EL MUNDO › EL EX GOBERNADOR ALAN JARA CRITICó A SUS CAPTORES Y TAMBIéN AL PRESIDENTE URIBE
Un operativo lleno de suspenso terminó con final feliz y todo Colombia festejó. Tras ser liberado, el ex rehén dijo que Uribe “no hizo nada por nuestra liberación” y que muchos jóvenes se van a la guerrilla por falta de oportunidades.
› Por Katalina Vásquez Guzmán
Desde Medellín
Colombia celebró. Se cumplieron los cálculos para la libertad del ex gobernador Alan Jara. A las dos de la tarde de ayer, el ex rehén de las FARC bajó del helicóptero brasileño que lo sacó de la selva. Abrazó a su hijo, besó a su esposa y alzó los brazos en señal de júbilo. Sonreía de oreja a oreja. Tras él descendieron los integrantes de la misión humanitaria a quienes la guerrilla confió su liberación, a pesar de las tensiones vividas el domingo pasado en la entrega de cuatro uniformados secuestrados. Con Jara llegaron, además, impactantes testimonios acerca de la vida en cautiverio y de los prisioneros que quedaron, sus particulares apreciaciones de la guerra colombiana y sus declaraciones sobre el presidente Uribe, quien, según dijo, “no hizo nada por la libertad de nosotros”.
Pasadas las ocho de la mañana, el helicóptero de Brasil con la parlamentaria Piedad Córdoba a bordo, junto a los miembros del Comité Internacional de la Cruz Roja y la tripulación brasileña, emprendió vuelo desde el aeropuerto de Villavicencio. Los medios no pudieron registrar la salida pues el gobierno lo impidió. El comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, ordenó restringir su ingreso a las pistas. Todos, sin embargo, celebraron que tras el retraso en el arranque del operativo, previsto para el lunes, por fin salieron en búsqueda de Jara.
La mañana transcurrió en silencio. En algún punto de la selva de la provincia del Guaviare la misión buscaba las coordenadas. “En un momento dado pensé que no iban a estar”, contó Piedad Córdoba, la única que conocía la clave para acercar a la guerrilla. “Cali tres, Cali tres, aquí Cali”, repetía hasta que apareció el grupo de rebeldes. “Desciendo del helicóptero y veo sólo guerrilleros. Miro a la izquierda y lo veo (a Jara) rodeado de campesinos”, narró Piedad a su regreso a la ciudad de Villavicencio. “Gracias por la libertad”, fue lo primero que le dijo el rehén. Misión y liberado estuvieron en aquel lugar por tres horas. Su salud estaba bien y un problema de visión que lo acompaña hace meses lo abandonó por las últimas horas. Antes de separarse, el comandante insurgente, a quien Jara llama “comandante libertad”, le regaló al secuestrado una cámara fotográfica. Como no se permitió la llegada de periodistas, el jefe guerrillero ordenó traer algunas cámaras para registrar el momento y una de ésas resultó en el morral que Jara cargaba a su espalda al descender del helicóptero.
Más tarde, Jara contaría cómo es que el grupo armado puede conseguir lo que se le ocurra en cualquier punto de la selva. “Tienen una red de abastecimiento envidiable.” El político tuvo que caminar más de siete semanas consecutivas por la espesura de la jungla. El 18 de diciembre le dieron la orden de separarse del grupo de militares y policías prisioneros, algunos, por más de diez años. Entonces, Jara salió del campamento con más de cuarenta grados de fiebre. “Yo salí sin saber siquiera para dónde iba. Después de muchas horas de caminata y navegación me entero de que es el viaje hacia la libertad”, comentó. Por más de siete semanas, el político estuvo en la marcha que lo condujo de nuevo a su departamento de origen, el Meta (centroriente), donde fue secuestrado y donde era gobernador al momento de su secuestro en julio de 2001. En el recorrido “pude vivir la vida cotidiana de la guerrilla”, ya no en un “campamento aislado”, y lo que vio le permitió decir, en la extensa rueda de prensa que ofreció tras su liberación, que “las FARC no están derrotadas. Para nada. Allá en el monte hay muchos (combatientes), la mayoría jóvenes”.
Visiblemente feliz y emocionado, el político respondió preguntas de periodistas regionales, nacionales y del mundo, y decidió quedarse a pesar de que amigos y familiares le recomendaron descansar. “Ya he descansado mucho”, afirmó en el Club Meta, adonde fue llevado después de su arribo al aeropuerto y su reencuentro con la familia y la organización Colombianos por la Paz a la que, anunció, piensa unirse para buscar un intercambio humanitario. “No veo una salida distinta a la negociada”, confesó.
Sus palabras fluidas, cargadas de humor y una clara postura política, fueron transmitidas por televisión durante las casi tres horas que tomó la rueda de prensa. Alan aplazó su chequeo médico y su encuentro íntimo con la familia para hablar con los periodistas. Esta vez no había presencia del Presidente, militares o ministros haciéndole preguntas. Veinte pantallas gigantes en las principales ciudades del país proyectaban el cautivador testimonio del recién liberado. Sus críticas a la guerrilla y el gobierno colombiano mantuvieron concentrada la atención del país, que lo seguía también por las emisoras. Empezó por agradecer a Piedad Córdoba, a la ONG que pidió su liberación, y habló de sus compañeros aún en cautiverio. Contó que dos de ellos están encadenados del cuello, día y noche, desde hace dos años. Con las FARC dijo “no compartir jamás que una causa o un ideal sean razón para recurrir a la violencia, a privar de la libertad a nadie, en nuestro caso, a civiles que no teníamos otra opción distinta a acompañarlos (...) No es así que se logra un cambio en este país”.
El ex cautivo también habló de las causas profundas que generaron el foco guerrillero. “Cuando a un joven se le cierra el mundo, no tiene modo de ganarse la vida ni de estudiar ni de nada. Entonces se va para la guerrilla. Hay que cerrarle el camino a esa falta de oportunidades.”
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