EL MUNDO › PIñERA O FREI > LOS CONTENDIENTES YA ARRANCARON LA CAMPAñA PARA LA SEGUNDA VUELTA QUE SE REALIZARá EN UN MES EN CHILE
El candidato de la derecha insistió con sus slogans: un millón de nuevos empleos y 50.000 nuevos policías. Mientras, hacía su desembarco en la jefatura de la campaña de la Concertación la vocera del gobierno de Bachelet, Carolina Tohá.
› Por Santiago O’Donnell
Arrancó la campaña del ballottage en Chile entre Sebastián Piñera por la derecha y Eduardo Frei por el centroizquierda. Todavía no se había contado el último voto de las elecciones del domingo, cuando los dos candidatos que pasaron a la segunda vuelta y salieron a pedir el voto de los 1.4 millones de independientes que habían apoyado en la candidatura de Marco Enríquez-Ominami. Casi al mismo tiempo el candidato independiente les anunciaba a sus simpatizantes que no iba a dar su apoyo a ninguna opción para el ballottage.
Ayer continuaron las piruetas de los candidatos finalistas para atraer el voto independiente. Piñera de la Coalición por el Cambio, sacó el 44 por ciento de los votos el domingo y necesitaría el apoyo de unos 400.000 independientes para legar a la presidencia.
Frei, de la Concertación de Partidos Democráticos, sacó el 29 por ciento de los votos. Si se le suma el seis por ciento de los izquierdistas de Juntos Podemos, que se descuenta por historia y por el apoyo explícito de su candidato Jorge Arrate, entonces Frei necesita un millón doscientos de votos independientes para alcanzar el triunfo.
Piñera salió ayer de gira proselitista por el barrio clasemediero de Puente Alto. Para llegar a la plaza central viajó tres estaciones en subte. Las señoras del barrio aplastaban sus caras y sus manos contra el vidrio del vagón para desearle suerte. Durante el acto en la plaza Piñera lanzó sus slogans: un millón de nuevos empleos, 50.000 nuevos policías, cambio. Después se dirigió directamente a Enríquez- Ominami, a quien llamó por su primer nombre, y a sus votantes.
“Quiero felicitar a Marco y a sus adherentes por la elección que han hecho y quiero decirles que el cambio ya está en marcha. Es el cambio de la alternancia política, para que el gobierno no esté capturado por las corporaciones políticas y las cúpulas de la partidocracia. Vamos a hacer un gobierno para la gente.”
Por su parte, Enríquez-Ominami se llamó a silencio y se pasó la tarde reunido con sus colaboradores más cercanos. “No vamos a decir nada todavía porque estamos haciendo el análisis poselectoral”, dijo a este diario Max Marambio, un de los hombre clave del candidato independiente. En su discurso del domingo por la noche, Enríquez-Ominami había dado libertad a sus electores, pero también había marcado sutiles diferencias entre los dos candidatos que lo derrotaron. A Piñera lo criticó directamente. “Vota por Sebastián Piñera sería un retroceso. El no es el cambio, su cambio es un espejismo. Representa lo más cruel del mercado”, señaló. En cambio, a Frei no lo criticó directamente, sino que cargó las tintas contra los presidentes de los partidos de la Concertación, a quienes les pidió la renuncia.
Eso sí, dijo que Frei, al igual que Piñera, eran “candidatos del pasado”.
Un apoyo más explícito de Enríquez-Ominami podría ser decisivo para la Concertación en una elección tan reñida, pero difícilmente se siente a la mesa Enríquez-Ominami si le dan algo a cambio. De mínima, la renuncia de los jefes partidarios de la Concertación. Además, la promesa de una reforma constitucional para que las terceras fuerzas puedan entrar al Congreso sin tener que pactar con una fuerza mayoritaria, como hicieron los comunistas en las elecciones del domingo.
