“Escritor de discursos” se busca. El anuncio apareció en la última edición del semanario inglés The Economist y explica que “el FMI está buscando un escritor profesional con experiencia para trabajar con la subdirectora, Dra. Anne Krueger”. Después de un año de duras negociaciones con la administración Duhalde, en el que abundaron los desplantes y los cruces verbales, al parecer la inefable número dos del Fondo desea renovar su discurso. Dada la remuneración en dólares y la habilidad de los economistas argentinos para adaptar los guiones del Fondo, se espera que desde Buenos Aires lluevan las solicitudes de empleo. ¿No sería bueno que buscaran también un “profesional, con experiencia”, que los ayudara a renovar los contenidos?
Según el aviso clasificado, “los candidatos seleccionados tendrán una buena experiencia en conmunicaciones y formación económica. Los candidatos deberán demostrar la capacidad de escribir sobre política económica en un estilo desprovisto de tecnicismos y accesible con el fin de ayudar a la Dra. Krueger a trasmitir sus análisis e ideas a grupos de expertos y a un público más amplio”, explica el FMI, en su rol de empleador. Y aclara: “Es esencial un gran entendimiento de las cuestiones de la política macroeconómica y de las operaciones del FMI. Un buen entendimiento de los requerimientos de las comunicaciones efectivas es también importante”.
En otras palabras, no están buscando el perfil de un Vargas Llosa (al menos, no como escritor), sino a un austero economista –o algo parecido— que sepa interpretar y divulgar las ideas que supuestamente Krueger atesora en su cabeza, pero no sabría explicar.
Los funcionarios “de planta” del FMI, el llamado staff, pueden permanecer, como buenos burócratas, toda su vida atornillados a sus cargos. Pero en este caso, el Fondo ofrece un empleo temporal, con un contrato por “un período inicial de 2 años”, que “podría ser extendido hasta un máximo de 5 años”. ¿La remuneración? Obviamente, no lo dice. Pero, según pudo averiguar este diario, rondaría entre 6000 y 8000 dólares mensuales.
Si se tiene en cuenta lo atractivo del sueldo en pesos, y la destreza de los economistas locales para justificar –astuta y desvergonzadamente– las insólitas recetas de ajuste, no hay que descartar que se forme una nutrida cola de argentinos sobre la calle 19, sede del cuartel central del Fondo en Washington. (Entre paréntesis, ¿cuánto ganará hoy Machinea, como asesor privado del presidente del BID en Washington, o Cavallo, como material de estudio de la Universidad de Nueva York).