EL MUNDO
› LA PELEA EN LAS ELECCIONES NORTEAMERICANAS ESTARA CONCENTRADA EN SEIS ESTADOS
Hoy se juega el futuro de George W.
Las encuestas no permiten predecir nada. Con un recuento de votos que será lento y tedioso en algunos casos, los republicanos podrían lograr en estos comicios estaduales la mayoría en ambas cámaras para promover una agenda que excede en mucho el asunto de Irak.
Por Julian Borger *
Desde Washington
En la víspera de las elecciones legislativas de hoy, el empate nacional entre republicanos y demócratas parece haber tenido un efecto distinto entre los políticos y los votantes, excitando a los primeros y provocando en los segundos una profunda indiferencia. En cuanto a las elecciones se refiere, el telón de fondo para el voto de hoy no podía ser más excitante. El control del Senado tiembla sobre el filo de la navaja, con media docena de estados que podrían volcarse para cualquiera de los dos lados. Mientras, con sólo siete escaños los demócratas recuperarían el control de la Cámara de Representantes, poniendo un tapón a la agenda del presidente Bush durante la segunda mitad de su mandato.
Además de todo, los demócratas están librando una pelea muy personal contra la familia Bush en la elección para gobernador en Florida. Sin embargo, se espera que el resultado de hoy caiga bien por debajo del 40 por ciento de participación del electorado, continuando una tendencia a la baja de 40 años, a pesar de las agotadoras giras por todo el país del presidente Bush, Bill Clinton y Al Gore. Así que mientras los opinólogos de Washington tienden a describir a Estados Unidos como una “nación 5050”, refiriéndose al duelo demócrata-republicano, está mejor descripto como 60-20-20, por la abrumadora mayoría que opta por no votar. La apatía en parte se debe a la ambigüedad deliberada de los políticos de ambos lados. Los demócratas se han aferrado firmemente a la seguridad nacional, mientras que los republicanos se han distanciado de los planes radicales de privatizar pensiones y de reducir la seguridad social.
Sin embargo, a pesar de esta creciente convergencia política, el voto de hoy, especialmente la competencia por el Senado, podría tener un impacto poderoso sobre el estado de la nación. Una mayoría republicana le permitiría al presidente Bush gobernar relativamente sin control y despejar el camino para una agenda de derecha radical, afianzando recortes impositivos y recortando programas sociales. Pero tendría un efecto aún más profundo. El control del Senado se traduciría en control del sistema judicial, dándoles a los republicanos un poder decisivo sobre cómo se maneja el país con el aborto, la tenencia de armas, la pena capital y la división del poder entre estados y el gobierno federal.
El voto, sin embargo, tendría poco impacto sobre la política exterior de Estados Unidos y en particular sobre la confrontación con Irak. En los discursos de campaña típicos del presidente Bush, repetidos para incontables candidatos republicanos previo a las elecciones legislativas de hoy, Irak y la guerra contra el terror sólo aparecen en el medio, y aún entonces es en busca de una risa fácil. Se les dará caza a los terroristas, les dijo Bush a las multitudes en casi una docena de estados en los días recientes, porque “la terapia no va a funcionar con ellos”. Los fieles republicanos aplaudieron obedientemente y el presidente sigue rápidamente con unas líneas sobre la intransigencia de Saddam Hussein. Pero las frases sirven principalmente como recordatorio de que los republicanos son todavía “realistas fríos” que saben tratar mejor con la política exterior. Irak, la cuestión candente, no es el tema aquí.
De muchas maneras, el tema sigue siendo el mandato de George Bush, dos años después de que la elección presidencial fue decidida en Florida por un peleado margen de 537 votos y la aquiescencia de cinco jueces conservadores en la Suprema Corte. Esta vez la Casa Blanca se desvivió para convertir las elecciones de hoy en un referéndum de la presidencia de Bush. Mientras tanto los demócratas han hecho blanco en su hermano Jeb, en una carrera muy pareja por la gobernación de Florida, en un intento de hacer hincapié en el resultado de 2000. Ante la ausencia de un resultado record de los demócratas duros, parecería que Florida podría estar fuera del alcance, pero el partido parece inclinado a elegir un puñado de gobernaciones que le resultarán útiles cuando organicen la campaña presidencial de 2004. Más inmediatamente, los demócratas están buscando frenar el poder del presidente al mantener su delgada ventaja en el Senado y ganándoles la Camara de Representantes a los republicanos que se han mantenido ahí durante los últimos ocho años.
Aun ante el improbable hecho de que los demócratas logren estas dos cosas, no cambiará probablemente la acción de Bush sobre Irak. Una gran mayoría de demócratas en ambas cámaras ya votaron una resolución dándole al presidente el derecho a ir a la guerra. El partido no ha hecho de esto un tema de la campaña y, aun después de la elección, la mayoría de los observadores políticos creen que el partido no querrá parecer “suave” ante la seguridad nacional. En realidad, las encuestas de la víspera de la elección sugieren que los demócratas no lograrán el golpe de las siete bancas que necesitan para tener control de la cámara.
La batalla por el Senado es central en la política interna de Estados Unidos. Aun una mayoría de un voto para cualquiera de los dos partidos le daría una influencia desproporcionada, principalmente porque automáticamente conferiría control de los comités del Senado. Estos comités pueden evitar que las designaciones presidenciales tomen sus puestos en el gobierno, y –lo que es aún más importante– en las cortes. Cualquiera que cuestione la influencia de la Corte Suprema en la política de Estados Unidos sólo necesita mirar la carrera presidencial de 2000, que finalmente se decidió por un voto 5-4 por una corte dividida por líneas ideológicas. Las decisiones de la Corte también tienen una presencia inmediata y directa sobre todos los temas “calientes” de la vida norteamericana.
* De The Guardian de Gran Bretaña Especial para Página/12
Traducción: Celita Doyhambéhère
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