Pero a juzgar por lo que mostró hasta ahora la coalición oficialista, eso no va a suceder. Por el contrario, arrancó su campaña con fuegos artificiales. Ayer el comando de la Concertación escenificó una pomposa ceremonia para marcar la llegada a la jefatura de la campaña de Frei de la vocera del gobierno de Michelle Bachelet, Carolina Tohá, que recibió amplia cobertura en los medios.
Todo empezó con la ceremonia de despedida en La Moneda, donde la popular presidenta, al borde de las lágrimas, despidió a su queridísima colaboradora, “un ejemplo de entrega, un ejemplo de la nueva generación que viene a renovar la política”. Siguió con la imagen de Tohá –43 años, hija de un ministro de Allende, perfil moderno como el que buscan los votantes independientes– recorriendo 75 metros hasta la puerta del palacio, escoltada por los carabineros. Del otro lado de la puerta la esperaban los máximos responsables de la campaña de Frei hasta entonces, dos ex ministros de Bachelet jóvenes y exitosos. Juntos caminaron cuatro cuadras hasta la puerta del tradicional hotel San Francisco, cuartel general de la campaña.
Frei salió a recibirla en la puerta. Juntos se subieron a una tarima especialmente acondicionada para la ocasión y dieron una conferencia de prensa. El, peinado de spray, corbata lisa y camisa abrochada hasta el último botón. Ella, pelo corto, peinado neopunk rubio caoba, blusa informal, pantalones. Duro, serio, Frei se limitó a presentarla y fue Toha quien les habló a los votantes de Enríquez-Ominami. “Voy a trabajar duro para demostrar que hemos escuchado su mensaje, que no somos arrogantes, que en democracia todo se puede mejorar.”
Pero la candidata no es Tohá ni tampoco Bachelet y es dudoso que a esta altura del partido, en la primera elección sin Pinochet vivo y sin candidatos que hayan votado por el SI en el plebiscito de la dictadura en 1988, la opereta palaciega para simbolizar la transfusión de sangre joven bacheletista alcance para satisfacer las expectativas de los independientes.
Consultado por Página/12, el flamante vocero de la campaña de Frei, Cristóbal Hunnues, no pudo dar demasiadas precisiones de la “refundación” del espacio político que Frei prometió cristalizar de acá a la celebración del ballottage el 17 de enero.
“El primer paso fue un cambio profundo en la campaña con la llegada de Tohá. Ahora hay que hablar con todos los líderes y seducirlos. Siento que tenemos un programa sólido, con reformas muy parecidas a las que propone Enríquez-Ominami, que no hemos sabido comunicar bien.”
Nueva comunicación: como propuesta de cambio profundo no suena demasiado convincente. Enríquez-Ominami quiere que renuncie la cúpula de la Concertación, se le dice al vocero. “Bueno, ése es un tema de los partidos políticos que tienen sus tiempos y su propio funcionamiento democrático. De todas formas pensamos que Enríquez-Ominami ha sobredimensionado la crítica en contra de los presidentes de los partidos.”
Cuando se insiste sobre los cambios prometidos, el vocero contesta: “Se vienen algunas sorpresas”.
La sorpresa podría ser para la Concertación si no define rápido una estrategia realista para recuperar los votos perdidos. “La derecha hizo la peor elección de su historia”, dijo el domingo por la noche el vocero presidencial, cometiendo el grave error de sumar como propios. Algo parecido hizo el diario oficialista La Nación en su edición de ayer con una infografía de tapa que mostraba que contrastaba el voto de Piñera (44 por ciento) con el del resto de los candidatos (55,9 por ciento).
Piñera hizo ayer otra suma: dos tercios del electorado votó el domingo en contra de la continuidad del gobierno de la Concertación. Y podría hacer otra: con respecto a la elección presidencial que ganó en 1994, Frei perdió dos millones de votos y 18 puntos porcentuales, casi la mitad de su caudal electoral. Esos son los números a los que el candidato oficialista debería prestarle atención para terminar de entender la gravedad de la situación. Se trata de un escenario que pide a gritos cambios profundos y no sólo cosméticos en la Concertación, porque el tiempo corre y el 17 de enero no habrá revancha.
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