EL MUNDO › REUNIDOS POR EL FSM, CUATRO MANDATARIOS HABLARON DE LA NUEVA AGENDA LATINOAMERICANA
Los cuatro, cada uno a su manera, coincidieron en que otro mundo no sólo es posible, sino que ya nació, de la mano de los procesos democráticos que están teniendo lugar en la región. Y coincidieron en reconocerse herederos del foro social.
› Por Sandra Russo
Desde Belém do Pará
Por primera vez desde la existencia del Foro Social Mundial (FSM), cuatro presidentes latinoamericanos en ejercicio se sumaron a los debates. Fernando Lugo, de Paraguay; Rafael Correa, de Ecuador; Evo Morales, de Bolivia, y Hugo Chávez, de Venezuela, vinieron a Belém en un gesto que rebasa la empatía que existe entre los participantes y las políticas que ellos llevan adelante en sus respectivos países. Los cuatro, cada uno a su manera, coincidieron en que otro mundo no sólo es posible, sino que ya nació, de la mano de los procesos democráticos que están teniendo lugar en la región. Y también coincidieron en reconocerse herederos, portavoces, receptores del ideario que el FSM proclama desde 2001. Hablaron frente a integrantes de los movimientos sociales de la región, a quienes agradecieron que con sus luchas les hayan allanado el camino hacia el gobierno.
El encuentro no estaba anunciado y tuvo lugar en la Universidad Estadual, que hasta ayer no formaba parte de los escenarios previstos para el FSM. La seguridad de los presidentes obligó a que los organizadores dieran algunas pistas el miércoles, que la prensa haya ido al gimnasio de esa universidad a acreditarse sin saber del todo a qué, que el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierras, que sesionaron un rato antes, extendiera las acreditaciones, y que el encuentro empezara con el estadio lleno de blancos, que se fueron cubriendo con el pasar de las horas: los llenaron indígenas de diferentes etnias, sobre todo de Ecuador, Bolivia y Brasil.
El rumor indicaba que Hugo Chávez llegaría al encuentro con los movimientos sociales, pero el que primero llegó, para sorpresa de todos, fue Rafael Correa. Un rato más tarde, llegó Lugo. Y por último, dieron el presente Evo y Chávez. Mientras Correa y Lugo esperaban a los otros dos presidentes hubo música, pero a la manera del FSM: Correa y Lugo agarraron los micrófonos, y cantaron a voz en cuello desde temas de Silvio Rodríguez hasta boleros y marchas militantes. El cartel que se desplegaba en el escenario rezaba: “Diálogo sobre la integración popular de nuestra América”.
El que empezó fue el carismático Correa, en cuyo mensaje se dedicó sobre todo a definir cómo es y cómo se imagina que debe seguir germinando el “socialismo del siglo XXI”. “Estamos en una época de cambios en América latina. No es casual que ésta sea la primera vez que hay presidentes en este foro. Pero debemos preguntarnos qué cambió. Y lo que cambió es que ya no respondemos a ese extraño Consenso de Washington al que adherían antes los gobiernos latinoamericanos. ¿Qué consenso era ése? ¿Por qué íbamos a adherir a un consenso hecho en Washington? ¿Quién consensuaba con América latina? Quién iba a pensar que después de una época en la que gobernaban Collor de Mello, Menem, Fujimori, íbamos a comenzar este proceso que inició Hugo Chávez en Venezuela, aunque quiero recordar aquí a Fidel Castro”, dijo, y los aplausos taparon su voz.
Sobre el cambio que ya comenzó, Correa dijo que espera “que al menos los responsables de esta crisis mundial hagan un mea culpa, un examen de conciencia por el desastre que han hecho. Este cambio es muy profundo. Somos parte de un proceso de esperanza, contra el modelo de injusticia y de muerte que fue el neoliberalismo. Lo que está pendiente, compañeros y compañeras, es nuestra definitiva independencia”.
Sobre la crisis, Correa alegó que lo que cae es un sistema. Y que el cambio debe incluir la ética que rige nuestras sociedades. “Venimos del culto al individualismo extremo. El socialismo del siglo XXI se expresa a través de la reivindicación del Estado, interviniendo en las cuestiones públicas. No un Estado ineficiente, porque hay que aprender las lecciones. Pero rescatamos el rol del Estado en nuestros países. También, la acción colectiva, porque el neoliberalismo nos demostró qué sucede cuando cada uno piensa solamente en sí mismo. Y por último, la planificación. Los países ricos durante décadas planificaron sus políticas, pero a los países emergentes no nos permitían planificar las nuestras.”
Sobre la integración latinoamericana, dijo: “Habrá que tener en poco tiempo una moneda común, regional. Debe ser una integración con una nueva lógica, y con políticas comunes en comunicación, energía, recursos, logística. ¿Qué sentido tiene que vayamos a resolver nuestros problemas a una OEA que tiene su sede en Washington?”.
Fernando Lugo, por su parte, recuperó del discurso de Correa la idea de que el cambio ya empezó, y que ese otro mundo que reclama desde hace ocho años el FSM ya tiene forma.
