Presionado por la crítica feroz que le señala que no hizo lo suficiente para frenar el derrame de crudo del Golfo de México, Obama insistió en que su administración había estado a cargo de la crisis “desde el primer día”, con British Petroleum (BP) operando bajo la dirección del gobierno federal. El presidente admitió que se habían cometido errores en la respuesta del gobierno al desastre. Pero insistió en que la administración estaba explorando “cada estrategia razonable” para detener la fuga y prometió que “haría lo que fuera” para ayudar a la gente cuyas vidas han sido afectadas. Obama anunció nuevas restricciones para la perforación en aguas costeras y congeló por seis meses los permisos para realizar nuevas perforaciones, suspendió las nuevas operaciones planeadas en Alaska y cancelólos permisos en el Golfo y en la costa de Virginia en el Atlántico. Ayer, la compañía BP tuvo que detener la operación “Top Kill” para contener la pérdida de petróleo debido a problemas técnicos.
Muchos están comenzando a describir el derrame como el “Katrina de Obama”, una comparación con el devastador huracán de 2005 que ayudó a destruir la presidencia de Bush.
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