EL MUNDO › DOS MIRADAS SOBRE EL CONFLICTO ISRAELI-PALESTINO, TRAS UNA SEMANA DE CESE DE FUEGO
Mientras la diplomacia sigue trabajando por una tregua duradera entre Israel y la facción palestina Hamas, la población de la Franja de Gaza intenta recuperarse luego de haber resistido a una ofensiva de gran envergadura.
Por Rubén Dri *
“Persigo a mis enemigos, acabo con ellos y no vuelvo hasta haberlos acabado; los derribo y ya no pueden levantarse, caen y quedan bajo mis pies [...] Me obedecen pueblos desconocidos. Hijos de extranjeros me vienen a alabar, son todo oídos y me obedecen. Los hijos de extranjeros desfallecen y abandonan temblorosos sus refugios” (Cántico del rey David; 2 Sam 22, 38-39; 45-46).
“Los palestinos deben sufrir mucho más hasta que sepan que no obtendrán nada mediante el terrorismo. Si no sienten que han sido vencidos, no podremos regresar a la mesa de negociaciones” (Ariel Sharon ante el Parlamento, el 4 de marzo de 2002).
Sharon expresa claramente sin eufemismo, ni hipocresía, lo que es, y siempre fue, la política del Estado de Israel frente al pueblo originario, o sea el pueblo palestino. Todas las otras expresiones que se refieren a la paz, a la necesidad del diálogo, a la defensa frente al terrorismo, son hipócritas. Esconden la intención de los dirigentes del Estado de Israel de ocupar todo el territorio palestino, expulsando o sometiendo al pueblo originario.
La historia, en este sentido, no miente. En 1948, las potencias victoriosas de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y Gran Bretaña, comienzan a dar forma al sueño sionista, transportando a Palestina a judíos que habían sufrido la persecución genocida del régimen nazi. Los habitantes nativos, los palestinos, fueron expulsados y masacrados por los recién venidos, que contaban con el apoyo de la maquinaria bélica de Estados Unidos.
Como lo expresa Hugo Kofman, “nace así la alianza estratégica entre la derecha judía y el imperialismo norteamericano”. Esa alianza le permite a la derecha judía pertrecharse con todo el armamento moderno para formar uno de los mejores ejércitos del mundo y, sin duda, el mejor equipado del Medio Oriente. Nada le falta a ese ejército, ni siquiera el monstruoso poder destructor de las bombas atómicas.
Se funda, de esa manera, un Estado sobre la fuerza militar con la ya indisimulada intención de ocupar toda Palestina y dominar a todos los países vecinos, reproduciendo, en cierto sentido, la política imperialista del Estado davídico-salomónico que dominó a las tribus de Israel y a los pueblos vecinos. La masacre que el ejército de Israel acaba de llevar a cabo sobre la cárcel a cielo abierto que es Gaza, muestra que no sólo retoma la política expansionista del Estado davídico-salomónico sino que también renueva y mejora sus métodos.
Los palestinos pueden sobrevivir, pero, según la óptica de los dirigentes del Estado de Israel, si se someten. Sólo de esa manera se pueden sentar a una mesa “de negociación”, eufemismo por mesa “de sometimiento”.
Mientras tanto, ¿qué hace el pueblo palestino? Según Tel Aviv, con los “moderados”, eufemismo por “sometidos”, se puede hablar. En cambio con los “terroristas”, es decir, insumisos y resistentes, no sólo no se puede hablar sino que es necesario aniquilarlos. Los sumisos, dirigidos por Mahmud Abbas, ya están encerrados detrás del muro de la vergüenza y, en la medida en que se porten bien, es decir, acepten la dominación del Estado de Israel, se les permitirá vivir. Se podrá formar, entonces, la parodia de un Estado palestino.
Barack Obama presenta muchas diferencias con relación a George W. Bush, pero la política con relación a Palestina en lo esencial no ha variado. Dijo claramente, luego de llamar a Hamas a la sumisión: “Estados Unidos está dispuesto a defender la seguridad de Israel y apoyaremos siempre el derecho de Israel a defenderse contra amenazas legítimas”. La hipocresía de siempre. La política agresiva, exterminadora, expansiva, del Estado de Israel desde su fundación es presentada como “defensiva”. Hitler hizo lo mismo.
Por si eso no bastara, Obama le dice a Hamas que debe renunciar a la “violencia”. Confunde Obama, y ello no puede extrañar porque, en última instancia, es el jefe del imperio, al ofensor con el ofendido, al agresor con el agredido. La violencia no nace de Hamas sino de la política agresiva y genocida de Israel. Desarmemos al agresor y ya no habrá más misiles.
* Filósofo, profesor consulto de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).
Por Baruj Plavnick *
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