EL MUNDO
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La sonrisa del Gran Hermano
Washington y Wall Street también le sonríen. El presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, recibió una invitación de George Bush para que visite la Casa Blanca cuando quiera, mientras los analistas escuchados en Wall Street repitieron que “Brasil no es ni terminará como Argentina” y portavoces del Departamento de Estado se declaran confiados en que el cambio de política exterior de un gobierno de Lula respecto del de Cardoso “sea de tono y estilo más que de sustancia”. Pero todo esto no quiere decir que no haya palabras duras desde Brasil a Estados Unidos. “Paul O’Neill (secretario del Tesoro norteamericano) es un psicópata”, dijo ayer el ex presidente Itamar Franco, en referencia a las advertencias de anteayer de O’Neill sobre el programa económico de Lula.
“Siempre han habido diferencias tácticas con Brasil. Lo que compartimos y seguiremos compartiendo en los próximos cuatro años y el futuro previsible es la dedicación a preservar y expandir la democracia en el hemisferio”, declaró el director para Brasil y el Cono Sur del Departamento de Estado norteamericano, Jim Carragher, en una conferencia organizada por el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS). Carragher dijo que “habrá un cambio en la política exterior brasileña, pero creemos que será en tono y estilo más que en sustancia” y advirtió: “Lo que diga Lula como presidente electo será escrutado más de cerca que cuando estaba en campaña”.
De todos modos, algunos analistas en Wall Street, donde se esperaba que Lula anunciara rápidamente la composición de su equipo económico, minimizaron los peligros de inestabilidad económica que tendrá que enfrentar el gobierno de Lula ni bien asuma el 1º de enero. “Esta no es una tragedia griega donde el final está escrito de antemano, y no tiene por qué terminar la obra con el escenario lleno de sangre”, dijo el analista de ABN Amro Arturo Porzecanski en un seminario organizado por la Cámara de Comercio brasileño-norteamericana en Nueva York. Porzecanski explicó que el gobierno de Fernando de la Rúa dejó “una bomba de tiempo” en el tipo de cambio, porque “estaba claro que alguien debía devaluar en un momento, y si se devaluaba todo se venía abajo”.
“En Brasil, en cambio, el real ya está casi totalmente devaluado y no ha sido el fin del mundo. Las compañías se han adaptado, las exportaciones han respondido. No ha habido una caída en cadena tras la devaluación”, señaló. A su lado, el analista de Lehman Brothers Paulo Viera da Cunha dijo que “el PT no es un partido populista, es un partido con considerable experiencia, que ha introducido instituciones nuevas, un partido abierto y que tiene el apoyo mayoritario de la elite intelectual”.
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