañada por reducciones equivalentes en los gastos de las firmas, ya que la presentación de quebrantos constantes no resistiría ningún tipo de inspección. En este contexto, la firma “necesita” de gastos en “negro” y por la estructuras de costo, donde las tarifas, los costos financieros, o la mayor parte de los proveedores no pueden ser abonados en efectivo, la única variable de ajuste que queda son los asalariados, ya totalmente (trabajadores no registrados) ya parcialmente a partir de abonar extras y adicionales en “negro”.
La iniciativa actual de asignar a las empresas un crédito sobre la nómina salarial es un quiebre en las herramientas habituales de regularización del trabajo no registrado. En lugar de favorecer a los evasores con el olvido fiscal, premia a los que cumplieron, por cuanto asigna un crédito equivalente a la suma de salarios pagados por la empresa, a una tasa preferencial, bonificada y con la sola presentación del pago ante la seguridad social.
Para el sistema financiero presenta el beneficio de reducir los costos de transacción y estudios de carpetas. Si la empresa mostró capacidad para pagar a sus trabajadores durante un cierto período, indudablemente tiene capacidad de afrontar la amortización del mismo.
Siendo la única fuente de financiamiento para ciertas PyMEs, difícilmente incumplan este compromiso, además con el correr del tiempo, el cumplimiento de la obligación crediticia se convierte también en una referencia para la asignación de futuros créditos para emprendimientos de mayor envergadura.
La idea de que la capacidad de crédito se incremente con los aumentos en la nómina, sea por incorporaciones o por incrementos salariales, asigna otro atractivo adicional para la contratación de trabajadores y preferir tecnologías que utilizan mayores proporciones de mano de obra.
Identificar y ubicar las causas de la evasión previsional en el correcto lugar es primordial para el diseño de las herramientas que intenten combatirlo. Los incesantes cantos de sirena que condujeron al desastre que nos tocó vivir deben ser demistificados para poder encarar las soluciones adecuadas, con perspectiva de equidad y crecimiento.

* Economista

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