Dom 20.10.2002

EL MUNDO  › OPINION

La gente cree lo que quiere creer

El lunes pasado, en Jakarta, todo el mundo hablaba del atentado de Bali, desde lindas presentadoras de televisión en sus estudios hasta los vendedores callejeros en las atiborradas calles de la capital indonesia. Pero lo que a mí más me sorprendió fue que muchos de ellos suscribieran a la teoría conspirativa de que el atentado había sido realizado por “agentes norteamericanos”.
Un predicador musulmán dijo por radio: “Nosotros no tenemos una bomba tan potente. ¿Por qué no hubo norteamericanos entre las víctimas? ¿Se acuerdan de los 4000 judíos que estaban en otra parte cuando atacaron el World Trade Center? La embajada de Estados Unidos aconsejó el viernes a los ciudadanos norteamericanos que no fueran a discotecas y bares en Indonesia. Era evidentemente una advertencia de que agentes de la CIA iban a atacar Bali”. Otros dijeron que se trataba de un “gran plan” para desintegrar Indonesia y para enfrentar a la mayoría musulmana contra la minoría que no lo es. La palabra “rekayasa”, que en indonesio bahasa significa literalmente “conspiración”, fue muy usada en este tipo de discurso. Estaba en las calles y también en el aire.
Indonesia es el mayor país musulmán en el mundo, pero Bali es un enclave predominantemente hindú. Aunque muchas regiones de Indonesia fueron sacudidas por la violencia étnica y religiosa desde la caída del dictador Suharto en mayo de 1998, Bali se mantuvo como un lugar tranquilo, de gran atractivo turístico.
Otros se enojan si el nombre de Al-Qaida es mencionado como principal sospechoso. “Culpar a Al-Qaida es como culpar al Islam”, dijo una periodista. Tal vez tenga razón, porque es demasiado pronto para concluir sobre quién es el autor y es extremadamente violento para muchos indonesios el hecho de admitir que un grupo islámico pudiese organizar semejante acto inhumano y brutal.
Pero ¿no es lícito sospechar que un grupo musulmán clandestino, llamado Jemaah Islamiyah, con su líder espiritual Abubakar Ba`asyir, existe y está envuelto en acciones terroristas?
Aquí van algunos hechos. Fathur Rohman al Ghozi, un discípulo de Ba`asyir, fue arrestado en Manila en enero con una tonelada de TNT. Su nombre de código era “Mike el bombardero” y su especialidad era la fabricación de bombas. Agus Dwikarna, otro activista musulmán indonesio, con quien Ba`asyir trabaja en la campaña para establecer la sharia (o ley islámica), fue detenido en marzo, también en Manila, con dos bombas fabricadas con el explosivo C-4. Taufik Abdul Halim, un ciudadano de Malasia cercano a Hambali, colega de Ba`asyir, quien sigue fugitivo, fue arrestado en agosto del año pasado por planear hacer explotar una bomba en un ómnibus de cristianos en Jakarta. Y esto para no hablar de docenas de singapurenses y malayos que fueron arrestados por sus gobiernos al ser acusados de activar en la campaña de Jemaah Islamiyah. La mayoría de ellos están contactados con Ba`asyir.
La mayoría de los medios de Indonesia no vinculan tales arrestos con Ba`asyir. La CIA es un tema más interesante. El embajador norteamericano Ralph L. Boyce sólo señaló que “fue completamente indignante”. Agregó que la inteligencia de EE.UU. ha estado alertando desde diciembre de que los terroristas de Al-Qaida, provenientes de Afganistán, se diseminarían por el Sudeste asiático. La embajada de EE.UU. estuvo cerrada en setiembre y la semana pasada se envió un alerta en contra de viajar al país.
Hay algunos motivos que explican esta autonegación pública. La caída de Suharto condujo a Indonesia a un difícil y complejo período de democratización. Los responsables de hacer cumplir la ley perdieron credibilidad. Hubo rebeliones en algunas provincias. La inestabilidad apareció en muchos niveles de gobierno. Nuevos medios de comunicación salieron a las calles.
Muchos de los grupos extremistas islámicos propagan libremente sus credos y su odio contra la minoría y los occidentales. Otros gruposestablecen milicias y han usado la violencia para lograr sus objetivos, esto es, el cierre de discotecas y night-clubs. Han aparecido muchos libros nuevos que revelan la acción de agentes estadounidenses en Indonesia en los ‘50 y los ‘60. Estados Unidos estuvo involucrado en campañas sucias para expulsar al presidente Sukarno. Es fácil ahora relacionar la experiencia de la Guerra Fría con el actual período de “choque de las civilizaciones”. A los predicadores musulmanes como Ba`asyir les gusta citar la teoría del profesor de Harvard Samuel Huntington sobre el conflicto de la pos-Guerra Fría entre la Occidente y el Islam.
Tanto los activistas de izquierda como los de derecha son conscientes de la injusticia que el gobierno norteamericano ha provocado sobre muchos de los países del tercer mundo y sobre numerosos asuntos, desde Medio Oriente hasta el protocolo de Kyoto. También hay una crisis de liderazgo. La presidenta Megawati Sukarnoputri es vista como una líder pasiva.
Irónicamente, muchos líderes indonesios emitieron declaraciones extrañas. El vicepresidente Hamzah Haz ocupó los titulares de los diarios en mayo con la afirmación de que “no hay terroristas en Indonesia. Si ellos (los terroristas) existen, no arresten a ningún clérigo musulmán sino a mí”.
Ahora la tendencia es más complicada que lo que el sentido común de mucha gente puede esperar. La autonegación está creciendo. La gente cree en lo que quiere creer. Precisamente como lo que argumentó Walter Lippman en su libro Opinión pública de 1923 sobre el poder de las “imágenes en nuestras cabezas”. La gente cree lo que quiere creer, y las imágenes en sus mentes pueden ser mucho más fuertes que la realidad misma, incluso cuando la realidad está frente a sus narices. Toda esta situación me hace sentir horriblemente triste. Las personas que acusaron a Al-Qaida del atentado, como el ministro de Defensa, Matori Abdul Jalil, él mismo un líder musulmán, se arriesgan a perder popularidad.
Quizá sea verdad que es más fácil estar en una comunidad que se opone a un autoritarismo como el de Suharto que oponerse de modo individual al consenso de la sociedad. Todavía es un interrogante si la democracia de Indonesia podrá sobrevivir a este período de oscuridad. También vale preguntarse si los nuevos medios de comunicación colaboran en dar una visión real y terminar con este período de autonegación.

* Gentileza Agencia La Vaca.www.lavaca.org
Traducción: Mercedes López San Miguel.

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