Mar 10.12.2002

EL MUNDO  › BUSH ELIGIO A UN HOMBRE DEL FERROCARRIL PARA REEMPLAZAR A O’NEILL

En busca de la locomotora perdida

John Snow es el presidente de la empresa de ferrocarril más grande del este norteamericano y un lobbista a favor de la reducción de impuestos para las grandes empresas. Bush anunciaría hoy al nuevo asesor económico de la Casa Blanca, el otro cargo vacante.

George Bush iba a dar el paso. El ruido en el ambiente hizo que el Washington Post publicara anteayer la lista de los reemplazantes del despedido secretario del Tesoro norteamericano, Paul O’Neill. Todos ellos eran grandes empresarios, banqueros y financistas. Y no se equivocó el diario en cuanto al perfil, sí en cuanto al nombre. El tapado es John Snow, un hombre de 63 años, ex funcionario de Transporte del gobierno de Gerald Ford y presidente de la compañía ferroviaria CSX, la más importante del este norteamericano, quien debe ser confirmado en su nuevo trabajo por el Senado. Hoy el presidente de Estados Unidos podría anunciar al reemplazante del otro despedido el viernes, el asesor económico de la Casa Blanca Larry Lindsey. El elegido sería Stephen Friedman, ex presidente del grupo financiero Goldman Sachs. Salvo que haya algún tapado.
“John Snow será un consejero crucial sobre economía y un defensor crucial del programa de mi gobierno para el crecimiento, la creación de nuevos puestos de trabajo y la ampliación del comercio internacional”, dijo Bush, al anunciar el nombramiento frente a su gabinete en pleno. El presidente norteamericano elogió a Snow por su “prudencia, integridad y su espíritu de servicio público”, y resaltó “su compromiso desde largo tiempo con la ética en la dirección de las empresas”. Snow respondió diciendo que usará todo su “talento, poder y energía para fortalecer la situación económica actual” y se comprometió a “colaborar con otros países para construir y mantener una economía global próspera, en crecimiento y estable, al mismo tiempo que combatimos con éxito la guerra contra el terrorismo”.
Snow es presidente de CSX, una empresa que el año pasado tuvo una ganancia de 20 millones de dólares. Es conocido por sus contactos en el Capitolio y por su militancia a favor de la reducción de impuestos a las grandes empresas (ver nota aparte), uno de los caballitos de batalla del programa económico de Bush, pero muchos analistas se manifestaron sorprendidos por el hecho de que, salvo el hecho de haber sido el número tres del Departamento de Transporte en los años ‘70, durante la administración Ford, Snow no tiene una carrera deslumbrante como para ocupar una silla que ciertamente quema.
Los signos de recesión en la principal economía del mundo son muchos. La quiebra de United Airlines (ver nota pág. 16) se suma a la bancarrota de otras grandes empresas, los fraudes contables que estallaron a principios de año con Enron, un desempleo que ronda el seis por ciento y un conjunto de medidas (como los recortes en la tasa de interés que ordenó el mes pasado la Reserva Federal) que no consiguieron hasta ahora revertir el clima recesivo.
No parece que el nombramiento de Snow vaya a cambiar sensiblemente la política económica de la administración Bush. De hecho, pocos en el gobierno norteamericano creen que el panorama actual es alarmante y exige un golpe de timón. De hecho, una de las cuestiones por la que más se criticó a O’Neill no fueron sus exabruptos hacia todo el mundo ni su falta de un proyecto económico claro (a veces opuesto a la intención de otras partes de la administración de reducir impuestos), sino más bien el hecho de no saber comunicar ante el Congreso y la opinión pública las bondades del programa económico de la administración. Es justamente a nivel de la comunicación con el Congreso y ciertos sectores de la opinión pública donde Snow haría la diferencia respecto de O’Neill. De todos modos, existen especulaciones acerca de que los cambios en el gobierno pueden implicar una variación respecto a la política del dólar fuerte que hasta ahora impulsó Bush. Esta modificación intentaría estimular el crecimiento de la economía.
En todo caso, Bush hijo sigue actuando bajo el signo del fin del gobierno de su padre. Bush padre, que ayer recibió el honor de que su nombre fuera dado a un portaaviones que está terminándose de construir,perdió las elecciones contra Bill Clinton después de la guerra con Irak en medio de críticas por no poder crear una economía interna fuerte. Bush hijo usó la declamación de una guerra con Irak para ganar los comicios de noviembre y en los dos años que quedan no quiere que lo ataquen por el otro flanco.

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