ECONOMíA › PROPUESTA DE ARGENTINA A LA CUMBRE INTERNACIONAL DE MONTERREY
Un árbitro entre acreedores y deudores
Por Cledis Candelaresi
Deseoso de ganarse un lugar en el escenario internacional, Eduardo Duhalde planea reclamar al Fondo Monetario Internacional que sea síndico de las naciones quebradas y que las auxilie financieramente en esa penosa coyuntura. La oportunidad será la Cumbre Internacional de Monterrey, en la que Argentina será un caso testigo para debatir sobre la nueva arquitectura financiera internacional. En esa ciudad mexicana, el primer mandatario tendría encuentro privado con Horst Koëhler, titular del FMI, y otros con James Wolfensohn, del Banco Mundial, y Enrique Iglesias, del BID. Pero debería postergar para una mejor ocasión el apretón de manos con el presidente George Bush, bastante más esquivo para un encuentro bilateral.
Son esas entrevistas cara a cara la gran apuesta de Duhalde para intentar reconstruir la imagen argentina luego del default. Y la suya propia, contaminada fuera de las fronteras con el prejuicio de que es un gobernante populista, dispuesto a retobarse al poder económico. La ocasión parece propicia para erradicar esa imagen tan poco útil para abrirle las puertas del establishment político y financiero internacional.
La cumbre mexicana fue organizada por las Naciones Unidas para discutir el “financiamiento para el desarrollo”, lo que da pie a un temario muy ligado a los intereses coyunturales argentinos: cómo proteger a los países de una crisis financiera, pautas para negociar las deudas impagables, cómo detener la evasión mundial de impuestos y la corrupción estatal.
La delegación argentina pondrá sobre el escenario la idea de que el FMI arbitre entre acreedores y deudores en casos de default, sobre la base de que los primeros deben soportar los costos de la crisis de las naciones endeudadas. Está lejos de ser una propuesta formal para el caso argentino actual, pero el Gobierno defenderá en ese ámbito público el criterio de que los acreedores deben admitir una quita y que debería hacerse con la anuencia fondomonetarista.
Según confiaron fuentes oficiales a Página/12, el Presidente subrayará errores del FMI, que no supo prevenir las sucesivas debacles financieras, desde la asiática a la local. Pero, a renglón seguido, planteará la importancia de que ese organismo multilateral actúe como prestamista de última instancia, ayudando a los países con esos dramas. Lejos de irrumpir como un rebelde, Duhalde estará totalmente a tono con lo que postulan los propios documentos de la ONU que sirven de base para las discusiones técnicas de la cumbre.
Estos papers –resultado del consenso entre funcionarios de los países miembro– invocan el capítulo 11 de la ley de quiebras estadounidense, que habilita otorgar nuevos créditos para la recuperación de las compañías, sugiriendo hallar un procedimiento semejante para las naciones quebradas. Del mismo modo, los documentos sugieren que el Fondo podría erigirse en árbitro entre deudores y acreedores y que es necesario sistematizar “los recortes” que necesariamente éstos deben admitir.
El presidente argentino podrá sentirse igualmente acompañado al postular que las naciones desarrolladas deben derrumbar sus barreras comerciales, algo que considerará en público más importante que un auxilio financiero. Aquel aludido documento de ONU postula un criterio semejante, destacando que sin esas antipáticas restricciones, las naciones en desarrollo podrían aumentar sus ingresos por exportaciones en 130 mil millones de dólares anuales, ayudando a reducir drásticamente la pobreza. Ese reclamo apuntará directo a los Estados Unidos, que bloqueó recientemente el ingreso del acero, y anteriormente con consecuencias directas para Argentina, el de limones y la miel.