Narciso Muñoz será, según fuentes oficiales, el nuevo conductor de la Comisión Nacional de Valores, sucediendo así a Carlos Weitz, quien había renunciado al cargo en diciembre pero debió permanecer en él por falta de reemplazante. Antes de que recayese en Muñoz, el puesto le fue ofrecido a personas más ligadas al mercado de capitales, pero, según sostuvo ante Página/12 uno de los tanteados, “no tiene sentido asumir esa función en momentos en que el sector público, el mayor emisor de papeles de deuda, se ha declarado en default, y el sector privado fluctúa entre la cesación de pagos y la reprogramación forzosa. ¿Quién va a lanzar una Obligación Negociable en estas condiciones?”
Como quiera que sea, Muñoz aceptó el reto, después de haber ocupado en los últimos años diversos cargos de relieve relativo pero no desdeñables en otro sentido. Además de encabezar la Comisión Nacional de Pensiones Asistenciales, vicepresidió Fogaba, un fondo oficial bonaerense creado en 1995 para otorgar garantías a pymes de la provincia, con el fin de permitirles así la obtención de créditos bancarios. Fogaba era presidida por Lisandro Barry, actual secretario de Finanzas. Otra misión significativa la cumplió Muñoz al integrar la Comisión 301, constituida en marzo de 2001 para intentar una conciliación en el millonario conflicto entre el Estado y Aeropuertos 2000, del Grupo Eurnekian.
Difícil le resultará a Muñoz, en las problemáticas condiciones actuales, avanzar en el rediseño del mercado de capitales según la recomendación aportada, en grueso volumen, por el Boston Consulting Group. Tanto en el Mercado de Valores como en Mercado Abierto Electrónico lamentan los 600 mil dólares que cada una de esas entidades debió aportar, IVA incluido, para que el BCG realizara ese estudio, impulsado por Daniel Marx y concluido en la última primavera, poco antes del colapso de la convertibilidad. “Las recomendaciones de ese mamotreto parecen el manual de Heidi”, adjetivó una fuente.
Por el momento, la negociación con títulos valores dejó de ser la ocupación central de los corredores bursátiles, volcados a los arbitrajes cambiarios y monetarios. El comercio mismo de acciones se transformó en una excusa para encubrir pasajes al dólar. Pero no es ésta la única moneda que les da de comer a los agentes: también arbitran entre las diversas presentaciones del peso (billete, corralito, cheque-corral, discriminando dentro de éste según la confiabilidad del banco librado) y las múltiples cuasimonedas provinciales. No parece que la CNV tenga mucho para decir respecto de estos negocios.