ECONOMíA
• SUBNOTA › LOS INTEGRANTES DEL PLAN FENIX DIJERON LO SUYO
“El Fondo hizo la vista gorda”
Como parte del encuentro con distintas agrupaciones sociales, el titular del FMI, Horst Köhler, escuchó a los representantes del Grupo Fénix, quienes demandaron al organismo que contemple la relación directa entre el crecimiento de la economía y la capacidad de repago de la deuda. El economista Aldo Ferrer criticó ante el número uno del Fondo “la insistencia en las mismas políticas y reformas estructurales que provocaron la crisis”, políticas que “sólo pueden llevar a repetir la experiencia del default”. Köhler rechazó los cuestionamientos y defendió con énfasis el accionar del FMI. “La política argentina la hicieron los argentinos”, se defendió. “Pero el Fondo hizo la vista gorda”, le contestaron.
El ex ministro de Economía destacó que “un acuerdo (con el FMI) sólo es conveniente si es consistente con la recuperación y crecimiento de la economía nacional” (ver texto completo en la contratapa). Por ello, resulta imprescindible que el Gobierno fije “criterios no negociables de sustentabilidad”, pues el “costo social de su violación sería mayor que el de la eventual extensión del default a las obligaciones con el FMI y los organismos multilaterales de crédito”.
Si bien el Grupo Fénix expuso la posibilidad de que la intransigencia del Fondo lleve a una nueva contracción de la actividad económica, y por lo tanto a una potencial cesación de pagos con los organismos –los únicos acreedores privilegiados que hasta ahora nunca han dejado de cobrar–, también sostuvo que el default es “una situación indeseable”, aunque “evitable” si existe un comportamiento razonable de ambas partes.
Esta evitabilidad surge de que la Argentina pueda crecer sin los recursos del exterior. Según Ferrer, sólo necesita “extender los vencimientos”. Por eso resulta vital, “en la negociación relativa al superávit primario del Estado destinado a servir la deuda”, se encuentre “un equilibrio razonable entre el esfuerzo que el país realizará y los requisitos de su desarrollo”.
El número uno del FMI escuchó atentamente las críticas a las políticas económicas aplicadas con el aval de la institución que hoy conduce, y lejos de cualquier autocrítica, defendió “con sinceridad y pasión” –según describió a este diario uno de los presentes– la posición asumida por el organismo financiero. Con el mismo tono que emplean en la Argentina las consultoras más vinculadas a bancos y privatizadas, para Köhler los errores no estuvieron en las reformas estructurales mismas, sino en cómo fueron aplicadas por los dirigentes locales. En realidad, como alguno de los asistentes se encargó de retrucar, la vista gorda del FMI se debió a que las políticas aplicadas en la Argentina estaban a tono con las directrices del Consenso de Washington. Cabría preguntarse por qué, al margen de la “aplicación incorrecta” realizada por los gobiernos argentinos, las mismas recetas provocaron iguales resultados de mayor endeudamiento, pobreza y exclusión social en la casi totalidad de los países en desarrollo en que fueron aplicadas. Pero estas cuestiones de sentido común quedaron al margen de las “razones económicas”. Sin embargo, algo parece haber quedado claro del mensaje del Grupo Fénix, y en esto no hubo debate; como señaló Ferrer al comenzar su exposición, “lo social es indivisible de lo económico”. “La gobernabilidad de la democracia no consiste en hacer lo que los mercados esperan, sino en ampliar las bases del desarrollo y el bienestar, que constituyen las oportunidades reales para los negocios e inversiones privadas”, completó.
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