“El desempleo en junio se ubicó sensiblemente por debajo del 12 por ciento”, aseguró ayer Roberto Lavagna, apurado por dar a conocer la noticia cuando todavía falta más de un mes para su difusión oficial. En el primer trimestre, la desocupación promedió 13 por ciento y 16,6 si se consideran como desempleados a los beneficiarios del Plan Jefas y Jefes de Hogar. El ministro destacó la mejora en medio de una larga enumeración de datos macroeconómicos positivos. Lo hizo al clausurar una conferencia del Consejo de las Américas, durante la cual también reveló que el Gobierno tomará medidas para promover la inversión y estudia una rebaja del impuesto al cheque.
El Consejo de las Américas reúne a las figuras más representativas del establishment financiero internacional. Tiene sede en Nueva York, por donde suelen desfilar ministros de Economía latinoamericanos necesitados de ayuda financiera. Por segundo año consecutivo, la entidad organizó un seminario en Buenos Aires, junto a la Cámara de Comercio. El jefe de Hacienda no dejó pasar la oportunidad de recordarle a un auditorio ultraliberal que “después de cuatro años de crecimiento sostenido no se puede hablar de veranito, ni de meseta, ni de rebote”.
Nadie quiso polemizar con el ministro. La presidenta del Consejo, Susan Segal, concedió que “la Argentina tiene una gran oportunidad para fortalecer su crecimiento” y dijo que la llegada de inversiones será “un componente clave” para lograr ese objetivo.
En su discurso y después, cuando contestó preguntas, Lavagna dio una serie de noticias. La primera fue el anuncio de que la desocupación cayó “sensiblemente en junio”. La segunda fue que el Gobierno lanzará en los próximos días un programa de complementación entre el sector público y el privado para desarrollar inversiones en infraestructura. Los detalles, señaló, los explicará el propio Néstor Kirchner cuando se anuncie el plan.
En tercer lugar, el ministro reveló que su cartera está “trabajando en un régimen de tratamiento diferencial para los capitales de inversión genuina de las empresas”. A modo de ejemplo, sostuvo que la idea es “promover una diferenciación entre las ganancias distribuidas y las reinvertidas y un tratamiento preferencial para la incorporación de capital productivo”.
Lavagna tuvo cuidado de no provocar un nuevo cortocircuito en el gabinete, ya que evitó referirse a temas de su par de Planificación, Julio De Vido. Por un lado, le dejó el lugar para que sea él quien anuncie junto a Kirchner los nuevos proyectos de inversión en infraestructura. Por otro, se negó a contestar una consulta sobre si existen riesgos de desabastecimiento energético. “Ustedes ya lo escucharon a De Vido”, se excusó.
La última información que proporcionó Lavagna es que se analiza una nueva disminución del impuesto al cheque. “Una rebaja está claramente dentro de los proyectos que el Gobierno está manejando”, admitió, aunque aclaró que la eventual reducción se hará siempre y cuando no se comprometan los objetivos fiscales. En ese sentido, volvió a defender la necesidad de un superávit elevado. Una de las razones, argumentó, es que permite defender “con recursos genuinos” la actual paridad del tipo de cambio. Desde hace una semana, Lavagna dejó de hablar de inflación y en su lugar instaló el debate sobre el dólar. Ayer repitió que el Ejecutivo no lo dejará caer.
También insistió en enviarle un mensaje al FMI, que deja al descubierto las escasas posibilidades de llegar a un acuerdo. En ese sentido, enfatizó que el Gobierno seguirá con su política de “desendeudamiento” y afirmó que el hecho de que el Fondo “acepte hoy que Argentina no cambiará lo esencial de su programa económico y se conforme con cobrar, no es más que un reconocimiento que no ha sabido, no ha querido o no ha podido apoyar el proceso de recuperación argentino”. Finalmente, Lavagna descartó una subade la tasa de interés tal como le sugiere el FMI y, ayer, la propia platea del Consejo de las Américas.