EL MUNDO › EL MANDATARIO COLOMBIANO FRUSTRó LA MISIóN QUE DEBíA RECOGER AL POLíTICO ALAN JARA
Alvaro Uribe ordenó que la negociadora Piedad Córdoba y la ONG Colombianos por la Paz quedaran afuera del equipo humanitario. Luego dio marcha atrás con Piedad. Se prevé que hoy las FARC realicen la segunda fase de las entregas.
› Por Katalina Vásquez Guzmán
Desde Medellín
Llegó el comandante y mandó apagar. Los helicópteros brasileños de la misión humanitaria para liberar seis rehenes de las FARC no se encendieron ayer, cuando estaba previsto que se liberaría al político Alan Jara. La noche del domingo, el presidente Uribe regresó de Europa y encontró el ambiente agitado. Con su reacción terminó de alborotar los ánimos y puso en riesgo, como con sus operaciones armadas, la libertad de dos políticos que se sumarían a los cuatro uniformados liberados anteayer. Hoy, si los ánimos de Uribe no ordenan otra cosa, se realizaría la segunda fase de las liberaciones, y el jueves la tercera, cuando Sigifredo López sea entregado a la misión humanitaria integrada por el Comité Internacional de la Cruz Roja, el gobierno de Brasil y la senadora Piedad Córdoba.
Eso es lo previsto. Pero está por verse. La agitación se mantiene. El domingo, la operación humanitaria, finalmente exitosa, no salió como se esperaba. Regresaría al mediodía con los tres policías y el soldado, pero sobrevuelos de aeronaves militares retrasaron la misión. El gobierno colombiano se comprometió a suspender las operaciones. Sin embargo, envió aviones a sobrevolar la zona donde los helicópteros descendían a encontrarse con el grupo rebelde que tenía en su poder a los secuestrados. Miembros del movimiento Colombianos por la Paz que participaron en el operativo así lo denunciaron. El mandatario se molestó tanto que, a su llegada al país, ordenó retirar de la misión a esta organización, incluida a la senadora Córdoba. Dijo Uribe que con la Cruz Roja y la tripulación de Brasil era suficiente para llevar a cabo las dos liberaciones restantes.
Pero no tuvo en cuenta, en medio de su afán de poner orden en la casa, que las FARC anunciaron claramente que entregarían los secuestrados sólo a Piedad Córdoba. Uribe no lo consideró y, con su mandato, apagó motores. Antes había mandado traer a su palacio a los cuatro liberados.
Los uniformados no ofrecieron rueda de prensa en Villavicencio y los colombianos y el mundo se quedaron con las ganas de escucharlos, tras todo un día de espera. Pero cuando llegaron a Bogotá se lo contaron todo al presidente. En la Casa de Nariño fueron recibidos por Uribe y su gabinete, y comenzó la alocución presidencial. Algunos detallaron cómo fueron sus días en cautiverio, mientras que otros, como el soldado, entonaron canciones para homenajear a las fuerzas militares por sus rescates, en especial por la operación Jaque. Todos vestían los uniformes de las instituciones y celebraban regresar a la libertad para “continuar sirviendo a la patria”. Sus familias, en los pueblos de donde son oriundos, celebraban mirando la tele y haciendo los preparativos para su llegada a casa.
Al salir de Palacio, los liberados fueron llevados al Hospital de la Policía. Después de reencontrarse allí con algunos de sus familiares, fueron sometidos a evaluación médica. Esta vez, contrariamente a lo acontecido con los anteriores liberados, casi todos civiles, los ex rehenes no fueron expuestos a las cámaras y los micrófonos para exponer su crudo drama, sus profundas tristezas y su enorme confusión. A estos servidores de la fuerza pública los mantuvieron en constantes chequeos médicos, psicológicos y psiquiátricos. Algunos tenían antecedentes de leishmaniasis y paludismo pero, según el parte de los médicos policías, los liberados están bien.
Quienes no quedaron muy satisfechos fueron los Colombianos por la Paz, quienes fueron retirados de la misión. Mientras, los familiares de Jara y López llamaban a la esposa de Uribe, para que lo persuadiera de su decisión, y al presidente Lula da Silva de Brasil, para que les diera una ayudita que montara nuevamente a Piedad Córdoba en el helicóptero.
El CICR, por su parte, salió a mediar. Le pidió a Uribe que, ya que Piedad es la única que tiene las coordenadas del sitio donde será devuelto Alan Jara, permita que regrese a la misión. El presidente aceptó y la senadora aplaudió, pero pidió que otro más de la organización por la paz vuele hoy con ellos.
Hasta anoche, Uribe no dijo nada al respecto. La organización civil que consiguió que las FARC aceptara devolver seis de sus prisioneros quedó a un lado con este silencio. Aunque el presidente no lo manifieste. Lo que sí reconoció fue que sus aviones estuvieron sobrevolando la zona de las liberaciones el domingo. Hoy –prometió el jefe– no habrá sobrevuelos para que Jara pueda ser liberado. Lo dijo el domingo y eso se espera del jueves que viene. Está por verse.
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