EL MUNDO › EN EL CUARTO DíA DE OFENSIVA SIGUEN LOS BOMBARDEOS Y LOS LANZAMIENTOS DE COHETES
El debate gira en torno de las ventajas y desventajas de una salida del enfrentamiento antes de una posible intervención terrestre al interior del enclave palestino bombardeado. Un dilema similar enfrentan los líderes de Hamas en Gaza y el exilio.
› Por Sergio Rotbart
Desde Tel Aviv
En el cuarto día de la ofensiva militar israelí continúan los bombardeos masivos sobre Gaza y los lanzamientos de cohetes desde la franja palestina hacia ciudades y localidades israelíes. La dirigencia israelí debate una propuesta de alto el fuego de 48 horas elaborada por el gobierno francés, que comprende el cese de los ataques de ambas partes para permitir el ingreso de “ayuda humanitaria” a Gaza. La iniciativa, además, intenta probar la disposición mutua a aceptar un cese del fuego más prolongado. En una primera instancia, el premier Ehud Olmert rechazó el pedido que le transmitió el canciller de Francia, Bernard Kouchner, de aceptar una tregua limitada. Pero, según algunas versiones, tanto las discusiones en el seno de la dirigencia política como de la cúpula militar sobre la continuidad del operativo en Gaza condujeron a un cambio de actitud. El debate gira en torno de las ventajas y desventajas de una salida del enfrentamiento antes de una posible intervención terrestre al interior del enclave palestino bombardeado.
Por otro lado, un dilema similar enfrentan los líderes de Hamas. Haled Mashal, el jefe del ala política del movimiento radicado en Siria, le pidió al presidente de Senegal, titular suplente de la Comisión Islámica, que mediara entre la fuerza palestina e Israel para acordar un cese del fuego. Así lo aseguró uno de los reportes leídos en la última sesión del gabinete de defensa israelí.
Desde el punto de vista de Israel, la discusión sobre el momento adecuado para finalizar el operativo militar se desarrolla entre quienes piensan que es imperioso maximizar la capacidad de golpear al Hamas y quienes, más sensibles al amargo precedente de la última guerra del Líbano, le temen a un posible empantanamiento si se lleva adelante la fase terrestre de la ofensiva. Se sabe que, en contraste con la indefensión ante los constantes ataques aéreos, los milicianos de la fuerza islamista sólo pueden conseguir algún logro en enfrentamientos con los tanques y los soldados israelíes. Hace bastante tiempo que comenzaron a prepararse para afrontar tal desafío (según testimonios de varios soldados israelíes que participaron en incursiones al interior de Gaza, el accionar de los combatientes del Hamas se asemeja más al de las tropas de un ejército regular que a la de miembros de una guerrilla precaria).
El ministro de Defensa, Ehud Barak, decidió reclutar a otros 2500 soldados reservistas, que se suman a los 6700 que ya están concentrados en el límite con la Franja de Gaza. El líder laborista también se refirió al alto costo de la opción terrestre. “Cada combatiente tiene un rostro, un nombre y una personalidad propias”, dijo en su discurso ante el Parlamento. Pero, sobre todo, Barak es muy consciente de que un número elevado de bajas israelíes hundiría su propio futuro político. Sobre todo si a cambio de las vidas sacrificadas no se consigue la tan anhelada calma en el sur del país.
Por su parte, los dirigentes del ala política del Hamas, que se encuentran en la clandestinidad y aislados de lo que queda de la red operativa del movimiento, deben decidir si aceptan la directiva negociadora de su jefe en el exilio o se resignan a que Israel ordene el ingreso a Gaza de tropas terrestres. La primera opción los obliga a aceptar una tregua diseñada de acuerdo a los condicionamientos de Israel. La segunda, en cambio, está acompañada del riesgo de seguir soportando bombardeos mortíferos antes y durante la esperada fase terrestre.
En Israel la protesta pública contra la ofensiva militar es escasa y proviene casi exclusivamente de ciudadanos árabes. Estudiantes de ese origen manifestaron en varias universidades del país, enfrentándose con militantes de derecha que les gritan “traidores” y “quintacolumnistas”. Frente a la embajada de Egipto en Tel Aviv se concentraron manifestantes contra la actitud de ese país de responsabilizar al Hamas por los bombardeos israelíes. La policía los dispersó por la fuerza y varios de ellos fueron detenidos. Ahmad Tibi, el representante de uno de los partidos que representan al público árabe, dijo en el debate parlamentario sobre el operativo en Gaza: “Hay quienes cuentan cadáveres y paralelamente cuentan votos, cadáveres a cambio de votos. Esto lo hace principalmente el Partido Laborista”. En reacción a la condena de los legisladores árabes, el dirigente ultranacionalista Avigdor Liberman llamó a expulsar a los “incitadores, hombres que sirven como brazo político del Hamas en la Knesset (Parlamento) de Israel y realizan actos de traición en tiempos de guerra”.
En el centro de Tel Aviv se congregaron alrededor de 150 manifestantes (en este caso judíos) que portaban pancartas con consignas como “Todos los ministros del gobierno son criminales de guerra” y “En Gaza y en Sderot los niños quieren vivir”. Militantes nacionalistas les arrojaron huevos, mientras que automovilistas les profirieron insultos como “Vuelvan a Auschwitz” y “Vayan a coger con árabes”.
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