Sáb 05.03.2005

ECONOMíA

Kirchner mide la reacción de su tropa ante el canje

En el Gobierno se comentaba el enojo del Presidente por la falta de entusiasmo de sus legisladores, en la Asamblea Legislativa, ante la novedad de la salida del default. Celebración de otros apoyos más efusivos.

› Por Diego Schurman

Aquella ingratitud que sintió en el Congreso, cuando los legisladores no le ofrecieron una respuesta eufórica a la salida del default, lo obligó a replantear escenarios y públicos. Por eso Néstor Kirchner volvió ayer al más candoroso Salón Blanco de la Casa Rosada para festejar, y ser correspondido, por otra de las “ventajas” –según dijo– del proceso de canje de la deuda: la posibilidad de repatriar una porción de los fondos que el gobierno de Santa Cruz tiene depositados en el exterior.
El Presidente anunció que se traerán 39 millones de los 515 millones de dólares que la provincia tiene en una cuenta en el exterior. Según dijo, aunque técnicamente no sea así, ese dinero –que se ganó en un juicio a la Nación por la liquidación de regalías petroleras– no hubiera sido posible repatriar estando el país en cesación de pago.
Más allá del destino de los fondos, que serán utilizados para apuntalar la construcción de una cementera en Pico Truncado, el solo hecho de repatriarlos conlleva toda una carga simbólica que el propio Kirchner se esmeró en resaltar.
“Aquellos que estaban tan preocupados por la plata de los santacruceños se habrán dado cuenta dónde estaba: guardadita de los malos gobiernos y de los que remataron el país”, dijo ante la mirada atenta del gobernador Sergio Acevedo. Apeló así a la misma línea argumental que esgrimió el martes en la apertura de las sesiones ordinarias para castigar a sus antecesores.
Eso sí, hubo aplausos más decididos y prolongados que los prodigados en el Congreso. Kirchner los anhelaba y se reconfortó, de la misma manera que lo hizo el jueves, cuando Roberto Lavagna informó sobre el 76,07 por ciento de aceptación al canje.
Aquel día, el propio Presidente batió las palmas mucho más allá de lo que indican las formas. Saludaba la tarea de su ministro en todo el proceso de negociación de la quita y, a la vez, la suya misma. Un heterogéneo público, que iba desde empresarios a sindicalistas, pasando por piqueteros, gobernadores, ministros y legisladores, manifestó el mismo entusiasmo.
Previsiblemente, no logró modificar la actitud de los “gurúes” económicos que pronosticaron el fracaso del canje, pero obtuvo –amén de los actos sucesivos en la Rosada, con público propio– algunos respaldos abiertos. Entre ellos, el de la Unión Industrial Argentina, timoneada por el liberal Alberto Alvarez Gaiani. A través de una solicitada, titulada “Un país serio”, donde pululan palabras como “responsabilidad”, la UIA ensalzó la acción oficial en la negociación del canje de la deuda.
“Así de simple y así de trascendente. No sólo es histórico y no hay precedentes del volumen de la deuda estructurada, tampoco tiene precedentes inmediatos una actitud similar como país”, señaló el texto.
El otro apoyo se conoció ayer, también a través de una solicitada. Y provino de la otrora poderosa Unión Obrera Metalúrgica. Se tituló “Honrar la deuda sin recetas foráneas”. Incluyó expresiones del tipo “fuerza Presidente”. Y destacó la “seriedad y férrea voluntad política” del Gobierno en el proceso que desembocó en la salida del default.
La UOM ha logrado una particular comunión con Kirchner. Del ramillete de dirigentes que han tomado relieve tras la muerte de Lorenzo Miguel, la mayoría de ellos se muestra cercana al Gobierno. El lunes, uno de los que visitó la Casa Rosada fue el diputado Francisco “Barba” Gutiérrez.
“Lo que no se reconoció en la Asamblea Legislativa lo vamos encontrando en distintos actos y manifestaciones. Esto es único en el mundo, hay países que hasta nos piden la receta, sin embargo parece que muchos legisladores no se dieron cuenta”, blasfemó un alto funcionario.
El enojo era imaginable. Después de aquella foto del 2001, con todo el Congreso de pie, aplaudiendo y vivando el anuncio de la cesación de pagos realizado por Adolfo Rodríguez Saá, el Gobierno esperaba al menos algo parecido. Pero no fue y en ello se cruzaron motivos varios. La interna bonaerense fue uno. Muchos duhaldistas no aplaudieron el discurso presidencial y hubo incluso alguno –como Daniel Basile– que se retiraron del lugar.
Las presencias del intendente de La Matanza, Alberto Balestrini, y del gobernador Felipe Solá, aunque esperables, no fueron precisamente auspiciantes para los seguidores de Eduardo Duhalde. Algunos consideraron que el propio Presidente no colaboró con su entonación y falta de pausas, tan necesarios para generar climas como para marcar los momentos de los aplausos. No parecen, de todos modos, ni éste ni aquél, motivos suficientes para haber aquietado la reacción que, a los ojos del Gobierno, debería haber generado la salida del default.

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