Cuando tuvo que trazar sus proyecciones para el año, Roberto Lavagna estimó que el crecimiento económico brasileño sería un aliciente para la economía argentina. Si en 2003 el país vecino había caído en recesión, su recuperación en 2004 favorecería las exportaciones argentinas y por lo tanto el saldo de la balanza bilateral podría ser favorable para el país, razonó el ministro. Sin embargo, el pronóstico podría resultar justo al revés. Por primera vez en los diez años que lleva el Mercosur, la Argentina terminaría el año con déficit comercial con su principal socio. Esto se debe a que el gobierno de Lula da Silva no le encuentra la vuelta a la recesión, y ese mercado, en lugar de demandar productos, tiene muchos para ofrecer.
“Las exportaciones de Brasil a la Argentina están yendo espectacularmente bien”, afirmó el director de la Asociación de Comercio Exterior Brasileña (AEB), José Augusto de Castro. En cambio, las exportaciones de la Argentina a Brasil apenas crecieron 2,9 por ciento en el primer trimestre, alcanzando 1271 millones de dólares. “Las exportaciones brasileñas continúan aumentando porque la Argentina tiene crecimiento económico, mientras que nuestro mercado sigue estancado y las exportaciones argentinas no tienen cómo crecer”, estimó De Castro. La AEB espera este año un superávit con la Argentina de entre 800 y 1000 millones.
Por otra parte, ambos países se mantienen firmes en las negociaciones por el ALCA. El brasileño Adhemar Bahadian, que copreside con el estadounidense Peter Allgeier las negociaciones para la integración continental, admitió ayer que las discusiones se encuentran sumidas en un “impasse de difícil solución”, tras el fracaso de la reunión de Buenos Aires. Bahadian atribuyó esa situación a un “fundamentalismo negociador” que surgió en el denominado Grupo de los 14, liderado por Estados Unidos e integrado por México, Canadá, Chile y Costa Rica, entre otros, y advirtió que ahora el futuro del ALCA está en las manos de ese grupo.