Miércoles, 5 de octubre de 2016 | Hoy
ECONOMíA › EL FMI ELOGIA AL GOBIERNO, AUNQUE ES MáS PESIMISTA PARA ESTE AñO Y MENOS OPTIMISTA PARA EL PRóXIMO
El Fondo estimó que la economía caerá 1,8 por ciento en 2016, un resultado peor al proyectado en julio. Y bajó a 2,7 su perspectiva de crecimiento para 2017. La inflación la proyecta en 39,4 por ciento este año y en 23,2 el próximo.
Por Tomás Lukin
El Fondo Monetario Internacional reiteró ayer su celebración del programa económico del gobierno de Mauricio Macri: “Argentina ha iniciado una transición importante y muy necesaria hacia un marco de política económica más consistente y sostenible”. Las nuevas alabanzas del organismo fueron vertidas en el Panorama Económico Mundial, el tradicional documento donde todos los años el FMI presenta sus estimaciones cuantitativas y cualitativas globales. Pero, a pesar del optimismo, el Fondo estima que la recesión será más profunda que la esperada en julio: “El impacto adverso de la transición económica fue mayor de lo previsto”, sostiene el informe al proyectar una contracción de 1,8 por ciento del PIB para 2016. El guarismo, para el cual no existen precisiones, es 0,3 puntos porcentuales peor al previsto anteriormente por el staff del organismo.
Desde que asumió Macri, los documentos del FMI destacan las transformaciones del Gobierno para “eliminar los desequilibrios y distorsiones macroeconómicos que han reprimido la inversión y erosionado la competitividad”. El viernes pasado al finalizar la primera revisión de la economía argentina en una década, la misión del FMI emitió un comunicado donde revalidó la creciente sintonía bilateral: “Hay que felicitar al gobierno por su claro compromiso para bajar la inflación a niveles de un dígito y reducir el déficit fiscal”. Sin embargo, esos resultados no llegarán en el mediano plazo: el organismo estimó ayer que la inflación trepará hasta el 39,4 por ciento en el año, aunque pronosticó una “importante” desaceleración para el próximo, para ubicarla en 23,2 por ciento. Así, las celebradas políticas permitirán alcanzar a fines de 2017 un guarismo similar al último año de la administración kirchnerista. Si bien los resultados están por encima de los que pretende instalar el equipo económico, el FMI reiteró “el importante progreso notado en el fortalecimiento de la precisión de los datos del IPC”. Esa evaluación se traducirá a mediados de noviembre en la terminación de las sanciones promovidas por la conducción del organismo.
El FMI presenta un escenario de anemia global con un pobre desempeño de los países desarrollados. Para Brasil, el organismo mantiene la estimación de un retroceso del producto de 3,3 por ciento y el documento considera que el desplazamiento de Dilma Rousseff y las políticas implementadas por el nuevo gobierno permitirán un shock de confianza que garantice una magra recuperación de 0,5 por ciento el año próximo.
En el caso argentino, los datos publicados ayer representan la segunda ampliación para la caída del PIB prevista por el Fondo. Cuando pasó en julio de -1,0 a -1,5 por ciento el organismo explicó que el empeoramiento respondía a la baja en el consumo privado y a una sorpresiva falta de respuesta de la inversión. El nuevo documento no ofrece precisiones sobre la profundización de 0,3 puntos para alcanzar la caída de 1,8 por ciento prevista para 2016. El año próximo el rebote permitirá que la economía crezca 2,7 por ciento, una décima menos que su estimación anterior. Si bien la celebran, la transformación no es suficiente para lograr esos resultados y el viernes reclamaron “un programa de reformas del lado de la oferta”, eufemismo para la implementación de las tradicionales políticas de flexibilización del mercado de trabajo, reducción de cargas tributarias y minimización de la intervención estatal.
A pesar del prestigio que gozan entre analistas e inversores, al momento de su difusión los informes del FMI se transforman en una herramienta política donde se expresan los intereses del organismo conducido por Estados Unidos y algunas potencias europeas antes que un análisis acabado de la coyuntura local, regional e internacional que atraviesan los distintos países. Las proyecciones para el PIB de la Argentina forman parte de esa lógica: a comienzos de siglo, las estimaciones prometían que las políticas de ajuste exigidas a cambio de los créditos serían acompañadas por una reactivación, mientras que a lo largo de la última década, donde el vínculo con el país se redujo tras la cancelación anticipada de la deuda, el staff del organismo subestimó sistemáticamente el crecimiento. El regreso del Fondo no representa un paso para solicitar un crédito y tampoco constituye un mecanismo para legitimar nuevas medidas de ajuste. Los responsables del Ministerio de Hacienda y Finanzas que hoy llegarán a Washington entienden que restablecer el vínculo con el FMI forma parte del proceso de reinserción plena del país, las provincias y las grandes empresas en el mercado financiero internacional.
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