“Somos un gobierno que reivindica el rol del Estado, pero también festeja los logros de la sociedad. La responsabilidad social es incorporar a la comunidad, potenciar el trabajo registrado, la no depredación del ambiente. En este marco, ¿qué es lo que puede aportar la educación?”, se preguntó el ministro del área, Alberto Sileoni. “Los que creen que los jóvenes no tienen valores se están equivocando. Y un gran valor de estos tiempos es reparar en el otro”, sostuvo el ministro. El funcionario estuvo acompañado por los gobernadores Juan Manuel Urtubey (Salta), Jorge Capitanich (Chaco), el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, y la senadora María Laura Leguizamón.

“(Milton) Friedman (padre de la Escuela de Chicago) decía que el objetivo de las empresas era mejorar su rentabilidad. Esa idea como rectora del mundo fracasó. También fue equivocado el camino de la filantropía. No hay pasado dorado donde volver. La nostalgia de algunos significa regreso y dolor. El mejor modelo a seguir siempre está delante”, agregó Sileoni.

“¿Es posible un modelo de desarrollo que descanse en el trabajo? Si hiciéramos esta pregunta en Europa, quizá la respuesta sea no. Pero en Argentina y el resto de América latina, sí. Nuestra responsabilidad social es la creación de trabajo decente”, sostuvo, a su vez, Tomada.

Para Capitanich, los desequilibrios sociales que existen en el mundo se originan en los sistemas políticos desiguales. “En la Argentina, la clave fue la recuperación central del Estado para formular políticas públicas”, planteó el gobernador. Por otro lado, el mandatario cuestionó a los medios de comunicación hegemónicos, que “operan para generar descontento sobre el sistema político”. “La economía tiene que estar al servicio del hombre. Por eso hay que orientar la política hacia una mejor distribución del ingreso”, agregó Tomada.

La charla inclusive tuvo un pasaje bíblico, quizá inspirado en el hecho de que el Papa sea argentino. Sileoni recordó la historia de Caín y Abel. “Tras el asesinato de Abel, Dios le preguntó a Caín: ‘¿Y tu hermano?’. ‘¿Acaso debo preocuparme por mi hermano?’, le respondió Caín. Y la respuesta es sí. La respuesta es siempre sí. Eso es pensar en el otro”, concluyó el ministro.