Todos sonríen, pero están a la expectativa. El presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso recibió ayer en el Palacio del Planalto al mandatario electo Luiz Inácio Lula da Silva para dar comienzo al proceso de transición, que durará hasta el 31 de diciembre. Los dos personajes clave que dirigirán el proceso son el jefe de gabinete de Cardoso, Pedro Parente, y el titular del equipo de Lula, el ex coordinador de la campaña Antonio Palocci. Lula y Cardoso se prodigaron elogios y aclararon que la transición no significa ningún tipo de decisiones compartidas de aquí a diciembre. El dólar subió a 3,82 reales (una suba del uno por ciento) y la Bolsa de San Pablo cerró levemente en alza.
Las principales avenidas de Brasilia se llenaron de manifestantes que embanderaron la ciudad con el estandarte con la estrella de cinco puntas del Partido de los Trabajadores (PT), mientras Lula se aproximaba como futuro presidente del país al Planalto. Después de la serie de reuniones, Lula habló sobre las perspectivas de su gobierno. “Debemos enfrentar una larga travesía”, advirtió. “Mi gobierno será para los excluidos, discriminados, humillados y oprimidos”, pero indicó que la “secular” deuda social de Brasil no se puede resolver “con pases de magia, ni de un día para el otro”. No hay “soluciones milagrosas”, dijo, y reconoció que “las restricciones presupuestarias” supondrán un duro obstáculo para esos fines, al menos en el primer año, y anunció que a partir del día en el que tome posesión estará funcionando una Secretaría de Emergencia Social.
Después tuvo muchas palabras de elogio para Cardoso por la manera en que está manejando la transición. “La disposición del presidente Cardoso de hacer del proceso de transición una demostración efectiva de la práctica democrática, agradó mucho a nuestro partido. Nunca hubo en Brasil una transición democrática como ésta. Cardoso puso prácticamente el gobierno a disposición de nuestro equipo”, declaró.
Lula y Cardoso mantuvieron una reunión a solas durante 55 minutos. El presidente entregó la llamada “Agenda Cien”, un documento con los principales programas, proyectos y compromisos oficiales a los que el futuro gobierno tendrá que hacer frente en sus primeros 100 días de gestión. En la agenda se destacan las conversaciones con el FMI para evaluar el acuerdo firmado en septiembre pasado, cuando el organismo multilateral concedió al país un préstamo de 30.000 millones de dólares, 24.000 millones de los cuales serán desembolsados el próximo año.
Después se produjo la primera reunión de la transición, que duró una hora. Del gobierno estuvieron el vicepresidente Marco Maciel, el secretario general de la presidencia, Euclides Scalco, el ministro de Economía Pedro Malán y Parente. Del lado de Lula participaron el vicepresidente electo, José Alencar, el presidente del PT, diputado José Dirceu, y Palocci. Los equipos de transición constarán de unas 50 personas por cada lado y quedarán constituidos a más tardar mañana. Cardoso dispuso que los representantes del PT cobren un sueldo del Estado, lo que fue elogiado especialmente por Lula.
“No queremos que el proceso de transición se mezcle con la estructuración del futuro equipo de gobierno, que será exclusividad mía. Este equipo es eminentemente técnico”, aseveró Lula luego de las preguntas de los periodistas sobre los futuros ministros, un anuncio esperado en Washington y Wall Street. “No vean a ese equipo como un miniministerio ni una coalición partidista –advirtió Palocci–, porque tampoco habrá coordinación económica en la transición.” El jefe de la transición del lado del PT especificó que el equipo de transición estará dividido en “cuatro o cinco subcoordinadores que abarcarán amplias áreas como la social, administración pública, financiera, presupuesto” y dejó claro que “sí habrá economistas”.
La transición estará movida también desde el Congreso. Después de la reunión con Cardoso, Lula se desplazó al Parlamento, donde se reunió con los presidentes del Senado, Ramez Tebet, y de la Cámara de Diputados, Aecio Neves. El presidente electo ya designó a los líderes de bancada desu partido, el senador Joao Viana y el diputado Joao Paulo Cunha, para que negocien con el resto de las bancadas la posible aprobación de algunos proyectos de ley propuestos por el PT que se consideran vitales para que la transición no sea un proceso vacío: una modificación del presupuesto para el 2003, una definición de algunos impuestos a empresas y una propuesta de enmienda constitucional que permitiría al futuro gobierno darle autonomía operativa al Banco Central.
Aquí es donde todo deja de ser rosas y elogios. La dirección ejecutiva del Partido Social-Demócrata Brasileño (PSDB) anunció que ejercerá su rol de oposición al gobierno de Lula e hizo una demostración de fuerza: “Nuestro partido va a administrar en la próxima gestión estados que representan al 46 por ciento de la población y al 51 por ciento del Producto Bruto Interno”, dijo ayer en un comunicado, en referencia a las gobernaciones ganadas de San Pablo y Minas Gerais, los dos Estados más poblados del país, y Pará, Paraíba, Ceará, Goiás y Rondonia. El comunicado advierte a Lula que “tan inaceptable cuanto la frustración de las expectativas de la población brasileña, sería dar un paso atrás en los éxitos ya alcanzados”.
El candidato derrotado del PT a la gobernación del Distrito Federal, Geraldo Magela, dijo que impugnará la elección, ya que interpreta que Joaquim Roriz, actual gobernador del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), quien le ganó por apenas 15.000 votos, cometió fraude.