EL MUNDO
Saddam Hussein es el hombre más querido de todos los tiempos
El gobierno iraquí celebró el 100 por ciento de apoyo a que Saddam siga en el poder como un “resultado natural”. George Bush firmó la resolución aprobada por el Congreso que le permite atacar a Irak.
Por Angeles Espinosa
Desde Bagdad
“Un día para la gloria”. Así describió ayer el vicepresidente iraquí Izzat Ibrahim, número dos del gobierno, la jornada del plebiscito presidencial. Ibrahim anunció sin pestañear que Saddam Hussein había resultado reelegido presidente con el 100 por ciento de los votos y un 100 por ciento de participación. “Estados Unidos sueña con cambiar nuestro sistema, pero la gente es el sistema. ¿Van a cambiar la materia y el espíritu de 25 millones de iraquíes?”, manifestó ante los resultados. Un decreto presidencial dio fiesta a los funcionarios, mientras el resto de la población siguió con sus vidas al margen de los fastos oficiales. En Washington, el presidente George Bush firmó la resolución votada por el Congreso que le da vía libre para que ataque a Irak.
“El referéndum no tenía por objetivo la Administración estadounidense ni ninguna otra potencia sino que es parte del proceso democrático de Irak y es al pueblo de Irak al que estaba dirigido”, declaró el número dos del régimen iraquí a preguntas de los periodistas. “No nos preocupa si convence o no a Estados Unidos o a Occidente”, añadió tras asegurar que se trataba de un “resultado natural”.
Preguntado por el índice de participación, el vicepresidente afirmó que el número de votos fue igual al de potenciales votantes: 11.445.368. Pero la cifra de inscriptos en el censo difundida el lunes por el Comité de Supervisión del Referéndum, que dirige él mismo, era de 11.758.900. El propio Ibrahim anunció la concurrencia de 100.000 kurdos de las tres provincias del norte que escapan al control de Bagdad y que, aunque tenían derecho a votar en cualquier colegio, no estaban registrados.
El voto no es legalmente obligatorio en Irak y, a pesar de los rumores difundidos sobre la posibilidad de identificar las papeletas, ningún signo externo lo indicaba. Sin embargo, el ambiente dificultaba la posibilidad de un voto secreto (no había cortinas en las cabinas de voto) y esta periodista fue testigo de cómo muchas personas votaban por sus familiares ancianos o enfermos, con sólo presentar sus certificados de inscripción en el censo. “No, en absoluto se ha tratado de una sorpresa”, confesaba sin esconder su apatía un habitante de la capital. “Ni siquiera lo hemos comentado esta mañana en la oficina”, reconocía. “La gente pasa de política; está harta de 20 años de guerra”. El desde luego no fue uno de los que la noche anterior salieron por las calles de la capital a celebrar el previsible triunfo con toques de bocina y disparos al aire. Y es que, a excepción de los funcionarios que tuvieron un día de fiesta, la mayoría de la población tenía poco que celebrar.
“Es un claro mensaje a Estados Unidos de que todos los iraquíes estamos unidos frente a la amenaza”, explicó a esta enviada un teniente general retirado del Ejército iraquí. Este hombre, que durante la Guerra del Golfo (1991) estuvo al mando del oeste del país, no encontraba ninguna dificultad en aceptar el resultado. Como afín al régimen, el respaldo a Saddam Hussein le parece lo más lógico. “El ha mantenido unido nuestro país”, defiende.
El vicepresidente Ibrahim contó que uno de sus asesores, ex embajador en Francia, les había hecho notar durante el anterior referéndum (99,96 por ciento de apoyo en 1995) que “un resultado del 80 por ciento resultaría más creíble”, pero defendió que la verdad no tendría por qué interpretarse como falta de democracia. “Sólo a quien no esté familiarizado con el pueblo iraquí le puede parecer raro”, dijo antes de aclarar que “en Irak no hay oposición, la única que había estaba en el norte”.
De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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