Sáb 19.10.2002

EL MUNDO

Así es la ley de la selva en pleno centro de Moscú

La creciente mafia rusa es el sospechoso número 1 en el asesinato de Valentín Tsvetkov, un gobernador provincial ruso que se convirtió en el político de mayor rango en ser muerto desde el fin de la URSS.

Por Rodrigo Fernández *
Desde Moscú

Valentín Tsvetkov, gobernador de Magadán, fue asesinado ayer por la mañana en la céntrica calle Novi Arbat en Moscú cuando se disponía a entrar en la sede de la representación de esa provincia del Extremo Oriente ruso. Tsvetkov es el dirigente de mayor rango que ha sido asesinado en los 12 años transcurridos desde la desintegración de la URSS y el hecho muestra la impotencia de las autoridades ante los grupos criminales y mafiosos que se imponen pistola en mano.
Las muertes por encargo continúan a la orden del día en Rusia y los asesinos a sueldo matan a directores de fábrica y empresarios, autoridades locales y parlamentarios. Ahora le ha llegado el turno a los gobernadores, que hasta el momento habían escapado a las balas de la mafia. Los que mataron a Tsvetkov actuaron con gran sangre fría y audacia. El gobernador de la lejana provincia de Magadán se encontraba en Moscú hacía más de una semana e iba diariamente a la misma hora a la delegación provincial. Los asesinos planearon fríamente el atentado y no les importó realizarlo a la hora en que todos van a la oficina y en una avenida donde siempre hay policías, ya que es la ruta que usan diariamente el presidente y muchos otros altos funcionarios para ir a su trabajo en el Kremlin, en diversos ministerios y el Parlamento.
El disparo fatal fue hecho a las 9.14 hora local por un hombre de entre 30 y 35 años, fisonomía eslava y vestimentas oscuras. La bala entró por la nuca y causó la muerte instantánea del gobernador. El asesino a sueldo tenía un cómplice, que disparó contra el guardaespaldas de Tsvetkov, sin herirlo. Ambos huyeron en un auto marca Lada, que abandonaron en un callejón cercano al lugar del crimen. La policía también encontró la pistola Makárov con silenciador usada para asesinar al alto funcionario y ha confeccionado un retrato gracias a las declaraciones de los numerosos testigos interrogados.
Los políticos rusos se han convertido en víctimas frecuentes de los asesinos a sueldo. Antes de la muerte de Tsvetkov hubo dos atentados contra gobernadores, pero ambos fracasaron: en 1996, en vísperas de las elecciones provinciales, unos desconocidos dispararon contra el auto del gobernador de Briansk, y hace dos años se descubrió un plan para asesinar al de Kémerovo. Peor suerte han corrido los “vices”: en 1997 un francotirador mató a un vicegobernador de San Petersburgo; dos años más tarde, era asesinado uno de Tomsk; en el 2000, uno de Kamchatka y este año, uno de Smolensk. Ocho diputados federales han sido asesinados, el último en agosto pasado.
“Los criminales se sienten absolutamente impunes –comentó Guennadi Selezniov, presidente de la Duma estatal o Cámara baja del Parlamento ruso–. No recuerdo ni un solo caso en que el asesinato haya sido dilucidado completamente y el criminal haya llegado al banquillo de los acusados. No sé qué acciones emprenderán ahora los órganos de orden público para descubrir al asesino del gobernador Tsvetkov; lo que sí sé es que nosotros no economizamos dinero para mantenerlos, cada año les damos más recursos, pero los resultados de su trabajo van de mal en peor”, manifestó Selezniov.
No cabe duda de que Tsvetkov se había ganado muchos enemigos como gobernador. La provincia de Magadán es famosa por su oro –un 20 por ciento del total producido en Rusia– y sus salmones que dan el llamado caviar rojo.
Tsvetkov logró poner orden en estas dos esferas, que antes estaban en las manos de las mafias locales, y además puso bajo su control el comercio del alcohol. La policía ya ha dicho estar en conocimiento de que el gobernador había entrado en conflicto con varias empresas en laprovincia y que la versión principal es que el asesinato está relacionado con las actividades económicas en Magadán. Pero el asesinato surge como síntoma de una criminalidad en ascenso, dentro de una transición al capitalismo con rasgos mafiosos.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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