“Con mucha alegría recuerdo que fui desde Asunción a Porto Alegre en 2001, al primer foro. Aquí sigo viendo los rostros esperanzados de esta América latina que hoy vive un proceso intenso de cambio. Quién se iba a imaginar, no hace ocho años, hace uno, que la lucha de los movimientos sociales, de jóvenes, de indígenas, de mujeres, de trabajadores iban a dar estos frutos. La lucha de los movimientos sociales es el gran sostén de un cambio duradero en la región. Hace unos años nuestros países tenían gobiernos conservadores, a los que derrotamos. Pero no es suficiente. Hace falta un cambio de ética. Y hace falta volver a creer en la profecía del pueblo guaraní, en la Tierra Sin Mal. Hemos tenido aciertos y errores. Por eso hay que decir algunas cosas con todas las palabras. Por ejemplo, lo que sentimos cuando vemos niños palestinos masacrados.”
Lugo admitió que a la democratización de nuestras sociedades le falta mucho camino. “No sólo hace falta acercamiento entre gobiernos. Hace falta acercamiento entre partidos, entre movimientos sociales. La integración no la podemos hacer sólo los presidentes, porque sería una falsa integración. La verdadera debe venir de abajo. Mientras tanto, seguiremos caminando y cantando, como siempre.”
Evo Morales fue ovacionado por el estadio. Fue un aplauso de pie, quizá para reparar en parte el maltrato que Evo sufre en su país, pese a demostrar una y otra vez en las urnas que la mayoría de su pueblo lo apoya. Entre las cosas más directas y claras que dijo Evo, se cuenta la mención a la Iglesia Católica. “El pueblo boliviano ya habló. Pero quiero decirles hoy que no sólo la prensa boliviana es de derecha. También lo es la Iglesia Católica. Y les digo que así como otro mundo es posible, otra Iglesia también es posible”, dijo, y de nuevo el estadio se paró a aplaudir.
Sobre las grandes líneas políticas con las que los otros tres presidentes acuerdan, Evo dijo que el agua, la energía, los recursos básicos no pueden ser privados. Recordó que en su país había una base militar norteamericana: “No aceptamos ninguna base extranjera en nuestro territorio. Podrán decir que el presidente Morales se equivocó, pero nunca que cedió a alguna presión para claudicar en la lucha contra el imperialismo norteamericano”.
Y llegó el turno de Chávez; esta vez con un preocupado Pablo De Michelis, de la CTA, presente en el panel, admitió, “para la tarea antipática pero militante de medir el tiempo que habla cada presidente”. Cuando Chávez comenzó a hablar, les había tomado él mismo el tiempo a Lugo, Correa y Morales. “Hablamos veinte minutos. Yo también voy a hablar veinte minutos. ¡Socialismo, igualdad!”, se rió. Y empezó a hablar como suele hacerlo, con bromas a Evo (“que juega al fútbol todos los días a 5000 metros de altura”) y a Correa (“ya le están saliendo canas. Rafael: antes no las tenías”). Chávez se preocupó por traer una y otra vez al estadio la figura de Fidel Castro. Fue un homenaje, una dedicatoria de este foro al comandante cubano. Y cada vez que mencionaba su nombre, los miembros de los movimientos sociales reconocían el gesto y vivaban la revolución que cumplió medio siglo. “Estamos ahora ante la opción del socialismo, porque no hay una tercera vía. Es capitalismo o socialismo. Tenemos que elegir”, señaló Chávez.
Dijo que alguna vez Fidel le dijo que el FSM era la expresión genuina de las corrientes emergentes. También trajo una frase del subcomandante Marcos, que dijo que el FSM era “un nido de sueños”. Repasó la historia regional de las últimas décadas. Recordó los ’90, la “gran oscurona”, cuando se apagaron todas las luces del continente. Recordó cómo su gobierno peligró una y otra vez en 2001, 2002, 2003, bajo la sombra de la reacción. “Todos nosotros somos una consecuencia de las luchas de otros. De las luchas de ustedes. La lucha de los bolivianos trajo a Evo, la de los ecuatorianos trajo a Rafael, la de los paraguayos a Lugo, y yo cumplo con la lucha de los venezolanos. Estos últimos diez años marcan el comienzo de esta nueva época. Ahora vamos a ver qué hace el nuevo presidente norteamericano, Barack Obama, después de que su antecesor se haya ido por la puerta de atrás de la historia. Está muy bien que haya cerrado la cárcel de Guantánamo, pero lo correcto sería que les devolviera Guantánamo a sus dueños, los cubanos.”
Finalmente, eligió dedicar un homenaje a las mujeres. “Yo afirmo aquí que soy feminista. Y es más, creo que no puede existir un buen socialista que no sea feminista. Si no lo es, algo le falla”, dijo, y las feministas presentes se pararon a vitorearlo. Eran muchísimas.
Para cerrar el encuentro, después de recordar la importancia que en este proceso tuvo la Cumbre de las Américas en Mar del Plata, cuando nació el Alba y cayó el ALCA, Chávez reafirmó lo que dijeron los otros tres: “Otro mundo no sólo es posible. Es necesario. Y digo más: otro mundo ya nació. Pero tenemos que cuidarlo mucho, como a un bebé. Ese otro mundo está aquí”.
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