La prédica del “terror” que caracteriza la campaña del oficialista José Serra no tiene límites: ayer nuevamente sostuvo que un triunfo de su rival Luiz Inácio Lula da Silva arrastraría a Brasil a una situación crítica como la de Venezuela y Argentina, y en ese sentido comparó a Lula con el ex presidente Fernando de la Rúa y el actual venezolano Hugo Chávez. Además, vinculó al ex obrero metalúrgico y su Partido de los Trabajadores (PT) con la guerrilla colombiana de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en su último intento de cambiar la tendencia generalizada de apoyar al candidato petista en la segunda vuelta del 27. Su estrategia no incidió siguiera en el mercado financiero, que en el pasado mostrara fluctuaciones ante el ascenso de Lula: ayer la Bolsa de San Pablo cerró con una leve alza y se apreció el real.
La campaña por la negativa de Serra se vale de los ejemplos vivos y cercanos, Venezuela y Argentina. Con imágenes de multitudinarias protestas callejeras en Caracas y alusiones a la crisis en que se ha sumido Venezuela, Serra pregunta si Lula es capaz de explicar por qué ha dicho que el presidente de ese país, Hugo Chávez, es un “delantero matador”, frase elogiosa en la jerga futbolística. En los programas de Serra también se insinúa que Brasil seguirá el rumbo de crisis de Argentina si Lula llega al poder. Serra afirmó ayer que su adversario es “igual a Fernando de la Rúa”, que “proponía el cielo, pero no profundizaba nunca en sus propuestas de cambios”, declaró Serra durante un almuerzo con decenas de partidarios en un restaurante de Porto Alegre, en el que acusó a Lula de basar su campaña en “promesas vagas”.
Según el candidato oficialista, Argentina y Venezuela son símbolos de “los cambios en el gobierno que sólo fueron para peor”, por lo que instó a los electores a votar por el continuismo que él representa. En otros spots de su campaña se sostiene que el PT tiene documentos en los que exalta los ideales de la principal guerrilla de Colombia, las FARC, a las que la propaganda de Serra acusa de proteger a conocidos narcotraficantes brasileños. En esa misma línea, una canción que se ha convertido en himno de la campaña oficialista sostiene que la bandera de Brasil es “verde y amarilla, no roja”, en una aparente alusión al color que identifica al PT, pero también al viejo fantasma del comunismo internacional. El senador Joseph McCarthy no lo habría hecho mejor.
El ex ministro de Sanidad y Planificación del gobierno de Cardoso también aseguró que, al frente de gobiernos municipales y regionales, la experiencia del PT “ha demostrado que esas personas son absolutamente incompetentes” e insistió en que “peor será con Lula llegando a la presidencia” sin haber tenido jamás un cargo en la administración pública. Pero Lula manifestó que “sólo un verdadero cataclismo” impedirá su victoria el próximo día 27 de octubre, y su optimismo fue reforzado ayer por dos nuevas encuestas: una, del Instituto Sensus, le adjudicó el 65,8 por ciento de los votos válidos contra el 42,3 de Serra; la segunda, elaborada por la firma Unidad de Pesquisas, dice que Lula ganará con el 64,2 por ciento y Serra quedará con 35,8 puntos porcentuales. En la primera vuelta de las elecciones, el pasado día 6, el 76 por ciento del electorado brasileño votó a favor del cambio.
Lula atribuyó la campaña de terror a la “inminente derrota” de Serra, y algunos de sus partidarios llegaron a alertar sobre la aparición de “brotes fascistas” en la campaña. Según José Dirceu, presidente del PT, Serra “se quedó anclado en el pasado”. “Crear ese miedo es disparar al corazón de Brasil”, dijo Dirceu, que como Lula niega vínculos con las FARC, mantiene distancias ideológicas de la “revolución bolivariana” de Chávez e insiste en que el PT no adoptará medidas radicales si llega al poder.