Vie 08.08.2003

ECONOMíA • SUBNOTA  › HAY UN LIMITE EN LA NEGOCIACION QUE NO SE PUEDE TRASPASAR

Más ajuste fiscal ya sería obsceno

› Por Maximiliano Montenegro

Hay un límite en la negociación con el Fondo Monetario que Roberto Lavagna no está dispuesto a traspasar. No se trata del ajuste de tarifas, la compensación a los bancos, el regreso de las ejecuciones hipotecarias y la eliminación de los planes de competitividad, entre otras condiciones que el ministro se comprometió a satisfacer más temprano que tarde. Se trata de un límite clásico de la política económica y apunta al corazón de la receta fondomonetarista: el nivel de ajuste o superávit fiscal soportable para la economía argentina, definido como aquel que no enciende la mecha del conflicto social ni amenaza la recuperación.
El FMI ya avisó que quiere más superávit fiscal en el 2004, para garantizar a los acreedores –incluidos los organismos internacionales– que el Estado argentino tendrá excedente necesario para pagarles en los próximos años. Ahora bien, si el acuerdo buscado es a tres años –deseo que expresaron públicamente funcionarios del Tesoro norteamericano y el propio Kirchner–, entonces los burócratas del Fondo exigirán metas de superávit mucho más estrictas para el 2005 y 2006. El motivo es simple: en esos años empiezan los vencimientos de capital de los Boden y los préstamos garantizados en poder de ahorristas, bancos y AFJP, y en Washington consideran que sin más ajuste (suba de impuestos o recorte de gastos), la Argentina caería nuevamente en default.
Anne Krueger y los economistas del staff que la secundan creen que la Argentina debe acercarse al modelo brasileño. Este año la meta de ahorro fiscal prevista para la Argentina es de 2,5 por ciento del producto, equivalente a 9000 millones de pesos. En cambio, Lula exprimió a la economía brasileña para obtener un superávit de 4,5 por ciento del PBI. Traducido a las cuentas argentinas: unos 16.000 millones de pesos.
Lavagna está convencido de que ese umbral es imposible de alcanzar. Y sus colaboradores se esmeran por explicar, por ahora en privado, que Brasil se encamina a la recesión por haber abusado del ajuste fiscal.
Sin embargo, las distancias con el Fondo para el año próximo no son insalvables. Lavagna pondrá sobre la mesa una propuesta de superávit de 3 puntos del PBI, el Fondo retrucará con 3,5, y por ahí andará la discusión. Por eso, la mayoría de los analistas se juega por un acuerdo a un año, antes que a tres.
Un estudio del economista Daniel Heymann sirve para entender por qué Lavagna cree que hay un techo para el ajuste que reclama el Fondo. Según el trabajo, la clave no está en medir el superávit fiscal en términos de PBI sino de la recaudación, debido a las peculiaridades de la estructura tributaria de cada país. Es decir, qué porción de los ingresos fiscales se destina al pago de los acreedores, en lugar de gastarse en educación, planes alimentarios, salud o justicia. En la Argentina, hoy es el 15 por ciento. Desde esa perspectiva, 3 puntos de superávit de PBI en la Argentina equivalen a 4,5 en Brasil, Turquía y Uruguay; 5 por ciento en España; 6,5 por ciento en Francia; y más del 7,5 por ciento en Suecia. Más ajuste tal vez pueda poner contentos a los acreedores, pero sería obsceno.

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